Regreso al pan de cada día

La pegajosa tendencia del Sevilla al contacto, el roce y cualquier otra acepción más o menos contundente de fricción, derivó el partido hacia una órbita de choque, de cuerpos rodantes por el tapete y pañuelos anudados a la cabeza en el horizonte . Es la versión de este equipo desde hace años. Y poco o nada tiene que ver con el sello de sus entrenadores, cada uno de su padre y de su madre. Más bien se trata de la seña de identidad de una institución cuyo fútbol se impregna del clima ambiental.

El Sevilla quiso que hubiese ronchas de piel en la hierba y a ello se empleó en afanosa tarea. Mucho fútbol interruptus, brazos que sujetan, piernas que traban y codos que también juegan. Es su naturaleza moderna. Pensó el Atlético en otra vía para dar curso a su estilo recién estrenado de toque , de combinación y pared, de hábiles desmarques de Falcao a la espalda de los defensas. No consiguió imponer su tesis, pese a la decidida apuesta de Manzano. Consideró clave el partido e ingresó en el campo con el mejor repertorio: Diego, Arda, Reyes y Falcao. Cuatro futbolistas que hacían años no se juntaban en el Calderón.

Los cuatro proporcionan confianza a la grada, a pesar de las dificultades del rival, de la goleada en Barcelona y de posibles incompresiones. Cada vez que Diego sujeta la pelota, la parroquia tiene la sensación de que algo diferente puede pasar . Prende la chispa del ingenio a través de la finta, el cambio de dirección, el regate o el juego de cintura.

Diego lo probó de todas las maneras y el gol rondó al Sevilla. Lo tuvo Reyes en una pared hermosa por la derecha. Y lo tuvo Falcao cerca de su puntera en otra triangulación que la gente del Calderón celebra como si fuesen encuentros en la tercera fase.

El Atlético perdió pie después del descanso. Se trastabilló en la duda . No supo qué hacer con el partido: si seguir en su empeño por ganar o empezar a mirar al marcador. En ese intervalo surgió un Sevilla eléctrico. Penetrante por las bandas, tanto Perroti como Navas mostraron que el equipo hispalense podía hacer algo más que especular con el tiempo y el 0-0. También surgió Courtois, un portero imponente que no aparenta 19 años . Sostuvo a su equipo con paradas extraordinarias cuando se mascaba la tragedia en el Calderón. Por una sinergia comprensible, el Sevilla reclamó también a su guardameta. El Atlético se desperezó unos instantes al impulso de la conexión de Reyes y Silvio por la derecha y generó buenas ocasiones. Dos de Falcao y otra de Reyes que Javi Varas deshizo con su cuerpo elástico y manos ágiles.

Sometidos a los porteros, el Atlético apretó en el tramo final mientras el Sevilla jugaba a lo otro . Saques interminables, jugadores muertos por los suelos, cambios congeladores. No se encontró el Atlético y tampoco Falcao. Ayer demostró que, igual que las mete de tres en tres, también falla.