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Selección española

Álvaro Morata: «Necesitaba ayuda. No quería ni jugar ni entrenar»

Ha cambiado su dorsal por superstición, recurrió a un psicólogo al tocar fondo y ahora transmite felicidad liberado de la tensión que le generaba el fútbol

Álvaro Morata, en Las Rozas IGNACIO GIL

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En la burbuja futbolera, lluvia de millones, restaurantes de lujo, cochazos y carantoñas cuando sopla el viento a favor, sorprende una confesión tan directa como la de Álvaro Morata (Madrid, 23 de octubre de 1992). Reconoce abiertamente, liberado ya de toda vergüenza, que tocó fondo y que ha regresado a la felicidad después de trabajar con un psicólogo, al que aún acude porque ha descubierto que la mente necesita tanto trabajo como los goles. Necesitaba un cambio radical después de un calamitoso curso en el Chelsea y ahora, con el «29» a su espalda en un guiño a sus gemelos (nacieron el 29 de julio), sonríe y se abre en una charla con ABCque puede parecer triste y pesimista, pero que es todo lo contrario. Morata, fijo en las tres listas de Luis Enrique, quiere trasladar a España su estado zen y optimista –hay mucha mano ahí de Joaquín Valdés, el psicólogo de la selección– para el duelo decisivo ante Croacia.

Ahora sonríe mucho más.

Creo que es muy importante estar con confianza. Las cosas te salen bien. En este periodo de mi vida me he dado cuenta de que la cabeza también hay que entrenarla. No solo es prepararse físicamente. Para soportar la presión, también hay que trabajar, es lo más importante en nuestro ámbito. Yo nunca había pensado en entrenar la cabeza, la verdad. Cuando un jugador escucha la palabra psicólogo al principio te tira para atrás, pero yo me di cuenta de que necesitaba ayuda.

¿Por qué?

Estaba totalmente fuera de donde tenía que estar. Tenía problemas conmigo mismo. Cuando te das cuenta de que tienes problemas con todo el mundo, dentro del campo... Iba contra todo: árbitro, rivales, afición... Me di cuenta de que no estaba equilibrado y tienes que recuperarlo, pero no es fácil, no es cuestión ni de una semana ni de dos. Estaba tocado mentalmente, muy bajo de confianza, y me ha llevado unos cuantos meses el recuperar la felicidad. Sobre todo dentro del campo, porque fuera de él lo era.

¿En qué lo notaba?

No tenía ganas de ir a entrenarme, ni tampoco tenía de ir a jugar. Y creo que eso es lo único que no podemos perder nunca. Jugar al fútbol tiene que ser para nosotros lo más bonito que hay.

¿Cómo se entrena la cabeza?

Con la ayuda de un psicólogo. Tienes que prepararte para todas las cosas que te llegan, las negativas sobre todo. Es la única manera de hacerlo. Te ayuda, y no solo en el fútbol. Te viene bien hablar, soltar todo lo que llevas dentro y hacerlo especialmente con personas que están preparadas para eso.

¿Necesitaba gritar?

Sí. Bueno, más que gritar necesitaba encontrar el lado correcto por el que debía salir toda la tensión acumulada. Lo pasas mal. Te puedes desahogar en casa, con tu mujer, con tus amigos o con tu familia, pero una persona que sabe cómo canalizar todo eso y que sabe ayudarte es importante. Yo estoy hablando de esto abiertamente por si alguien pasa por una situación como la que he pasado yo, que sepa que no tiene que... A mí, al principio, me daba un poco de vergüenza el ir a hablar con el psicólogo y contarle todos mis problemas. Y con la ayuda de todos he conseguido recuperar la felicidad en el fútbol.

¿Hay muchos prejuicios en el fútbol? ¿Da más vergüenza por lo que se piense de un futbolista o era una vergüenza personal?

No es solo en el fútbol. El hecho de ir al psicólogo, para cualquier persona que tenga cualquier problema, está asociado a algo negativo. Creo que todo el mundo lo ve así cuando en realidad es una parte muy importante. Ahora estoy más feliz que nunca en el Chelsea y más feliz que nunca en la selección, y eso que no es mi mejor momento en el campo. He vuelto a meter goles, pero no es cuando mejor estoy jugando. Yo voy a seguir yendo al psicólogo, me ayuda para gestionar la presión y las emociones.

En el aspecto personal dice que está muy contento, con dos niños que le llenan mucho. Por ellos además cambió de dorsal. ¿Esos pequeños cambios, el querer dejar la mala etapa atrás, también ayuda?

Me hacía mucha ilusión tener el mismo número que el día del nacimiento de mis hijos. Pero también era escapar del pasado, de la temporada anterior que para mí fue horrible por todas las cosas que viví. Me lesioné, cuando mejor estaba fui para abajo... Era una manera de escapar, una vía de escape rápida en mi cabeza. Pensaba que si me ponía otro número las cosas irían mejor, que los últimos «9» del Chelsea no lo habían hecho bien... Al final, todo estaba en mi cabeza, y de eso te das cuenta cuando hablas con personas que saben. No quería volver al pasado, me traía negatividad el verme con ese número.

En ese pico tan bajo del que habla, ¿pensó en cerrar la puerta o se llegó a decir que no estaba para esto?

Sí. A mi mujer y a mi familia les decía que tenía que dar un paso o dos para atrás para volver a disfrutar. Estaba con mucha presión, y cuando estás así dejas de disfrutar. Y es en ese momento cuando te tienes que dar cuenta de que o dejas ayudarte y que te escuchen, o solo puedes ir aún más para abajo. Me dije una o dos veces, este verano, que quería ir a un equipo en donde volviera a ser feliz, sin presión. Mi mujer se reía y me decía: “no digas tonterías...”. Por tu cabeza pasan muchas cosas, pero por fin ahora disfruto de nuevo. Era cuestión de ajustar la cabeza, que es lo que manda en el cuerpo.

Se da por hecho que el futbolista siempre tiene que ser feliz.

La gente, cuando estás en un periodo sin meter goles, te critica. Hoy en día, con las redes sociales, es fácil que cualquier persona te mande un mensaje directamente y tú lo leas. No porque quieras, simplemente te llega. No tienes mucho que hacer en algún momento del día y lo ves. Y sabes que te puede afectar, claro. La gente no piensa que tú lo estás pasando también mal y que quieres meter goles, hacerlo lo mejor posible, salir de ese bache... La afición piensa que no podemos tener sentimientos, estamos valorados y pagados como futbolistas, no como cualquier otra persona normal, y que se me entienda lo que digo. Se cree que va relacionada la presión y el rendimiento con las críticas.

¿Es posible vivir sin mirar nada de todo lo que se dice, de las críticas, las burlas, los memes...?

Tratas de ver lo menos posible. Cuando tienes un momento malo, consumes la menor prensa posible. Y sabes que no te van a poner bien porque realmente no estás jugando bien. Yo he intentado no mirar nada, pero siempre hay alguien que te dirá algo, que te comenta algo tipo “joder, qué cabrones, cómo te están poniendo...”. Puede que tú no lo hayas visto hasta ese momento, te lo dicen sin querer y por algún lado te entra todo. Hace poco, me llegó uno y me comentó una noticia en la que había salido con un «youtuber» y yo le había dado al palo. Pues me estaban criticando por haber dado al palo en un vídeo en internet, me lo comentó una persona en el aeropuerto. Claro, ya te metes a verlo y ver qué se dicen... Al final, lo ves.

Después de todo este proceso, ¿en qué percibe la felicidad? ¿Qué es para usted marcar un gol, estar de buenas en casa, disfrutar de la vida?

Básicamente era fundamental quitarme de encima toda la negatividad que tenía encima. Tenía una sensación ya no de miedo, pero no me gustaba estar dentro del campo. Lo pasaba mal, sufría y tenía que cambiar. Tengo una mujer espectacular y ahora dos hijos preciosos, pero en el campo no era feliz, todo lo contrario. Lo pasaba mal. Igual otra persona nunca hubiera dicho esto, pero yo estaba sufriendo. Me quedé fuera del Mundial cuando pensaba que iba a ir... Pues bien, hasta aquí. Esta va a ser la última entrevista en la que hablo de esto, el pasado no se puede cambiar. Me ha costado bastante salir de esa frustración y de esos momentos malos porque uno no entiende cuando llega. Cuando a mí me da el primer pinchazo en la espalda, iba pichichi de la Premier empatado con los de arriba, era todo precioso, la gente me cantaba, me adoraban. De un día para otro, estaba en un agujero negro y parecía que esa misma gente ya no me quería. Por la calle me pedían que me fuera del Chelsea, y somos personas. En ese momento, toqué fondo, no entendía las cosas. Yo me fui del Madrid para jugar el Mundial y me quedé sin Mundial, así que será difícil que vuelva a estar tan abajo. Lo dicho, pasado es pasado y en el futuro seré más fuerte para que no me vuelva a pasar.

De hecho, aquí está.

El fútbol tiene eso. Tengo que dar gracias porque he conseguido salir de esas crisis que tenía y no muchos jugadores que hayan pasado por lo mismo han vuelto a meter goles y, sobre todo, a ser felices.

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