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Luis Rubiales antes del beso

Torero frustrado de niño, jugador tenaz de calidad discutible, sindicalista agresivo y hábil negociador en los despachos: el retrato más personal del suspendido presidente de la RFEF antes de asaltar la poltrona del fútbol español

El Gobierno pide al TAD la suspensión de Rubiales por dañar la imagen de España

Rubiales, con su padre
Pedro Cifuentes

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A Luis Rubiales le interesó el fútbol casi desde que empezó a andar. Cuando tenía tres años, pidió a sus padres que le compraran unas botas. Su madre le dijo que esperara un poco, y el niño se pasó tres días llorando; no paró ... hasta que se las compraron. Después quiso ser torero, pero esa vocación fue en cambio pasajera: su padre (que es su gran referente) lo acompañó un día a una corrida en Motril y llevó consigo un capote. Cuando llegaron, Luis padre le prometió que lo dejaría saltar a la arena en cuanto apareciese el toro. La maniobra disuasoria tuvo éxito: cuando asomó el morlaco sobre la arena, el niño se hizo pis encima.

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