Salvio desbloquea al Atlético

El Atlético penetró con firmeza en el partido y se fue al descanso con una punzada en el corazón. Se deslizó en breves minutos desde la seguridad que emanaba su fútbol hacia esa pendiente fatalista que acompaña a la entidad cuando un plan se tuerce. El grupo enérgico que percutió contra el Hannover durante 35 minutos, que generó ocasiones y desperdició más, que no se achicó por el segundo extra de pasividad que Arda o Adrián emplearon para pensar en el área, se descompuso en ocho minutos. Desde el gol de Diouf hasta el intermedio. [Fotogalería: las mejores imágenes del partido]

Obtiene más sensaciones que resultados el Atlético. No ha terminado de cuajar la oferta de Simeone en una hoja de dividendos potente. El equipo expone y juega, pero carece de ese instinto brutal que extermina contrarios. La pegada del Madrid, por ejemplo.

Fue sintomático que en un encuentro de estas características, a tres partidos de una final europea, gente competente y dotada como Adrián o Arda Turan desperdiciasen contenidos de primera calidad por pensar a velocidad de tortuga en el área. Los equipos con nitroglicerina convierten esa proximidad en gol.

Nada mejor se puede decir de un equipo clandestino para el gran público como el Hannover que tiene claro su ideario. Funcionaron como un reloj los alemanes . Saltaron, chocaron, extrujaron a sus enemigos y tiraron la línea lejos de su portero para provocar un sinfín de fueras de juego y engarzar con rapidez los contragolpes.

No lució traza timorata el Hannover ni con el gol de Falcao. Se elevó el colombiano como un halcón por encima de todos y cabeceó un centro con curva, dulce, fantástico de Gabi. El Atlético siguió asumiendo el control, robando balones a pares con Gabi y Mario y dando una de cal y otra arena en los pases finales con Koke, Arda o Adrián. Faltaba la imaginación de Diego en un equipo que echa de menos un plus de talento para adaptar sus propósitos a sus resultados.

La tuvo Falcao en otro salto imperial, pero su remate salió elevado. Y la pegó abajo con fuerza y mala dirección Adrián en otra oportunidad cristalina. Enredó lo suyo el Atlético en saques de esquina y faltas laterales y, sin embargo, la que entró fue un enorme pase de Stindl que cogió a Miranda de ídem . Cubrió el venenoso pase con la vista y Diouf le ganó la espalda para empatar.

El frío comenzó a bajar por la espalda de los colchoneros con el paso de los minutos. Compareció Diego para aligerar el atasco de ideas y algo consiguió porque su equipo se vaciaba sin remedio. Mantuvo el balón en la franja atlética, pero hacía tiempo que había desaparecido la chispa de sus compañeros. Empujó y empujó el Atlético, aunque ya sin la elocuencia del principio. Atocinado y espeso, aún se enganchó al vigor de Falcao en el área. Dejó ronchas de piel en el Calderón hasta la última gota. Y asomó entonces el premio a la fe: el golazo de Salvio que desbloqueó a su equipo.