Galliani y los hinchas de la Fiorentina, trifulca en el palco

La batalla por la tercera plaza del fútbol italiano estuvo a punto de acabar en un episodio bochornoso en Artemio Franchi de Florencia, en la Toscana. Díficil de presagiar porque el Fiorentina-Milán no aparece, sobre el papel, entre las grandes rivalidades del «calcio». Sin embargo, el ambiente en el estadio se volvió insoportable hacia el final de la primera mitad, cuando el árbitro decidió expulsar con roja directa a Tomovic, defensa local.

La tarjeta roja enfureció al público florentino. Parte de la hinchada giró hacia el palco para silbar e insultar a Adriano Galliani, vicepresidente del Milán, que perdió los nervios. La mano derecha de Berlusconi se levantó de su asiento para aplaudir la decisión del colegiado, lo que elevó todavía más la tensión. Incluso un aficionado de avanzada edad tomó posiciones y se intentó acercar con dudosas a la posición de Galliani, fuera de sí.

Ante la lluvia de insultos y el lanzamiento de varias monedas -una de ellas impactó en un miembro de seguridad del Milán- Galliano tuvo que abandonar su localidad para seguir el resto del partido. Los medios italianos critican con mucha dureza este lunes el episodio y destacan la imagen de un niño, a escasos metros del epicentro de la trifulca, tapándose los oídos, como si estuviese disgustado por la actitud de los adultos que le rodeaban.

La Fiorentina pidió perdón por el episodio después del partido. Eso sí, solo a medias. «Pido disculpas en nombre de la Fiorentina por lo que pasó en el estadio, pero Galliani también actuó mal porque estuvo a punto de pelearse con un niño sentado en el palco», explicó Gianfranco Teotino, director de comunicación de la Fiorentina. El Milán no ha decidido realizar declaraciones al respecto.

«Los responsables deben ser aislados y castigados de manera ejemplar, sin atenuantes», ha sentenciado Maurizio Beretta, presidente de la Serie A, muy beligerante al entender que el episodio daña la imagen de un fútbol que intenta que las familias vuelvan a unos estadios a menudo medio vacíos.