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Final Champions

París y la obsesión madridista

La capital francesa recibe la final de la Champions triplicando sus precios hoteleros y con los últimos ecos de Mbappé de fondo. ¿Se percibe un ambiente contra el Madrid? No especialmente. Una larga cola recorría parte del Parque de los Príncipes para ver el tour del PSG

Liverpool - Real Madrid: final de la Champions, última hora en directo

Alineación del Real Madrid y el Liverpool hoy en la final de la Champions League 2022

Colas ayer para visitar el Parque de los Príncipes, el santuario de PSG Hughes
Hughes

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En Montmartre , las chicas americanas encuentran apropiado ponerse boinas francesas. Quizás no hay otro sitio donde hacerlo. Los hombres caminan por la calle con el pan en brazos, como si fuera un bebé. París, inconmovible y eterna, seguía a sus cosas el viernes como si la Champions fuera un congreso de dentistas. El jueves fue la fiesta de la Ascensión y al día siguiente había en sus calles una sospechosa serenidad. La ciudad estaba de puente (nos atreveremos a decir 'du pont') aunque sí siente y agradece el impacto de la final. Sus hoteles se han llenado. La prensa local informaba de que la última semana estaban al 93% de ocupación y el precio medio de lo que quedaba era de 1.800 euros por dos noches. Se triplicó. Se juega también Roland Garros (estuvo Zidane entre el público) y París recupera la normalidad de su turismo. En las tiendas de 'souvenirs' cerca del Sagrado Corazón se veían los clásicos motivos de la torre Eiffel, el gallo de la selección y camisetas de Messi… pero ¿y Mbappé?

[ Final de la Champions | Horario y dónde ver el Real Madrid - Liverpool ]

La sensación es que el desenlace de su futuro ha traumatizado más Madrid que alterado París, donde la resaca se percibía, apenas, en el análisis siempre sesudo de su prensa. Un periodista, Laurent-David Samana, autor del libro 'Footporn', ponía la resolución del caso Mbappé como ejemplo de 'pornografía futbolística', un paso más en la industria del espectáculo; para otro, Mbappé era ejemplo deportivo de la nueva independencia del artista en un mundo de grandes plataformas/clubes; y había quien mezclaba ya no política y fútbol, geopolítica y fútbol, situando la continuidad de Mbappé en el marco de nuevas relaciones internacionales y nuevos flujos de energía y poder. Viendo los grandes atascos de París se piensa, ¿de dónde sale el combustible para tanto? La espectacularidad resonante en historia de París explica que Estados como Catar hayan querido proyectar allí su imagen, limpiarla. Si el fichaje era estratégico en Madrid, aun lo es más en París, y se comprende fácilmente estando allí. El PSG tiene menos seguidores en redes sociales que Mbappé. En la entrada de la tienda oficial del club está su figura destacada, su camiseta. Messi y Neymar son fotografías en los flancos, y Ramos muy al final, haciendo un escorzo entre Zoolander y el 'minuto 93'. El tour del PSG en el Parque de los príncipes ya es una pequeña atracción turística más. Una larga cola de visitantes recorría parte del estadio. A falta de Champions, dentro se exponen los trofeos de la sección de balonmano. Mbappé es la base de un club que empieza a ser global, e imagen de Catar antes del próximo mundial, pero hay una importancia estrictamente francesa. En 2024 se disputarán en París los Juegos Olimpicos, y Mbappé podrá ser símbolo de la ciudad. En sus declaraciones estos días dijo ser una «figure nationale», una figura nacional, «con derechos y deberes». Un personaje público al servicio de la nación. Cierto chovinismo se notaba estas horas, por ejemplo, en la forma en que personajes del fútbol francés como el presidente de su Liga profesional respondían a Javier Tebas y cerraban filas con el PSG .

¿Hay por ello o se percibe un ambiente contra el Madrid? No especialmente. Se ha convocado una huelga de trenes y en el comentario de la noticia en una web, un francés lo celebraba: ojalá los madridistas se pierdan el partido. Es posible presentir una nueva rivalidad cuando al escuchar la queja por el fresquito, el camarero, jactancioso y en manga corta, pregunta con sorna si acaso el visitante viene de Madrid. Pero son impresiones tan ligeras como prejuiciosas. Hay por la calle simpatizantes blancos, sobre todo admiradores de Benzema, los hay en los taxis, en las tiendas, gente que dice 'Hala Madrid', dentro, eso sí, de la impresión general de que París está muy por encima del fútbol. Su globalidad es muy superior a la globalidad del fútbol. ¿Con quién irán en la final entonces? EL PSG no ha tenido litigios con el Liverpool, pero no conviene apresurarse en sacar conclusiones. Se esperan unos 70.000 ingleses, muchos sin entrada. Hay tiempo para que esto cambie. La mayoría van por la calle en pantalón corto, como si se tratara de algún atuendo colonial o un requisito aduanero. Es el uniforme del 'supporter'.

Se veían menos españoles, y de un modo más discreto, con un sentido de la costumbre. Para algunos es su octava final y ya no es cosa de ir montando el número. Había madridistas en las terrazas de los bulevares disfrutando de la 'liberté' de París, que no es exactamente la de las terrazas de la libertad de Madrid. Se advierte en la posición de la mesa y las sillas, de cara al peatón. Esto predispone a una óptica de voyeur que disciplina cívicamente al que observa y al observado.

El aficionado español en París tiene algo de landista, pero no en el sentido sicalíptico. No es que persiga a las francesas. El sentido de ese landismo nos lo reveló el presidente del Atlético de Madrid. Enrique Cerezo declaró que no irá a la final, que se quedará en casa viendo 'París bien vale una moza'. Esto sonaba a broma, pero no. ¡Daba en el clavo! En esa película, Alfredo Landa es enviado a la capital francesa para recuperar a la hija díscola de un cacique local. ¿No nos suena esto? Es como el mito de Europa: Europa es raptada por Zeus, hecho toro blanco, y han de recuperarla. Bien mirado, ¿no hace eso el Madrid? ¿No es eso lo que hace el Madrid cada vez que sale a conquistar la Copa de Europa? ¿La roba o la recupera? Este trofeo significa para los madridistas infinitamente más que para los demás. Los demás ven un trofeo, una proyección, a lo sumo una consolidación. Para el Madrid es una misión y una razón de ser. A nadie le importan estas cosas tanto como al madridista. Para París es solo un evento más, y ni siquiera allí hablan tanto de Mbappé (que tampoco se pronuncia 'embapé'). El madridista, dolido, aparca ese asunto. Quiere llevarse la Copa a Madrid y castigar con los reflejos metálicos de su gloria y su indiferencia al futbolista, mientras se hace a la idea de dejarlo un tiempo en París. Ni siquiera Mbappé sospecha que está cedido allí. O como dijo un 'pichi' expatriado: «Que se nos foguee».

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