Entrenamiento con público del Barcelona ante el Helsinki

La preparación culé ha terminado sin pena ni gloria . A falta de disputar el Gamper contra el León mexicano, los culés encaran el inicio liguero con dos victorias, un empate y una derrota en el único partido serio que disputaron, ante el Nápoles de Benítez . Luis Enrique lo tenía claro desde que puso un pie en el Camp Nou. No eran importantes los rivales sino la forma y el estilo de juego.

Lo volvió a demostrar este sábado en Helsinki, en un partido que será más recordado por la bromita de Piqué en el vuelo de ida que por lo visto en el terreno de juego. Con el conjunto local más preocupado por la competición doméstica, el Barcelona hizo y deshizo como le vino en gana . El balón era suyo y la presión, inexistente.

Los goles se contaban por llegadas . Los azulgrana vieron portería en cada remate durante 25 minutos, hasta que, con el 0-4, el portero finés se borró. Munir –en dos ocasiones–, Sergi Roberto y Piqué fueron demasiado para él. El cuarto tanto del central provocó que se fuera hacia el banquillo, llevándose la mano al muslo.

Las miradas estaban puestas en la otra portería. Masip , el tercero en discordia, se ocupó esta vez de defender los palos. Tras el fallo de Bravo ante el Nápoles se abrió el debate y Luis Enrique se ocupó de meter un nuevo factor. Ter Stegen, Bravo y ahora Masip, un canterano para que el Barça formara en Helsinki con once titulares formados en La Masía .

A la espera de que se confirme la llegada de Vermaelen para cerrar la defensa, volvieron a juntarse Piqué y Bartra . Esta vez mejor, con la cabeza puesta en el partido y hasta con mentalidad goleadora. Los dos pusieron su granito de arena –Bartra a pase de Rakitic– a un resultado que, al igual que los anteriores, era lo menos importante.

Rakitic volvió a funcionar en la segunda mitad y se está convirtiendo en la gran revelación de la pretemporada. S e ha adaptado a la perfección al equipo y hasta lleva galones en el centro del campo en ausencia de Xavi . Sustituyó a Iniesta y nadie lo echó de menos. Él hizo de guía, aunque no hacía demasiada falta porque el partido ya estaba roto y lo cerró Sandro, marcando el sexto a pase del croata.