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Un Camp Nou medio vacío señala a Fábregas

Los aficionados azulgranas recibieron a Cesc con una gran pitada. Messi y Xavi, muy aplaudidos. Bartomeu, sin gritos en contra de su gestión

Un Camp Nou medio vacío señala a Fábregas efe

xavi hernández

Semana Santa, víspera de festivo, domingo de lluvia y entradas carísimas. Todo eso se juntó ayer en el Camp Nou en la primera aparición del Barcelona ante su público después de perder la Champions, la Copa y tres cuartos de la Liga en menos de dos semanas. La grada, por lo tanto, se llenó poco; y principalmente de esos turistas que van al campo del Barça con una camiseta barata, mucha batería en la cámara de fotos y el sencillo afán de cumplir con una de las grandes atracciones de la ciudad. Por lo tanto, la visita del Athletic no fue el pulsómetro que se esperaba. Al menos, no el más representativo de una afición dolorida, desganada, un tanto perdida y ávida, eso sí, de alguna consecuencia a corto plazo.

Apenas 57.000 espectadores acudieron anoche al antepenúltimo encuentro del Barça en casa esta temporada. Muchos de ellos, vale la pena insistir, sin conocimiento suficiente de la actualidad azulgrana como para mostrarse críticos, por ejemplo, con el palco o el banquillo. Pero pese al alto porcentaje de turistas, el partido de ayer sirvió para empezar a adivinar alguna reacción inmediatamente posterior a la confirmación del fracaso de buena parte de los focos de ilusión del curso. Todos los males se han precipitado en poco tiempo: la más que probable ausencia de títulos, la dimisión (sin dimitir) del entrenador Gerardo Martino, el punto y final de Neymar a su primer –y decepcionante– año con la camiseta del Barça y la sensación de que el ciclo de éxito que Guardiola empezó en 2008 firmó irremediablemente su epitafio en Mestalla. Todo tan veloz como la ya famosa carrera de Bale ante el esforzado Bartra.

Puestos a analizar en la temperatura más baja, el Camp Nou dedicó muchos más agasajos que reproches. Es cierto que hubo un grupo de socios que recogió firmas para pedir elecciones, pero también lo es que el presidente Josep Maria Bartomeu, ayudado por la primera victoria del equipo en cuatro partidos, escapó anoche sin recibir cánticos en contra, de forma que parece difícil que la masa social se movilice y se organice lo bastante como para propiciar un adelanto electoral . Es más, hace sólo dos semanas la actual junta directiva cogió aire gracias al referéndum por la reforma del estadio.

Directamente, el palco pasó desapercibido, casi igual que Martino o Alves, a pesar de la cantidad de despropósitos que acumulan sus ocupantes (véase el caso Neymar o la sanción de la FIFA que por ahora impide fichar al club). En ese sentido, seguramente Cesc Fàbregas hubiese preferido no vestirse de corto para medirse al Athletic. El de Arenys, suplente, entró en la segunda parte y sufrió la pitada más explícita de la noche en contraposición con los vítores que recibió Xavi en la misma secuencia. Muchos culés concentran cierta frustración en Cesc, antiguo hijo pródigo que este verano tendrá otra vez propuestas para volver a la Premier. Lleva tres temporadas en su supuesta casa y aún no ha encontrado acomodo.

Y por si faltaban dudas, Messi fue el más aplaudido de la velada. Su legado es tan gigantesco que el público le perdonó sin vacilar sus malos partidos ante Atlético, Madrid y Granada. Y en cierto modo, Bartomeu concluyó que venderlo igual no sería tan buen negocio

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