Fútbol
El estrés de arbitrar un Barça-Madrid
Un clásico es mucho más que un partido. También para el responsable de dirigirlo, que debe aprender a controlar el ruido mediático y las presiones de los días previos
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Iniciar sesiónEl ecosistema arbitral español vive el peor momento de su historia, carcomido por las arbitrariedades del VAR y la sospecha judicial sobre «corrupción sistémica» por los pagos del FC Barcelona al exvicepresidente de los árbitros, José María Enríquez Negreira. Las lágrimas de De Burgos Bengoetxea ... y el posterior plantón del Madrid marcan sin duda un nuevo punto de inflexión en esta tragicomedia. Pero el estrés permanente de los colegiados es muy anterior a la explosión del 'caso Negreira': como dijo Arsene Wenger, «aceptamos que los jugadores cometen errores y que los entrenadores se equivocan, pero jamás aceptamos que los árbitros también lo hagan».
Las vicisitudes psicológicas de pitar un Real Madrid-Barcelona sólo son experimentadas por los colegiados de élite, a pesar de que (como dice uno de ellos, Manolo Díaz Vega, mejor árbitro de España en 1992 y 1998), «estos partidos no deberían vivirse como algo extraordinario: un clásico no tiene reglamentos ni estrategias diferentes. Y el árbitro no debería afrontarlo con un conocimiento distinto al de cualquier otro gran partido […[ Pero claro, existen dos vertientes: una es la realidad y otra la dimensión social, con sus consecuencias noticiables».
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Los Madrid-Barça son, desde hace décadas, mucho más que un partido: hay incluso recursos en los juzgados sobre de la propiedad de la marca 'El clásico'. Para quienes lo arbitran tampoco es una cita más. La presión no aumenta con el pitido inicial: se construye en los días previos, alimentada por el ruido mediático. Díaz Vega, que fue internacional entre 1990 y 1999, asegura en conversación con ABC que «la presión no la genera el campo. La genera la envoltura social del partido: el entorno del árbitro, del aficionado, del jugador… Pero ahí está precisamente la grandeza del árbitro: saber manejar esa tensión… Si no eres capaz de abstraerte del ruido mediático que genera un clásico, puedes acabar sobreactuando. Y eso es lo que nunca debe pasar. Por eso se nombra a un árbitro internacional con peso, sapiencia y destreza».
El exárbitro ilerdense Xavier Estrada Fernández (autor del libro 'La verdad sobre el caso Negreira') nunca pudo arbitrar un clásico, por estar adscrito al colegio catalán. La prohibición le sigue pareciendo una hipocresía: «Que no se permita pitar un clásico a árbitros catalanes o madrileños es un agravio. Se pone en duda nuestra profesionalidad por el simple hecho de haber nacido en un lugar u otro. No se trata de si eres de un equipo o del otro. Se trata de hacer tu trabajo como un profesional». «Actualmente tenemos un árbitro nacido en Madrid», prosigue Estrada, «Cuadra Fernández, que está colegiado en el Comité balear y sería un candidato a pitar un clásico, lo cual no deja de ser paradójico. Valorar más el colegio territorial al que perteneces que el lugar donde naciste no tiene sentido».
Estrada Fernández sí pitó numerosos derbis madrileños, andaluces y vascos. En su opinión, la preparación de estos partidos es distinta al resto: «Un árbitro no puede vivir de espaldas a la calle, y todo el mundo sabe que en los bares no se está hablando de otra cosa… La preparación previa es parte del ADN del árbitro. Hay que proyectar escenarios posibles, imaginar cómo reaccionarán los equipos si van por delante o por detrás. Incluso ver derbis de temporadas anteriores, para sacar lecciones».
A pesar de que Estrada menciona los vídeos de Real Madrid TV como un nuevo factor de distorsión, en general los colegiados coinciden en que la mayor presión habitualmente no procede de los clubes, sino de los medios de comunicación. «Están presentes cada día, generando relato, expectativas, sospechas...», afirma el catalán: «Una final entre dos equipos que están en momentos muy distintos añade mucha tensión. El árbitro sabe que cada decisión tendrá mucha más repercusión, y cada uno afronta ese estrés a su manera. Algunos se aíslan; otros prefieren saberlo todo, incluso usar esa información a su favor en el campo. Te pongo el ejemplo del enfado que tuvo el otro día Ansu Fati. Hay detalles que un árbitro debe controlar: el momento de forma de un jugador, su posible frustración. Eso te permite anticiparte y gestionar con empatía».
Manolo Díaz Vega, que tras su retirada fue director técnico de los árbitros españoles durante más de 15 años, cuenta que a los jóvenes siempre les decía lo mismo: «Este trabajo no es una lotería. Has sido designado por tus condiciones. No te va a pasar nada en un clásico que no pueda pasar en cualquier otro partido. La clave está en saber sobreponerse al error cuando aparece… No hay árbitro que no lea o escuche noticias. Lo importante es saber relativizar. Esa es la mejor forma de llegar sereno mentalmente al partido. Porque hay un duende psicológico que, si no sabes manejar, te puede traicionar. Ese duende tienes que saber controlarlo y abstraerte de él».
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