Jabalíes en Andalucía: ¿Control o caos? La caza desvela su papel fundamental
La actividad cinegética se erige como una herramienta clave para frenar los riesgos sanitarios, económicos y de seguridad que provoca la sobrepoblación de esta especie
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Iniciar sesiónEn los últimos años, la presencia del jabalí en entornos urbanos y periurbanos de Andalucía se ha convertido en un fenómeno creciente, lo cual ha originado la necesidad de un control riguroso de esta especie, cuya expansión descontrolada genera problemas de seguridad, salud ... y convivencia. Eso sí, en primer lugar, conviene aclarar que la caza no puede practicarse dentro de ciudades ni núcleos habitados, por razones obvias de seguridad. Sin embargo, sí cumple un papel fundamental para evitar que la sobrepoblación de jabalíes en zonas rurales acabe repercutiendo directamente en los entornos urbanos.
El jabalí, además, es vector de enfermedades que afectan a la cabaña ganadera, a los animales domésticos e incluso al ser humano. El riesgo más temido es la peste porcina africana, ya extendida en buena parte de Europa Central y cuya llegada a España supondría un desastre económico y sanitario para la potente industria porcina nacional. En este contexto, la caza regulada se convierte en una herramienta preventiva y de gestión imprescindible. «Se están capturando alrededor de 70.000 u 80.000 jabalíes por temporada. Imagínate si no se hiciera…«, señala José Antonio López, coordinador del Servicio Técnico de la Federación Andaluza de Caza (FAC), subrayando la importancia de la actividad cinegética como sustituto del control natural.
Con lo cual, la caza, siempre coordinada con la administración y bajo un marco legal estricto, se consolida como la herramienta más eficaz para gestionar una especie en expansión y reducir los riesgos que plantea para la agricultura, la ganadería, la biodiversidad y la convivencia ciudadana.
La temporada general de caza
El control poblacional del jabalí en Andalucía se articula, en primer lugar, a través de la temporada general de caza, regulada por la Resolución que establece los períodos hábiles para la temporada 2025/26. En este marco, cada sociedad de cazadores o titular de coto puede planificar sus acciones de caza mayor (monterías, batidas, ganchos o aguardos) en función de lo establecido en su Plan Técnico de Caza. Dicho plan define cuáles son las especies presentes en el acotado y cuáles podrán cazarse, además de concretar los cupos de capturas permitidos para cada temporada. Estos cupos resultan esenciales para garantizar el equilibrio, pues no se trata de eliminar especies, sino de regular sus poblaciones. Las modalidades de caza deben también seleccionarse en función de los objetivos de gestión, con especial atención a aquellas formas de control autorizadas de manera excepcional cuando los daños a la agricultura, la ganadería o las infraestructuras lo justifican.
Entre estas medidas destaca el control del cerdo asilvestrado, una práctica necesaria para evitar problemas de hibridación genética con el jabalí silvestre, así como perjuicios para explotaciones agrarias. En este sentido, resulta fundamental que cualquier acción cinegética de control esté adecuadamente justificada y documentada en los planes técnicos, para que sea eficaz y se ajuste a los principios de sostenibilidad.
Para la temporada 2025/26, la caza mayor estará permitida entre el 11 de octubre y el 8 de febrero. Además, el jabalí puede cazarse todos los días de la semana mediante la modalidad de aguardo nocturno desde el 10 de agosto hasta el 8 de febrero, tanto en cotos de caza mayor como en cotos de menor con aprovechamiento secundario de especies de mayor tamaño.
Más allá de la temporada general, Andalucía cuenta con un mecanismo extraordinario para reforzar el control del jabalí: la declaración de emergencia cinegética temporal. La última Resolución, publicada el 13 de junio de 2025 en el BOJA, prorroga las medidas aplicadas en años anteriores y vuelve a declarar a todo el territorio andaluz como área de emergencia cinegética por daños y riesgos sanitarios derivados del jabalí y los cerdos asilvestrados.
En la práctica, esta Resolución amplía los periodos de captura tanto en terrenos cinegéticos como no cinegéticos, y autoriza métodos complementarios que, en condiciones normales, no estarían permitidos. Entre ellos figuran el uso de sustancias olorosas atrayentes no contaminantes, el aporte puntual y concentrado de alimento vegetal en puntos estratégicos (siempre bajo límites estrictos para evitar la suplementación artificial) y la utilización de visores nocturnos o térmicos, acoplados o no al arma. Estas herramientas aumentan la eficacia de los aguardos y permiten intervenir de forma más precisa allí donde la sobrepoblación genera problemas.
La medida, sin embargo, no está exenta de polémica. Y es que, en el último Comité Andaluz de Caza, la FAC volvió a expresar su insatisfacción, calificando la resolución de insuficiente e ineficaz tras más de una década de aplicación sin cambios sustanciales. En este sentido, desde la Federación se defiende que el verdadero control debería pasar por reforzar los planes técnicos de caza de cada sociedad, otorgando más autonomía y herramientas legales a quienes gestionan los acotados sobre el terreno.
Aun así, los datos evidencian la eficacia de la actividad cinegética. Y es que, durante la temporada 2022/23, los cazadores andaluces abatieron 71.934 jabalíes y cerdos asilvestrados, según cifras del Instituto Andaluz de Caza. Esto supuso un incremento del 46% en las capturas respecto a ocho años antes, un dato que refleja no solo la magnitud del problema, sino también la utilidad de las medidas. En definitiva, aunque pueda cuestionarse su diseño, lo cierto es que sin la colaboración de los cazadores el control de la especie sería inviable.
Así las cosas, la presencia del jabalí en entornos urbanos y rurales de Andalucía no es un problema menor, pues afecta a la seguridad vial, a la sanidad animal y humana, a la agricultura y, en última instancia, a la convivencia ciudadana. Ante este escenario, la caza se erige como la única alternativa eficaz para controlar a esta especie. Por ello, la combinación de la temporada general de caza y de la Resolución de emergencia cinegética permite a los cazadores andaluces actuar de forma ordenada, regulada y con respaldo legal. Aunque algunas de estas medidas son discutibles o mejorables, la experiencia de los últimos años confirma que la caza, cuando se ejerce de manera responsable y coordinada con la administración, no solo es compatible con la conservación, sino que resulta indispensable para garantizar el equilibrio ecológico, la salud pública y la sostenibilidad económica de varias zonas de Andalucía.
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