Baloncesto
El Real Madrid es el rey de septiembre: suma su sexta Supercopa consecutiva
Los blancos se imponen a un combativo Unicaja de Málaga (81-88), que llegó a remontar 13 puntos. La mentalidad ganadora de los de Chus Mateo, clave
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Iniciar sesiónEl Real Madrid es el rey de septiembre. Los blancos comenzaron la temporada de la mejor de las maneras, eliminando al Barça en las semifinales y superando al Unicaja de Málaga para coronarse campeones de la Supercopa, la décima de su historia y ... la sexta consecutiva. Además, se vengaron de los andaluces, sus verdugos en la última Copa del Rey.
Tras una gran primera parte, el Madrid sufrió de lo lindo ante el empuje de los andaluces, que convirtieron el partido en un caos continuo para intentar romper la dinámica triunfal de sus rivales. Funcionó y tras un genial tercer cuarto, volvieron a meterse en el duelo. Tiró el Madrid de defensa y disparos certeros para ponerle calma a la final. Una combinación que, finalmente, fue más que acertada.
Impecable minuto de silencio en el Palacio de los Deportes de Murcia, muy sentido el homenaje a Pepe Domingo Castaño, una de las voces más legendarias del deporte español. Cambiaron los quintetos Ibon Navarro y Chus Mateo, la partida ajedrez había comenzado. El intercambio de golpes fue brutal desde el inicio, una pelea en la que destacaba especialmente Kendrick Perry, base del Unicaja, que anotó tres triples consecutivos.
Era la sangre balcánica, siempre indómita, la que levantaba al Real Madrid tras los disparos andaluces. El bosnio Musa mostraba al público su nueva versión, muy comprometido en defensa pero sin perder el colmillo en ataque, y su amigo, el croata Hezonja, afilaba todas sus armas tras su discreta semifinal ante el Barcelona. Menos fino que sus compañeros estaba el joven Ndiaye, que salió en el quinteto titular para abrir la cancha, pero que no conseguía clavar ningún lanzamiento, cero de tres desde la esquina.
Se arrimaba el Madrid al aro andaluz, monstruosos los mates de Yabusele y Poirier, táctica que permitió a los blancos, muy bien dirigidos por el Chacho Rodríguez, comenzar a despegarse en el marcador. Solo Tyson Carter, con sus escasos 193 centímetros, mantenía con vida al Unicaja, genial el estadounidense colándose hasta por la grieta más pequeña (Poirier acabó desquiciado con sus coreografías).
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Pero la actuación defensiva del Madrid era de alta gama, coral y voluminosa. Lo pasaban mal los malagueños, les costaba horrores encontrar fluidez en su juego y a sus rivales les entraba todo (Campazzo sumó una bandeja que bien podría pasar por un número de circo). Kalinosky, con un triple impresionante y dos tiros libres, redujo la sangría, pero el Madrid, al descanso, ganaba de trece.
Salió el Unicaja del vestuario sin cinturón, a la desesperada, con la intención de prenderle fuego al bosque para intimidar al Madrid e intentar aproximarse en el marcador. La táctica funcionó, porque a los blancos les entraron ciertos nervios, acumulaban pérdidas y no encontraban el aro con tanta facilidad. Liderados por Will Thomas, consiguieron sumar un parcial de los gordos (16-4), todo corazón los de Ibon Navarro.
Osetkowsky y Djedovic, de manera sorprendente, pusieron al Unicaja por delante en el marcador. Los blancos estaban noqueados y sus rivales olían sangre. Apareció Llull con un gran triple para devolver el golpe y, en el abismo, el Madrid sacó su mejor arma, la mentalidad ganadora, las cicatrices de la experiencia. Hielo contra el fuego que le permitió sumar un parcial de 11-0 y cerrar la final.
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