Contragolpe
Los malditos vicios fuera de casa del Atlético
«Ser feliz significa ver el mundo como se desea. Futbolísticamente, los colchoneros lo desean como contra Rayo, Real Madrid y Stuttgart»
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Iniciar sesiónPartido europeo espectacular en el Nuevo Metropolitano contra el Eintracht de Fráncfort, al que se endosó nuevamente cinco goles como cinco soles, algunos de grandísimo nivel. Quizá el más artístico de todo ellos por sus combinaciones al primer toque desde el centro del campo ... fue el que se anuló por mano de Griezmann, que había marcado ya su gol número doscientos con la camiseta rojiblanca, cifra al alcance de muy pocos y que podría haber sido mayor de no haber contradicho a su mujer (¡pero a quién se le ocurre semejante desatino!) en su breve contubernio con el Barça. Afortunadamente, volvió como el hijo pródigo para recuperar su cetro de Principito.
Al Atleti de los tres partidos anteriores al del pasado domingo todo le salía bien, incluido el penalti a lo Panenka que lanzó Julián casi a las manos del portero alemán. Hubiera sido injusto que no marcara en la Liga de Campeones la Araña, que jugó de maravilla, como suele ser habitual en él. Botó todos los saques de esquina y faltas con calidad e intención, esprintó, regateó lo que quiso, chutó con peligro y dio pases de gol. Funcionó de maravilla la conexión italiana Ruggieri-Raspadori, Le Normand no solo defendió como un jabato, sino que anotó dos goles, Gallagher peleó y recuperó balones más que nadie, y Llorente y Barrios y Giuliano se adueñaron del centro del campo.
Tampoco contra el Celta se pudo contar con los lesionados José María Giménez, Thiago Almada y Johny Cardoso, que están llamados a ser muy importantes en el futuro. El partido empezó muy bien, con un gol a los seis minutos, en rápida galopada de Barrios tras gran pase de Antoine y con mucha fortuna, ya que el balón lo introdujo en su portería el defensa vigués que intentó despejar. Luego se reprodujeron los vicios de los partidos fuera de casa, con repliegue e imprecisiones constantes. Para colmo de males, el equipo se quedó con diez, por la expulsión de Lenglet. En el segundo tiempo el Celta empató, con el Atleti echado para atrás y sufriendo para conseguir el empate buscado.
Ser feliz significa ver el mundo como se desea. Futbolísticamente, los colchoneros lo desean como contra Rayo, Real Madrid y Stuttgart. Después del partido del Celta no se les queda el cuerpo (que diría un castizo) como para tirar cohetes, precisamente.
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