El gesto

El jugador del Real Madrid David Alaba EP

Tras el segundo gol de Morata, Alaba se dio la vuelta y culpó de manera muy brusca a Camavinga por el tanto encajado. Lo irónico es que la culpa de ese gol realmente había sido de Alaba, que se encontraba defendiendo en ... tierra de nadie. También había perdido él la marca en el primer gol de Morata, feliz como cerdo en un barrizal aprovechando todos los huecos y ángulos muertos en el área blanca. Más allá del gol e incluso de la derrota ante un Atlético de Madrid muy serio, esta clase de gestos dan mala impresión. Transmiten cierta sensación de frustración, incomunicación e impotencia. Reflejan asuntos más profundos que un simple reparto de responsabilidades. Los jugadores tienen un código y nunca está bien visto eso de dejar señalado a otro compañero por un gol en contra.

El problema de quejarse a un compañero, al árbitro o al empedrado es que se vuelve adictivo. Los que han jugado al fútbol saben que es habitual atravesar rachas más protestonas que otras. Porque es el reflejo del estado emocional y hasta físico del jugador. Exterioriza la seguridad que tiene el futbolista en ese momento. Volcar tus frustraciones y enfados en el de al lado es algo que te alivia momentáneamente y te tranquiliza cuando peor lo pasas. Es culpar a la cómoda por el golpe en el dedo meñique que te has propinado por ir descalzo. Es destrozar la raqueta contra el suelo por una bola que no pasa la red. Pero sirve de muy poco. En un equipo, además, puede llevar a provocar pequeñas grietas inadvertidas que terminan produciendo fallos sistémicos.

Alaba tuvo una pasada temporada bastante floja. Sobre todo para el excelente nivel al que nos tiene acostumbrados. Este año, sin su compañero Militao al lado, no pinta desde luego mucho más fácil para el austriaco. Tal vez este tipo de dudas y frustraciones afloraron ayer. De hecho, fue uno de esos partidos en los que se echa especialmente de menos a un central como el brasileño, dominante como pocos en el juego aéreo.

A este Madrid le faltan muchas cosas todavía, cosas que Bellingham ha ido tapando con sus apariciones y goles como el que va cubriendo agujeros con una buena mano de pintura. Le faltan Courtois, Militao y Benzema. Le falta Carvajal. Le falta verticalidad. Le falta seguridad y aplomo a algunos jugadores. Pero, sobre todo, le sobran esos gestos.

Esta semana el cuerpo técnico del Madrid tiene por delante mucho trabajo de vídeo para analizar cómo defender los centros laterales. Pero que no descuiden tampoco esta clase de gestos. Porque como decían en la serie 'The Crown': la decadencia siempre empieza por los pequeños detalles.

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