Dos operaciones, sin Tokio 2020 y su padre fallecido: la épica plata de María de Valdés en Doha

La andaluza, tras aguantar en cuarta posición toda la carrera, vio como la ganadora del oro en Río de Janeiro 2016 y la actual subcampeona olímpica, la neerlandesa Sharon van Rouwendaal, se convertía en un torpedo a sólo dos kilómetros de meta, impresionante su acelerón. Pero De Valdés fue la única del grupo de cabeza que tuvo agallas para seguirla. Y de qué manera.

A cara de perro y sin neopreno, frías las corrientes árabes, ambas nadadoras se enfrentaron en un pulso épico mientras la carrera agonizaba. Ninguna hizo brecha y, mientras el público apretaba los puños de la emoción, fue su rival quien cruzó primero la meta, seguida de la de Fuengirola y de la portuguesa Angelica de Andre, que las acompañó en el podio con el bronce colgado del cuello. Pero cuando asomó la cabeza a la superficie, vio que sólo una décima (1:57:26.90 frente al 1:57:26.80 de Van Rouwendaal) la había separado de un oro que hubiese sido glorioso.

Decepción nula ya que la malagueña, además de un metal con el que nadie contaba, selló su billete para París 2024, un acontecimiento ansiado y que había ocupado su mente durante tres años, desde que una lesión la impidió participar en la última cita olímpica de Tokio.

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«Todavía no me lo creo, estoy muy emocionada. Se lo quiero dedicar a mi padre, que falleció hace tres meses; a toda mi familia, que me está animando desde España; a mi entrenador, Jesús, que no ha podido estar aquí; y a todo el 'staff' de España, que me está apoyando en estas circunstancias», aseguró De Valdés con el rostro compungido, con las lágrimas confundiéndose con las gotas de agua.

Tampoco pasó inadvertido el dato de que De Valdés se convirtió en Doha en la segunda medallista femenina de España en aguas abiertas tras Yurema Requena, que logró el bronce en los Mundiales de Sevilla en 2008. Gran hazaña que supone la culminación de varios años de dudas, muy mermada la nadadora después de ser operada en otoño de 2022 de uno de sus hombros (ya le había obligado a pasar por el quirófano hace siete años). «Hay que ir con cuidado y que su musculatura se recupere del todo, pero parece que va por buen camino. Ella ha sufrido mucho», reconoció Sergi García, su entrenador responsable.

«Más no puedo pedir. Tengo que creérmelo, porque todavía estoy en una nube, es un sueño hecho realidad», analizó. «Quería sacarme esa espina que tenía ahí clavada, he tenido que esperar tres años para poder sacármela», respondió cuando fue preguntada por su ausencia en Tokio 2020. «Esta medalla ha sido un sueño hecho realidad, con el billete para París 2024, y ahora quiero hacerlo lo mejor posible y quién sabe si traeremos una medalla para España.

La jornada fue eufórica para la delegación española, entusiasmados los presentes por tantas buenas noticias ya que no sólo De Valdés se vistió de heroína. Su compañera, la ilicitana Ángela Martínez, terminó 13ª (1:57:36.60) en la misma prueba y también consiguió su billete para los Juegos. «Ha sido una carrera muy extraña porque han empezado todas muy rápido, menos mal que han ido petando. Me he mantenido serena, estoy muy contenta por haber mantenido la mente fría, no me he rendido en ningún momento», aseguró Martínez, que tuvo una preparación complicada para los Mundiales.

«Es un sueño. Y más con todo lo que he pasado estas semanas, en las que he estado enferma en Sierra Nevada y no pude entrenar. Es una lección de que esto no es cómo empieza, sino cómo acaba», apuntó. Hoy será Guillem Pujol el que intentará conseguir la clasificación olímpica en la categoría masculina.