LIGA BBVA
Exhibición de armas nucleares del Real Madrid
El equipo de Mourinho se agarra a un formidable Casillas y luego destruye al Sevilla con sus bombas de alta precisión
JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
Es lo que tiene disponer de los mejores del mundo. Cuando el rival te tiene contra la pared, acosado por sables, floretes y dagas de manejo corto pero mortales, siempre sale alguno de los tuyos que te saca del apuro . En este caso ... el Madrid dispone del mejor portero del mundo, el mejor sin ningún género de dudas (solo los ciegos, los ignorantes o ambas cosas pueden cuestionar a un arquero así), muchos escalones por encima de los demás.
Presionaba el Sevilla con ese ardor e ilusión que siempre muestra ante los madridistas, apretando las tuercas hasta el máximo. Entraba por el lado blando del Real, que es Marcelo, mal colocado, ineficaz ante un extremo de verdad como Navas, y haciéndole un daño tremendo. Pero en las claras ocasiones que tuvo surgió Casillas : la primera en una parada de otro mundo, imposible de hacer, justo igual que la que realizó a Perotti hace dos años en este mismo escenario y en la misma portería. Esta vez su víctima fue Del Moral y luego repitió en un tiro bajo, envenenado, mortal de necesidad, de Trachowski . Y así mantuvo al equipo, solo a la espera de que en el cuerpo a cuerpo llegasen los de arriba y crucificasen al Sevilla.
Porque esto es así. Hay dos maneras de enfrentarse a los dos grandes . O te metes atrás y te encomiendas al Señor y a todos los santos en busca de algún milagro, o te plantas delante de ellos y, fijos los pies como clavos, te lías a mamporros a ver quien es más chuleta y quien tiene más cuajo y redaños. Generalmente te tumban, no porque les echen más de todo, sino porque en el intercambio de guantes ellos tienen más pegada. Y al Madrid le sobra. Le sobra eso y tipos con ojos de águila . Ausente Ozil porque parece más pendiente de otras cosas que del fútbol, Mourinho le dio una ocasión a quien se la merecía: Callejón, en una decisión justa y necesaria . Eso llevó a Di María al centro y desde ahí masacró a los sevillistas. Asistencias por doquier del argentino (ya lleva 13) para dos goles balsámicos que frenaron a los andaluces, y luego un misil teledirigido de Cristiano para poner al Sevilla al borde del abismo. Bien, pero todo eso lo había sustentado antes Casillas, que más que santo es una iglesia entera.
Orden y firmeza
El equipo de Toral, valiente, heroico, sin rendirse, siguió arriba a pesar de todo y, cuando todo estaba perdido, llegó Clos Gómez para intentar echarle una mano . Clos es malo, no porque echara con más o menos justicia a Pepe, sino por la forma en que lo hizo, casi dándole con la tarjeta en la cabeza, gesto dictatorial y tiránico que dice muy poco de su calidad como colegiado. Mourinho, que recordaba la lista de errores producidos por este mismo árbitro el año pasado (ya le vale al Comité echar fuego al infierno) bramaba en colores porque la decisión (más que discutida) volvía a meter al Sevilla en el encuentro.
El partido quedó para el acoso y derribo de los andaluces en una agónica lucha contra el reloj. El problema es que el Sevilla se maneja bien en la presión, robo y salida, pero a la hora de elaborar ante un equipo cerrado y bien ordenado como el Madrid tiene problemas porque carece de constructores de talento si exceptuamos al irregular Rakitic.
El Madrid, aun con diez, se mostró ordenado y peligroso, muy inquietante a la contra. El Sevilla, necesitado, adelantó líneas y los de rojo vieron un oceáno despejado delante. Llegó Benzema en un toque primoroso y Di María puso la guinda a su excelente partido . Luego, todo fue un festival de colorido y goles para los de Mou.
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