La Supercopa de Falcao, una carnicería en 45 minutos

Anoche dejó boquiabierto al mundo del fútbol con una exhibición inolvidable en la Supercopa . Boquiabierta dejó también a la reputada defensa del Chelsea. Los Cahill, Cole, David Luiz y compañía se preguntaban quién era ese caníbal capaz de emerger de la nada en cualquier rincón del área y acribillar a Cech sin piedad hasta en tres ocasiones. Falcao los volvió locos. A ellos y también a la afición del Atleti, desplazada desde las entrañas del Madrid más «currelas» al opulento reino de los Grimaldi.

Menos de cinco minutos tardó el colombiano en explicarle a los disciplinados zagueros de Di Matteo que hay mininos imposibles de domesticar. Apuró Filipe Luis la línea de fondo en el 4´ e intentó el pase de la muerte. Cuando el balón salió de sus botas no había ningún compañero en las inmediaciones. Pero un depredador como Falcao puede aparecer súbitamente donde parecía imposible que lo hiciera. Así fue. Irrumpió de la nada y remató al larguero. Primer arañazo en el protegido rostro del guardameta checo del Chelsea.

Dos minutos después llegaría el zarpazo definitivo, el inicio de una carnicería que anonadó a Europa. Galopó el indómito Radamel tras un gran pase en profundidad, lo agarró, encaró al portero checo del Chelsea , y con la clase que acompaña a su voracidad, superó su salida con un toque de zurda certero y sutil. Toquecito en el palo y gol. Empezaba el festival.

En pleno vórtice goleador, en el 17, Radamel el implacable volvió a pisar el área del campeón de Europa. A Cech le entraron sudores fríos. Con razón. Segundos después recogía el balón de su portería después de un latigazo con la zurda que perforó su escuadra. Como en Bucarest contra el Athletic : recorte hacia el interior y zapatazo letal. Casi sin carrerilla y con una potencia inapelable. Visto y no visto. El Atleti acariciaba el éxtasis mientras el tigre colombiano se relamía el hocico tras su nuevo festín.

Pero no tenía bastante. La sangre llama a la sangre y el gol, como la caza, crea adicción. En el 35, Adrián, solo al borde del área pequeña, pifia un remate que era medio gol. Adrián es muy bueno, pero a veces le falta algo de contundencia. Justo lo que le sobra al «Tigre», que acudió presto a liquidar a la presa que dejó con vida su compañero. Se tiró en plancha como un energúmeno y remató ese balón muerto al poste. Su segunda madera de la noche.

Y al filo del descanso llegaría el colofón. Tras sacar mal un córner el Chelsea, los rojiblancos salieron a la contra como ardillas en una autopista. Como le gusta a Simeone. ¡¡Tataratarataraaaaaaá!! Llegaron casi media docena de atacantes atléticos. Al borde del área y con muchas opciones de pase, el turco Arda Turan prefirió esperar. Desbocado llegaba «el Tigre» del Atleti. El turco se la dejó con clase y con la misma clase el colombiano ajustició a Cech. El «hat trick» se había completado.

La segunda parte sirvió para que la afición atlética saboreara su triunfo. Falcao sesteó sobre el césped, haciendo la digestión de tan opíparo festín goleador. Así son los tigres, cazan, comen y luego, a dormitar. Fueron 87 minutos de juego, seis remates, tres golazos y dos palos, una exhibición bestial.