selección española | amistoso
España, por la mínima en Malabo
La Selección arriesgó la salud de sus futbolistas en un partido absurdo ante Guinea Ecuatorial
HUGHES
Recordando el combate africano entre Foreman y Alí, antecedente noble y literario de un encuentro sin explicación, uno trataba de adivinar quién sería el Don King muñidor de este partido e imaginaba a Villar con el pelo electrizado. Del Bosque, que se ha hecho marqués ... como un Coelho del balón, prefirió ponerse de perfil y afirmó que España iba a Guinea a «expandir la marca». Otros decían que había ido a «arrancar una sonrisa», que es una cosa muy curiosa porque el que sonríe en las fotos nunca es el visitado. Sonríe histéricamente el visitante, mientras el aborigen observa todo con reserva antropológica. El caso es que España jugaba en Malabo un amistoso gratis , qué digo amistoso, ¡un amoroso! pero no juega en Bilbao y en el futuro, de vuelta a España, quizás el niño de la Peña de Xavi le podrá preguntar a su ídolo eso de: ¿es humilde Obiang? [Narración y estadísticas]
Era, qué duda cabe, un neocolonialismo del tiquitaca grosero a los ojos del progresismo ecuatoguineano (el colonialismo ha dado gentilicios imposibles). En España debutaban Bartra y la camiseta , de la que apetece decir que no es roja, sino color rubí sangre de pichón. En Guinea, un equipo repleto de oriundos, categoría intermedia de gente remotamente nacional. La federación guineana (la Feguifú) compone un equipo un poco como lo hace el Athletic, buscándole el ancestro al deportista. Pero hay más similitudes. Una es que en Guinea hay un equipo llamado Leones Vegetarianos. Otra es Goiko, que no sabemos si tendrá algún antepasado bantú. Que entrenase al rival resultaba muy simpático en la previa, pero con Xabi Alonso en el campo los supersticiosos empezaron a temblar y en las casas de apuestas su tobillo se convertía en lo más buscado. Miras mucho a Goicoechea y te empiezan a doler las articulaciones. Hay algo traumatológico en él.
En Guinea uno se mira al espejo y el que sale es Obiang. Está en todas partes, pero no estuvo en el campo, de forma que no hubo foto oprobiosa, aunque su hijo se fotografió en el vestuario con los jugadores . No es descabellado pensar que Sergio Ramos la suba a Twitter: “Aquí, con Obiang”.
España se adelantó con un balón colgado que Danilo agarró como si fuera un cazo de leche hirviendo. Liberto el esférico, Cazorla se la llevo a la remanguillé y remató solo .
En la grada, Manolo el del bombo salía rodeado de churumbeles negros como si fuera Angelina Jolie.
En ellos destacó Sipo, portento que arremetía contra Navas como un Miura contra un maletilla de ojos claros. También Fidjeu , prolongación del entrenador en el campo, que empezó a buscar tobillos hasta encontrar el de Xabi Alonso. El árbitro miraba a otro lado, pero es que era guineano. Contusionado Alonso, lo sustituyó Busquets , primer titular culé en pisar el campo. A Del Bosque se le puede acusar de todo menos de madridista.
La propia exuberancia del rival daba ritmo al juego e impedía que cayera en el sopor del toque. Eso sí, cuando ellos se hacían con la pelota parecía adquirir vida, llevada en volandas por instancias animistas. De color fosforescente, era la alucinación de una disco ibicenca.
En uno de los optimistas ataques de ellos llegó el gol de Bermúdez . El campo se llenó de sonrisas y de gente bailando que hacía el gesto confirmatorio, jubiloso y sexual de los raperos cuando señalan al suelo, en la MTV. Luego se pudo apañar el resultado, pero el ridículo político-deportivo ya estaba conseguido .
España, por la mínima en Malabo
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