Muere a los 78 años Franz Beckenbauer, el mejor futbolista alemán

Beckenbauer era el 'káiser', un tipo que dominaba el juego desde la defensa, la elegancia, el buen trato de balón y la potencia física. Un zaguero que transformó los esquemas: era el primer delantero.

Beckenbauer tenía 78 años y una salud deteriorada. Lo fue todo como estandarte de este deporte: jugador y capitán del Bayern Múnich, campeón del mundo en su doble faceta como futbolista (1974) y entrenador (1990) en la selección germana, dos veces Balón de Oro (1972 y 1976) -conquista insólita para un defensa-, tres Copas de Europa consecutivas y una Eurocopa (1972). Pero la salud le había machacado hace tiempo.

Padeció dos cirugías cardiacas, un implante de cadera y un infarto ocular que le provocó la pérdida de la visión en el ojo derecho.

Según desveló su hermano Walter, desde el pasado mes de abril sufría un deterioro general que afectaba tanto al juicio como a la memoria, »sin perspectiva de mejoría». Los síntomas de la demencia senil.

Beckenbauer fue apodado el 'káiser' por la prensa teutona después de un partido amistoso del Bayern de Múnich en Viena (Austria) en 1968 en el que el jugador, entonces de 22 años, se fotografió junto a la estatua del emperador Francisco José I. Káiser es el título alemán que significa emperador.

Fue la comparación más aproximada que encontró el periodismo para plasmar las cualidades de un hombre que aunaba liderazgo, presencia y, sobre todo, elegancia. Beckenbauer era finura con el balón, distinción y gracia en el manejo del juego. Todo lo contrario que la mayoría de defensas de la época, gente de volumen, grandes proporciones y expeditiva en sus funciones.

Muchos de sus mejores momentos se tradujeron en mayor gloria para el Bayern Múnich, su club de siempre, con el que destrozó la moral de los seguidores del Atlético en aquella final de la Copa de Europa de 1974 que engendró la leyenda del Pupas.

Se hizo célebre por sus pases con el exterior del pie, lo que ahora parece haber patentado Modric, por la limpieza de sus barridas a ras de suelo y por encajar una posición novedosa en el campo, la del líbero. Un defensa entre dos centrales con libertad de acción para atacar.

«Johann Cruyff fue el mejor del mundo, pero yo soy campeón del mundo», dijo en aquel 1974 que también dejó con una mancha en el historial de la naranja mecánica de Johann Cruyff. Alemania, liderada por Beckenbuaer, se impuso a la Holanda llena de estética y magia en la que mandaba Cruyff y su fútbol total. Era la Alemania del 'torpedo' Muller, el portero Maier, Breitner o Netzer, los germanos que dejaron huella en el Real Madrid.

«Nosotros no hemos inventado la magia ni el fútbol bonito. El alemán tiene que trabajar si quiere triunfar». Esa fue una de sus frases icónicas para definir la esencia de su país en el fútbol. Eso y el orgullo. El 'káiser' dio muestras de ello cuando jugó la semifinal del Mundial de México 70 ante Italia con un brazo en cabestrillo al haberse dislocado el hombro. Jugó así desde el minuto 65 y Alemania terminó cediendo ante los italianos, que disputaron y perdieron la final del Mundial ante Brasil y Pelé.

Después del Bayern y tras un breve paso por el Hamburgo, se enroló en proyecto multinacional del Cosmos de Nueva York, junto a Pelé y otras estrellas del balón. Se retiró en 1983 y siempre quedó el debate del grande que debiera unirse a Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona en el olimpo del fútbol. Una competencia histórica para Messi, Zidane o Ronaldo Nazario…

En su faceta de entrenador también le acompañó el éxito. Seleccionador de Alemania, llevó a los germanos a la final del Mundial 86, el de Maradona en México, que acabó en derrota, pero también a la final de Italia 90, cuatro años, con cambio de resultado. Alemania se llevó el trofeo ante Argentina y Maradona.

Jugador, entrenador y también presidente durante quince años del Bayern Múnich, el equipo que se convirtió en un grande de Europa al paso del 'káiser'. Como dirigente del fútbol, se hizo cargo de la organización del Mundial de Alemania 2006, el que ganó Italia con el cabezazo de Zidane a Materazzi. Fue acusado de presuntas irregularidades en la concesión del Mundial a su país.

La pasada semana se había estrenado un documental sobre su vida y obra, en el que emitieron opinión numerosos compañeros de su época. Por el deterioro de salud, Beckenbauer ya no pudo participar.