Caos en el Everest: rescates imposibles, burocracia y negocio
La complejidad del salvamento en el techo del mundo ha vuelto a la actualidad tras un masivo rescate en una carretera del Himalaya
Muere a los 92 años Kanchha Sherpa, el último superviviente de la expedición que escaló el Everest en 1953
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Iniciar sesiónUn cambio brusco en las condiciones meteorológicas hizo que más de 900 personas se quedasen atrapadas en las laderas de la cara norte del Monte Everest. Aunque pueda sorprender el número de gente frecuentando esa zona, hay una explicación: desde hace unos años esas ... primeras cuestas de la montaña más alta del mundo están asfaltadas y tienen un acceso relativamente sencillo.
«El campo base del Everest está a unos 5.000 metros de altitud, pero es una zona a la que se puede llegar cerca en coche o camión», explica Luis Carlos Garranzo, bombero y alpinista que ha hollado algunos de los picos más altos del mundo, incluido el propio Everest. «El problema es que han llegado muchísimos turistas. Fueron de forma tranquila y cuando se quisieron dar cuenta no tenían manera de salir», cuenta.
Para un himalayista lo que ocurrió tiene más que ver con el excursionismo que con su actividad, porque la diferencia entre esos caminos que llevan al Everest y el propio monte son muy apreciables. La situación en China, explicada someramente por las autoridades locales, cuenta que hubo cientos de rescatados en esa carretera, porque además era una fiesta nacional en el país que hizo la afluencia al lugar mucho mayor que de costumbre. Se ha informado de al menos ocho fallecimientos, pero la información en el Tíbet está fuertemente controlada por el gobierno local.
La historia de los rescates en el Himalaya cambia radicalmente cuando se deja atrás ese campo base. Ahí ya no hay autoridades que valgan, porque el salvamento público en montaña es algo bastante poco común en el mundo. «Juzgamos con una mirada muy hispanocéntrica, damos por hecho que algo así existe en todas partes, pero nada más lejos de la realidad. Muy pocos países, solo algunos alpinos y nosotros, cuentan con grupos de rescate como tal. La gente que viaja a Nepal, China o Pakistán no puede pensar que vaya a existir algo así; cualquier español que vaya ahí tiene que saber que hay muchas opciones de no ser rescatado», explica Sebastián Álvaro, director del legendario programa 'Al filo de lo imposible' y gran experto en cuestiones relacionadas con la montaña.
A partir de los 7.000 metros buena parte del éxito del rescate depende de los compañeros de expedición, los sherpas y algún buen samaritano de otra cordada que pueda ayudar a bajar al alpinista siniestrado. «Depende de la gente con la que estés y también de la lesión que tengas. Carlos Soria, hace dos años, en el Dhaulagiri se rompió la pierna y con la gente que estaba por allí pudieron bajarle, pero hay muchos casos de gente que se ha roto un tobillo a 8.000 metros, no los han podido bajar y ha muerto», explica Garranzo.
Un poco por debajo de eso, en torno a los 7.000 metros, se abre otra vía posible de rescate: el helicóptero. «Yo he hecho un rescate a 7.800 metros con helicóptero, que debe ser récord del mundo, pero es algo excepcional. Un helicóptero no va a ir a buscarte tan arriba porque supone jugarse la vida del piloto y lo que vale la máquina, lógicamente», elabora Álvaro.
En esto también depende en buena medida del lugar en el que estés. La montaña más alta del mundo está partida entre dos estados, y eso hace que los rescates en cada ladera sean muy distintos. «La cara norte está en Tíbet que depende de China, la sur es nepalí. En la zona sur es posible un rescate en helicóptero, se ha progresado bastante y si tus compañeros te pueden bajar hasta el campo dos, el helicóptero llega. En China esto no es tan fácil, hay un tema burocrático que es punto y aparte, es muy complejo y no hay helicópteros. Como mucho, para compatriotas chinos; para el resto es poco menos que imposible», relata Garrazo.
«He hecho un rescate en helicóptero a 7.800 metros, pero es excepcional; ir tan arriba supone jugarse la vida del piloto y la máquina»
Sebastián Álvaro
Cuando ocurre un accidente en el sur a una altura razonable, se abre un proceso de rescate aéreo. Lo explica Rajan Neupane, director general de la empresa Nepal Helicopter Service con más de 10 años de actividad en el sector: «Cuando ocurre un accidente en el Himalaya, la primera respuesta proviene de los guías locales o de los escaladores cercanos. Una vez que se confirma la ubicación GPS exacta, la altitud y el estado de la víctima, el equipo de rescate aéreo coordina con Aviación Civil de Nepal para obtener la autorización de vuelo. Si el aterrizaje no es posible debido al terreno difícil, se emplean técnicas de rescate con cuerda larga: el rescatista y la camilla se sujetan a una cuerda bajo el helicóptero para levantar a la persona herida sin riesgo. Los helicópteros, como el modelo AS350 B3e, pueden volar con seguridad hasta aproximadamente 7.000 metros». Es, por descontado, una actividad estrictamente privada.
Las cifras de rescates se han disparado en los últimos años: «Cada temporada principal de senderismo y escalada (primavera y otoño) registra entre 100 y 250 salvamentos en helicóptero en todo Nepal, con un promedio semanal de dos a cinco casos. La mayoría ocurren en las regiones del Everest, Annapurna, Manaslu y Langtang. Durante los periodos de máxima afluencia, pueden llegar a producirse entre 10 y 15 rescates por día, generalmente relacionados con el mal de altura, congelaciones, lesiones o agotamiento».
Timo de las aseguradoras
No es una actividad sencilla ni mucho menos, por más que haya proliferado. «Volar en el Himalaya es extremadamente difícil debido a los cambios rápidos del tiempo, el aire enrarecido y las zonas de aterrizaje limitadas. Los pilotos deben enfrentarse a patrones de viento impredecibles, baja visibilidad y al riesgo de corrientes descendentes en los valles estrechos. Cada rescate requiere experiencia en vuelo a gran altitud y una coordinación precisa entre los pilotos, el personal en tierra y los equipos de salvamento. La falta de comunicación fluida entre las víctimas y las agencias es uno de los principales problemas», dice el director de la compañía de vuelos en el Himalaya.
Existe también un cierto pillaje en las alturas, pues el negocio en ocasiones no mira tanto por el accidentado como sería de esperar. «El gran negocio hoy en día de Nepal son los helicópteros de rescate. Si buscas en internet 'timo de las aseguradoras' te darás cuenta. Cualquier senderista que está haciendo un 'trekking' que sufre mal de altura, el guía de montaña le dice, 'yo que tú pediría el rescate'. Entonces viene un helicóptero, te coge a 4.000 metros y te lleva a Katmandú», explica Sebastián Álvaro.
Los precios varían dependiendo de la dificultad del vuelo y han descendido drásticamente en los últimos años por la competencia de más de una docena de compañías que operan en la zona. «El coste depende de la distancia, la altitud y las condiciones meteorológicas. Un rescate estándar en helicóptero en la región del Everest o del Annapurna cuesta entre 2.500 y 6.500 dólares por vuelo. En salvamentos remotos o a gran altitud que implican operaciones con cuerda larga o tiempo de espera, los costes pueden ir entre 8.000 y 25.000 dólares. Incluso más», explica el nepalí.
Tanto las fuentes españolas como las nepalíes coinciden en una cosa: siempre se paga por adelantado. Bien es cierto que los montañeros occidentales, los que más usan estos servicios, suelen tener seguros que cubren parte del procedimiento. Explica el funcionamiento Rajan Neupane: «La mayoría de las pólizas internacionales de seguro de montañismo cubren tanto la evacuación en helicóptero como la repatriación médica, siempre que la póliza incluya cobertura para gran altitud. Antes de cualquier vuelo, se coordina con el representante local del seguro para confirmar la cobertura y la autorización. La decisión sobre el pago —ya sea que lo realice la compañía de seguros, el cliente o la organización— se acuerda siempre antes del despegue, para evitar confusiones, ya sea por escrito o verbalmente según la urgencia».
Todo eso ocurre en la montaña, pero en países como España el salvamento también tiene una vía diplomática. Bernat Clarella, presidente de la Federación Española de Deportes de Montaña, cuenta el procedimiento: «Lo que hacemos nosotros en caso de que haya algún ciudadano español en estas situaciones es llamar a un teléfono del Ministerio de Asuntos Exteriores para que ellos se dirijan a las autoridades del país correspondiente. En la Federación hay un comité de urgencia para estos casos». Y ahí, si procede, un helicóptero puede acudir a salvarlos.
Licencias
El montañero, en España, tiene que suscribir un seguro para estar federado que varía en gran medida dependiendo de la actividad que quiera realizar. Estas pólizas están canalizadas por las distintas federaciones autonómicas y la más completa de todas, llamada modalidad E, cubre las expediciones a picos por encima de 7.000 metros e incluso viajes a los polos.
Un seguro de ese tipo cuesta alrededor de 1.000 euros anuales, aunque varía entre las comunidades autónomas, y cubre casi todos los percances que puedan suceder en la montaña, todos ellos desarrollados en la póliza con detalle y especificando las posibles indemnizaciones derivadas de cada posible tipo de accidente.
«La tarifa se dispara porque los rescates son muy costosos. Si tú entras en la web puedes ver todos los precios. En la licencia anterior, que es la que uso yo mismo y a mí me vale 185 euros al año, puedes incluso hacer 'trekking' por el Himalaya, pero no te cubre a partir de esas altitudes», explica Bernat Clarella, presidente de la FEDME.
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