FÚTBOL/ASCENSO DEL RAYO VALLECANO
Rayo Vallecano: El año que un barrio devolvió el romanticismo al fútbol
Los duros momentos vividos en el seno del club debido a los impagos dejaron tras de sí una estela del romanticismo del fútbol de otros tiempos
LUIS MIGUEL L. FARRACES
Pocos, muy pocos de los 380.000 habitantes de Vallecas (Villa y Puente) podrán resistirse hoy a leer y releer las noticias que hablan ya del Rayo Vallecano y su sexto ascenso a Primera . Un final feliz para un año repleto ... de dudas y dificultades en el que los jugadores apenas han cobrado y la sombra de la desaparición del equipo se proyectó en más de una ocasión sobre el sureste de la capital.
Los problemas económicos han asfixiado este año a la plantilla del Rayo hasta límites impensables para un equipo profesional. Las escenas que han dejado tras de sí los impagos van desde la organización de rutas por parte de los jugadores para ahorrar gasolina a la hora de ir a entrenar, hasta que las familias de algunos miembros de la plantilla nacidos fuera de Madrid hayan retornado a sus pueblos natales para recortar gastos. Míchel, capitán de la escuadra rayista tras más de 15 temporadas en Vallecas, resumía el panorama el pasado marzo:. «La situación es dramática (…) no vemos un duro. Llevamos cerca de un año sin cobrar . La plantilla cree que nos están engañando.»
Pero esos momentos tan duros han dejado tras de sí estampas de un fútbol de otros tiempos. Escenas de compañerismo en el vestuario, de unión en tiempos difíciles. De José María Movilla , convertido en apenas dos temporadas en un símbolo para el rayismo, renunciando a sus emolumentos para que pudieran cobrar empleados y canteranos . Movilla ha reconocido en más de una ocasión que ha podido ir tirando más o menos con el dinero que ha hecho a lo largo de su dilatada carrera profesional. Sin embargo, el Rayo no es solo el primer equipo. Los
Los jugadores llegaron a organizar una ruta para ir a entrenar ahorrando gasolina
canteranos y empleados del fútbol base viven mes a mes y las dificultades han sido mayores. Algunos como el delegado del Rayo B, Ángel de Miguel Ruiz, no pudieron aguantar y tuvieron que hacer las maletas a mitad de temporada. Una pancarta en el fondo del Estadio de Vallecas desplegada por la afición le agradeció su entrega durante más de una década.
Con una situación así cabe preguntarse cómo ha llegado la plantilla a hacer realidad el sueño del ascenso. Qué ha llevado a los jugadores a luchar hasta el último suspiro, a meter la pierna y asumir los riesgos de caer en una lesión por un club que no les paga. La respuesta se encuentra en las declaraciones que han ido haciendo los jugadores a lo largo de la temporada. «Es muy duro, pero si alguien conoce a la afición de Vallecas sabe por qué seguimos jugando aunque (…) es complicado llegar a casa y explicar que tenemos que seguir a tope pese a no cobrar.» Son palabras de Dani Giménez, el segundo portero del Rayo. Sobre el mismo tema David Aganzo, delantero titular, aseguraba en una entrevista para una radio nacional: «A mí me han educado a no dejar tirada a una afición como la de Vallecas . Debemos dejarnos el alma para que el equipo no desaparezca». Él, como todo el barrio, sabía que la única forma de salvar al Rayo de la desaparición era subir a Primera.
Comunión total entre equipo y afición
La comunión de la plantilla con la afición, alineada con los jugadores desde el mismo momento en el que se conoció que llevaban cerca de un año sin cobrar, ha sido la clave del éxito del equipo. La grada vallecana ha organizado durante estos meses manifestaciones por la Avenida de la Albufera, caravanas de protesta frente a la residencia familiar de los Ruiz-Mateos y viajes multitudinarios para acompañar al equipo en los partidos fuera de casa. Pero lo más llamativo quizás haya sido la creación de la denominada 'Fila 0', una plataforma puesta en marcha por los seguidores para recaudar dinero a través de venta de camisetas, sorteos y otras actividades. Las recaudaciones han sido destinadas a ayudar a los empleados y la plantilla y pagar árbitros y desplazamientos.
Esa unión entre la grada y sus jugadores se vio más potenciada si cabe, tras el partido en Huesca a finales de febrero. Aquel día la plantilla saltó al campo de El Alcoraz con una pancarta en la que se leía un tajante: «Basta ya de impagos. Solución YA». Pero, en un guiño a los aficionados desplazados, los jugadores posaban con una camiseta con la leyenda: Rayo y afición, unidos por un sentimiento .
Aquella mañana en Huesca el Rayo salió goleado ante uno de los modestos de la categoría. Tras un partido pésimo de los rayistas, con la mente claramente fuera del ámbito deportivo, Teresa Rivero terminó de encender la mecha para que todo un barrio se alineara en contra de la familia Ruiz-Mateos. «Han estado fatal. Parece que no quieren subir», dijo ante las cámaras de televisión durante el descanso del encuentro. La jornada siguiente fue recibida en Vallecas entre pitos, pancartas exigiendo su dimisión y sendas pañoladas en los minutos 15 de la primera y segunda parte. Fue el principio del fin.
Vallecas sentencia a los Ruiz-Mateos
Los seguidores rayistas han permanecido del lado de la plantilla hasta las últimas consecuencias. Incluso cuando sus ídolos amenazaron en un comunicado con dejar de jugar en Valladolid el pasado mes de abril, comprometiendo así no solo el ascenso, sino la supervivencia del club. Entonces, pese a lo que cabría esperar, los foros rayistas en Internet echaron humo contra la familia Ruiz-Mateos y los seguidores coincidían en que no se podía exigir más a unos jugadores que l levaban un año defendiendo gratis su camiseta . Al final, menos de 48 horas después de la amenaza de plante, el capitán Míchel comparecía ante los medios. «Jugaremos en Valladolid. Nos debemos a una afición volcada con nosotros», zanjaba. Aquel fin de semana en Pucela acabó con un empate a dos y con los jugadores saliendo a bailar al césped tras el partido ante los cientos de rayistas desplazados al ritmo de «La vida pirata», uno de los cánticos más representativos de la grada vallecana.
Hoy, ante la ausencia de dinero, la fuerza de una veintena de profesionales por defender una camiseta ha terminado con el retorno del Rayo a la élite del fútbol español. Esa misma fuerza que llevó el pasado verano a Antonio Amaya a aceptar volver cedido al Rayo desde el Wigan Athletic, aún teniendo que bajarse el sueldo. Esa misma fuerza que ha llevado durante todo el año a miles de vallecanos a defender el mayor icono de su barrio , a proteger su supervivencia. Esa fuerza que siempre les confiere, como dicen a este lado de la M-30, defender la franja roja que cruza el alma. Vallecas y su Rayito siguen siendo otra historia.
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