Fútbol
Liderazgo, bronca con Rudiger y peligro en ataque: Ramos da un recital ante el Madrid
El defensa de 37 primaveras, que volvía a enfrentarse a los blancos tras 18 años, fue líder del Sevilla e incluso rozó el gol de la victoria
Crónica: El Madrid se estrella con Ramos y De Burgos Bengoetxea
P. L.
Todos los ojos estaban pendientes de Sergio Ramos que, tras 18 años, volvía a enfrentarse al Real Madrid, otra vez como jugador del Sevilla. Merecía el de Camas un estricto escrutinio, por el morbo y porque tras su discreto paso por el PSG, parece ... haber alcanzado en la capital andaluza un estado de forma óptimo pese a sus 37 primaveras. Cascada de sentimientos en los minutos previos al duelo, decenas de abrazos y sonrisas con sus excompañeros, bonitos gestos disipados en la primeras jugadas, pues el central le propinó una dura falta a Rodrygo, por la espalda y a destiempo, para marcar territorio. El espectáculo había comenzado.
A Ramos siempre le ha gustado estar bajo el 'spotlight', como decía Solari durante su breve paso por el banquillo del Santiago Bernabéu. Aparecer de blanco impoluto en agosto de 2005 en una concentración de la selección española, mientras Sevilla y Madrid negociaban su traspaso, o grabarse un documental mientras los blancos eran apaleados por el Ajax en la Champions de 2019, son algunos ejemplos de su ansia de protagonismo. Ayer, ante el club de su vida, no fue diferente, tuvo de todo su actuación. Aunque esta vez se ciñó al plano futbolístico. Y estuvo fantástico.
Pudo ser dramático su reencuentro con el Madrid porque, poco después de la falta a Rodrygo, en el minuto cuatro, estuvo muy cerca de que le concedieran un gol en propia puerta. Golpeó Valverde desde la parte derecha, casi sin ángulo, más un centro que un disparo, y el central desvió lo suficiente el esférico para que este entrase en la portería defendida por el noruego Nyland. Esta vez el VAR le salvó.
Pareció quitarse los nervios Ramos, muy seguro, quedándose afónico para que el Sevilla se replegara. La defensa adelantada de los andaluces dejaba barra libre a Vinicius y Bellingham para sus habituales diabluras. Fue su entereza ante la tormenta blanca la que les permitió a los locales coger el pulso del partido, quitarse el tembleque y empezar a amenazar la portería de Kepa.
Enfrentamiento con Rudiger
Excelso en la salida de balón, también lo estuvo en el abismo defensivo. Evitó que el Madrid se adelantara tras una gran falta lateral de Kroos, la cual Alaba atacó como un demonio, pero ahí estaba Ramos, muy mandón y poderoso en el despeje. También sacó su orgullo habitual, e incluso hizo recular a Rudiger, una cara de malas pulgas con la que muy pocos se atreven a enfrentarse en la Liga.
Le fue a recriminar el alemán que el español le había dado un codazo a Bellingham y claro, este le explicó quién mandaba. Incluso le apretó los mofletes, como un adulto que le hace carantoñas a un bebé, que era exactamente en lo que se había convertido Rudiger, al menos durante unos segundos, ante el mito. La madurez también le permitió apagar un incendio entre ambos bandos propiciado por Nyland y Vinicius, que amenazó con convertir el partido en la madre de todas las batallas. Pero ahí estaba él para calmar las aguas.
Para la matrícula de honor solo le faltó el gol, y estuvo muy cerca de firmar el de la victoria. El Sevilla, en el tramo final, aprendió que al Madrid lo que más le dolían eran los centros laterales, acción fetiche de Ramos para agujerear la red. En una de esas acciones, se impuso a la defensa (quizás con falta) y estuvo a punto de hacer enloquecer al Sánchez-Pizjuán con tres puntos que parecían imposibles. Pero esta vez el balón se fue por encima del larguero, un final algo agridulce para una actuación para enmarcar. Sergio Ramos está de vuelta.
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