Fútbol

De la quimioterapia a la capitanía: la nueva vida de Kirian

El líder de Las Palmas superó un linfoma de Hodking hace justo un año y hoy, ayudado por la psicología y el mindfulness, es una de las revelaciones de LaLiga

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Kirian, el pasado fin de semana durante el duelo entre Las Palmas y el Rayo Vallecano EP

El 2 de agosto de 2022, a dos semanas de comenzar la temporada, Kirian Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 5 de marzo de 1996) se sienta en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva de Barranco Seco. A su lado, toda la plantilla ... y el cuerpo técnico, encabezado por García Pimienta. El anuncio es importante. Le han diagnosticado un linfoma de Hodgkin: «Empiezo una lucha aparte. Estaré un tiempito apartado. Quiero que me vean fuerte. No vengan con mensajes de pena y ánimo. Ahora voy a salir y en diciembre tendrán el mejor mercado de invierno, porque voy a volver».

Así anunció el jugador tinerfeño su eventual retirada del fútbol. Entereza, fuerza, personalidad, optimismo y liderazgo, pero también miedo. Esa parte la ocultó. Es lo último que quería transmitir: «En un documental que preparamos tras su vuelta, como contenido para LaLiga+, nos confesó que sí tuvo miedo, pero no a morir, sino a no volver a jugar al fútbol», explica un empleado de Las Palmas a ABC. El propio jugador lo reconoció en una entrevista a finales del pasado año: «Si me moría no pasaba nada. Yo no me iba enterar, me daba igual. Lo iba a pasar mal mi familia y mis personas cercanas, pero yo no me iba a enterar. Lo que me hacía comer techo es que me quitaran de jugar al fútbol. Tengo 27 años y es lo único que he hecho en mi vida».

Kirian recibió quimioterapia, tratamiento que le quitó todo su pelo, incluso de las cejas, pero no faltó a su palabra. En enero de 2023, 163 días después de anunciar que tenía un cáncer linfático, se incorporó de nuevo a los entrenamientos con el equipo, y volvió a jugar a finales de abril, en La Romareda, ocho meses después. Regresó en el momento justo, para ayudar a Las Palmas a consumar el ascenso a Primera y a pie de campo, tras lograr el objetivo en el último partido de la temporada, no se puso ninguna medalla: «No me lo merezco yo, nos los merecemos todos».

Suena contradictorio, pero Kirian considera aquella temporada 22-23 una de las más bonitas de su carrera. Se curó y la Unión Deportiva se ganó un puesto en la élite del fútbol español cinco años después: «No sabría cómo reaccionaría mi cuerpo a la quimio y si todo lo que dije en aquella rueda de prensa se lo iba a llevar el aire, pero al final el drama acabó en película bonita». Y con guinda. Renovó por tres temporadas más.

A su lado estuvieron su familia y su novia. De ella le dijeron los oncólogos que el 70% de su cura procedió de su mirada, de aquellos ojos hacia él y su enfermedad. Empatía absoluta, como él la tuvo recíprocamente. Kirian entendía que de esto salían todos juntos. Propio de su carácter vitalista, alegre y bromista: «Todo aquello generó en mí un efecto positivo que me empujó a salir adelante. El valor del amor».

Sus inicios en el fútbol fueron como delantero, donde se hartó de meter goles. Llegó a jugar en las categorías inferiores del Tenerife, pero allí no le cuidaron como se merecía y Tonono, el jefe de captación y formación de Las Palmas, se lo llevó al club amarillo en 2013, con 17 años: «Kirian es ese perfil de futbolista canario que juega mejor en Primera que en Segunda B, como le pasaba a Valerón o Silva. Es un chico con mucho carácter y mucho talento. Puede jugar de interior, pegado a banda, de mediapunta o de mediocentro, como ahora. Ve muy bien el fútbol y ha aprendido a competir. Antes te tiraba un caño en área propia. Ahora sabe que es mejor hacerlo en área rival», explica Juan Manuel Rodríguez, su entrenador en el filial amarillo.

Ahí hizo amistad con Benito Ramírez, su confidente en el vestuario desde entonces. Otro buen amigo es Morlanes, tinerfeño como él. Y como su chica, con la que convive en Gran Canaria. Desde allí reaviva la rivalidad con el club de su ciudad natal, como hizo a principios de este mes, al decir que el Heliodoro Rodríguez solo se llenaba cuando iba allí Las Palmas a jugar, que es justo lo que sucedió en la ronda de dieciseisavos de Copa, donde cayeron los de García Pimienta (2-0).

«Estoy viviendo la vida que quiero vivir», comenta habitualmente. Y así es. Para empezar, su debut en Primera con Las Palmas fue en Mestalla, el campo de su equipo favorito cuando era un niño. Aficionado del Valencia por jugadores como Villa o Mixta, fue muy especial estrenarse de ese modo. Desde ahí, una imparable dinámica ascendente que ha hecho de Las Palmas el equipo revelación de la Liga, junto al Girona, y con él de máximo goleador, con cinco tantos.

A este momento dulce vital y profesional, en que se ha hecho con el brazalete de capitán tras la estampida de Viera, le ayudan sus estudios de Psicología, que le sirven para saber cómo funcionan las personas, a las que considera más complicada que el motor de un coche. También se apoya en la práctica de mindfulness, justo antes de cada partido, para canalizar y potenciar su energía positiva, un hábito que ha enganchado a más compañeros del vestuario. Hoy, todos ellos y García Pimienta, el entrenador junto a Pepe Mel que más potencial le ha sacado, se miden en el estadio de Gran Canaria ante el Madrid de Ancelotti. Hace apenas año y medio era imposible pensar en algo así. Es la nueva vida de Kirian.

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