Flick: no ser catalán ayuda

Con un trato inteligente, paciente, paternal pero exigente con los jugadores, ha puesto a cada uno en su mejor versión, incluso a Frenkie De Jong, al que Laporta intentó vender de muy malos modos; por no hablar de Raphinha, que tan desahuciado parecía y hoy es la alegría de este Barça coral, de maquinaria precisa y liderada por sus dos grandes genios que son Pedri y Lamine Yamal. En el Barça y en España, son el mayor espectáculo mundial que ofrece hoy el fútbol.

Dentro y fuera del terreno de juego, el técnico del Barcelona ha sabido compensar la juventud de sus jugadores y la inmadurez de su presidente. No se ha metido en ningún lío en las ruedas de prensa, justo lo contrario de su predecesor en el cargo. No ha sido borde con nadie, ni se las ha tenido que dar de arisco -Luis Enrique- o de afectado -Pep- para ganarse el respeto de los periodistas, ni ha necesitado exhibirse ridículamente ante ellos con frases petulantes a las que sólo recurren los yonkis de las excusas. No ser catalán le está siendo de gran ayuda. Ni el césped alto, ni seco, ni la falta de efectivos, ni siquiera el árbitro han sido los argumentos de Flick, que por no entrar en debates estériles hace ver que habla un inglés peor del que en realidad habla -es mucho más fluido cuando saluda en los restaurantes, donde es por cierto muy querido, porque nunca un entrenador del Barça había dejado tantas propinas como él- y hasta los más sesudos, que tampoco es que haya tantos en la prensa deportiva catalana, se cansan al final de preguntar.

Queda por ver si sabrá mentalizar a unos jugadores tan jóvenes para que no se extravíen en los pequeños detalles que decantan el tramo final de la temporada, pero el Barça de Flick, y esto es mucho decir viniendo de donde este equipo viene, está en condiciones de competir para ganar en todas las competiciones.