ADEBAYOR, «TO-GOLES»

No lo ha conseguido y ha ido dejando pasar las horas hasta que el huracán le ha pillado enredado entre las sábanas. Incluso se pudo decir que tuvo suerte cuando Higuaín se rompió: horas por delante para jugar, partidos para demostrar que estaba despierto, para hacer ver a Florentino que el viaje a su casa para ficharle no fue un desplazamiento baldío. Pero no ha llegado a despertarse del todo.

Así que Mourinho apretó las tuercas y ahí ha llegado un pedazo de tío, alto como una jirafa, pero dúctil y despierto. Atento y comprometido, metido en el partido de principio a fin. Adebayor tiene las piernas muy largas y los brazos muy extensos para proteger el balón de las arremetidas de los rivales. En solo 90 minutos el togolés, que es «to-goles», dejó mejores sensaciones que todo lo que ha hecho Benzema desde que viste la camiseta blanca.

Se ve que Adebayor tiene hambre, muerde los minutos como si le fuese la vida en ello, como si acabase de nacer, lo que no es una tontería teniendo en cuenta que es un tipo que ha salido vivo de un ametrallamiento.

Gracias a la vida que se suele decir. Y Adebayor da gracias a Mourinho por sacarle del anonimato, perdido como estaba en las trincheras adineradas del City, clásico equipo de talonario por delante y carencia de títulos por detrás. Allí se había perdido el africano tras un shock como el que había tenido cuando tirotearon a su selección en la Copa de África. Fue «Manolito», como ya le han bautizado en el vestuario blanco, el primero que dio la cara por sus compañeros, y eso ha dejado constancia en la memoria de Mourinho, que valora la solidaridad por encima de todas las cosas.

Ahora Adebayor «mata» por Mou y Mou «mata» por Adebayor. Y por encima de todo esto, de la hermandad y de los lazos de sangre, llega Cristiano como un obús en busca de la gloria eterna, en busca de Lionel, en busca de seguir siendo el más guapo, el más alto y el mejor. No lo tiene fácil...