Fútbol

La extorsión ultra dinamita al Marsella

Ligue 1

Marcelino abandona el Olympique tras las amenazas de los grupos radicales al presidente Pablo Longoria

Marcelino explica su adiós al Marsella: «Las condiciones de trabajo no son las adecuadas para desarrollar nuestra profesión con seguridad»

Aficionados del Olympique de Marsella AFP

Como si un equipo de otro continente fuera, los grupos ultras del Olympique de Marsella tienen la fuerza para reunirse en privado con los dirigentes de la entidad, exigir despedidos, alzar la voz de manera intimidatoria e incluso amenazar de muerte al personal si ... no atiende a sus peticiones. Y ese ultimátum es el que recibió el pasado lunes el español Pablo Longoria, presidente del club, por parte de una decena de destacados miembros de los colectivos ultras que mandan en ambos fondos del Vélodrome (grupos que están vinculados con las mafias de la ciudad). Esos radicales se agarran a una pérdida de identidad patria en la plantilla tras la marcha de estrellas francesas como Dimitri Payet o Mattéo Guendouzi en la ventana estival de traspasos (o la derrota ante el Panathinaikos en la previa de la Champions League) para exigir que se guillotinen cabezas. Como siempre hicieron sin consecuencias tajantes, utilizaron de nuevo su mejor arma: el miedo.

Longoria reconoció en el periódico local 'La Provence' el mal rato que pasó al ser visitado por los ultras de su equipo. «Lo que pasó el lunes fue muy fuerte, inadmisible, muy desagradable. Sí, es la guerra, como ellos me han dicho». Junto a él, en esa reunión estaban el director general, Pedro Iriondo; el director de fútbol, Javier Ribalta; y el director financiero, Stéphane Tessier. Los cuatro fueron 'invitados' a salir de la entidad; un intento para forzar la dimisión del dirigente ovetense y de su núcleo duro de colaboradores.

Pese a la gravedad de la situación y la tensión vivida, Longoria no renunciará a su cargo. Respaldado por el propietario del club, Frank McCourt, que despreció la extorsión ultra, el presidente afirma que seguirá representando a la institución: «Debo asumir mis responsabilidades».

Adiós extradeportivo

Pese a que el principal señalado por los ultras era Longoria, fue el entrenador del equipo el que decidió marcharse de un lugar en llamas. Amigo cercano del presidente, Marcelino García Toral había llegado al sur de Francia en el principio del recién finalizado verano y, salvo la eliminación temprana de la Liga de Campeones, su estreno en la liga francesa había sido bueno. De hecho, el equipo está invicto y es el cuarto clasificado en la Ligue 1 a dos puntos del líder, el Mónaco.

«La intimidación y los ataques individuales que han recibido el presidente y su junta ejecutiva, cuando el campeonato solo ha cubierto cinco fechas de competición, auguran días inciertos, donde las condiciones de trabajo no son las adecuadas para desarrollar nuestra profesión con seguridad y la normalidad en un club de fútbol», argumentaba el entrenador español en un comunicado publicado en sus redes sociales. Así, tras solo siete partidos oficiales como técnico del Olympique, la extorsión ultra propiciaba la precoz marcha del asturiano de Marsella.

Un poder alarmante

El problema de ceder al primer chantaje reside en que este en rara ocasión es el último. Hace dos años, numerosos radicales del Olympique asaltaron el entrenamiento del equipo con la intención de forzar la marcha del por aquel entonces presidente Jacques-Henri Eyrau (el predecesor de Longoria). McCourt comparó el suceso con el asalto al Capitolio, pero, ciertamente, la dirección del Marsella varió al son del chantaje. Ahora, en una situación similar, los grupos ultras se sienten aún poderosos.

«La regla principal en Marsella es clara y simple: no se toca a nuestra gente. Defenderemos el club cueste lo que cueste», escribía recientemente en Twitter Hamza Baggour, cabecilla del grupo más numeroso de aficionados radicales del Olympique, los llamados South Winners. De ideología antifascista, este grupo, como el Comando Ultra 1984 -su líder, Santos Mirasierra, fue condenado a tres años y medio de prisión por agredir a un policía en un Atlético-Marsella de 2008- o los cuatro colectivos ultras restantes, engloban a un total de 27.000 hinchas e, incluso, administran el dinero de los abonos de los respectivos fondos en el Vélodrome. Mientras la guerra continúa, el futuro del Olympique se intuye oscuro.

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