EL BAÚL DE LOS DEPORTES
Las increíbles andanzas de España en el peculiar Mundial de baloncesto de 1950
Bigotes prohibidos, alcohol en el hotel, un gafe y el chupón chileno al que los españoles quisieron linchar durante el primer campeonato del mundo
La atleta catalana que lloró amargamente bajo la bandera de España
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Iniciar sesión«A las tres y media de la tarde ha llegado a Barcelona en el expreso de la frontera la expedición deportiva integrada por el equipo español de baloncesto y directivos, que con tanta brillantez ha alcanzado el segundo puesto del torneo internacional de Niza ... , clasificándose para los Campeonatos del Mundo». Corría el 11 de enero de 1950 cuando ABC informaba sobre el feliz regreso a casa de la selección que acababa de sacar el billete para estar presente en una cita histórica: España fue uno de los diez países que participó en el primer Mundial de baloncesto, celebrado en Argentina.
«La expedición, llegada sin novedad, iba dirigida por el presidente de la Federación Española, teniente coronel Querejeta, con el vicepresidente, Sr. Amillo; el entrenador del equipo, Mr. Rutzgis, y el vicepresidente del Colegio de Árbitros de Baloncesto, Sr. Ferrer –añade la noticia de ABC– Querejeta ha hecho constar su satisfacción por el brillante puesto alcanzado y ha dicho que el partido más emotivo fue el jugado contra Bélgica, en especial para los que seguían el juego desde fuera del campo… Indicó el Sr. Querejeta que la derrota del partido contra Italia no significa nada, ya que aquel país tiene mucha más experiencia en lides internacionales, que es lo que le falta a España y, por otra parte, el partido estuvo en todos los momentos muy igualado. Terminó sus manifestaciones mostrándose muy reconocido a la afición española, ya que le consta ha seguido con interés y paso a paso el desarrollo del torneo, lo que era un aliciente más para el equipo».
Nueve meses después, España acudió a su bien ganada cita en el campeonato del mundo de baloncesto. Hace 73 años no era fácil organizar por vez primera un evento semejante. Fue una arriesgada y valiente decisión tomada por la Federación Internacional de dicho deporte (FIBA) en el congreso celebrado en plenos Juegos Olímpicos de Londres 1948. Tras la larga y devastadora Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945), los países europeos sufrían aún penurias de toda índole, así que la FIBA propuso que fuese Argentina quien organizase el torneo internacional.
También quedaron fijadas las bases para elegir a los diez equipos participantes: Argentina (organizador); Estados Unidos, Francia y Brasil (integrantes del podio olímpico, en ese orden, en Londres 1948); Egipto (campeón de Europa en 1949 gracias a que entonces la FIBA permitía jugar en el Viejo Continente a clubes y selecciones de países africanos mediterráneos); Italia y España (los dos primeros clasificados en el reseñado Torneo de Niza); y Uruguay, Chile y Perú (campeón, tercero y cuarto respectivamente en el campeonato Sudamericano 1949 donde Brasil fue segundo).
Mareados en un largo viaje
Sin embargo, el cartel final sufrió cambios. Italia declinó viajar por motivos económicos y fue sustituida por Yugoslavia, tercera clasificada en Niza. Uruguay se negó a participar después de que les negaran la entrada en Argentina a varios periodistas radiofónicos a quienes acusaban de permitir que exiliados argentinos atacaran desde los micrófonos de sus emisoras de Montevideo a Juan Domingo Perón, presidente de la República sudamericana. Para ocupar el puesto de la selección uruguaya la organización invitó a Ecuador.
El «Primer Campeonato Mundial de Basquetbol Libertador General San Martín», nombre oficial del torneo, se disputó entre el 22 de octubre y el 3 de noviembre de 1950 y todos los partidos se jugaron en el pabellón Luna Park de Buenos Aires. La expedición española embarcó el 18 de octubre en el aeropuerto de Barajas. Se subieron a un avión cuatrimotor a hélice de la época que antes de aterrizar en la capital argentina tuvo que hacer cuatro escalas previas: Lisboa, Dakar, Natal y Río de Janeiro. Después de 36 horas de viaje, varios pasajeros se marearon y llegaron en condiciones físicas muy mejorables.
Eduardo Kucharski, Andreu Oller, Joan Dalmau, Arturo Imedio, Joan Ferrando, Ángel Lozano, Jaume Bassó, Domingo Bárcenas, Ángel González Adrio e Ignacio Pinedo fueron los diez jugadores que viajaron desde Madrid. En Argentina se incorporaron los dos que completaban la plantilla: Álvaro Salvadores y José Julio Gámez.
Gámez, hijo de padre español y madre dominicana, nació en la capital del país centroamericano. Llegó a Buenos Aires procedente de Puerto Rico en el mismo avión que lo hizo el Denver Chevrolet, equipo amateur de la empresa automovilística que representó a Estados Unidos. Es decir, los norteamericanos no eran la selección oficial. Jugaron con la equipación habitual del citado club de Denver así que ni siquiera lucían el conocido escudo de las barras y estrellas de EE.UU. José Julio Gámez había vivido y estudiado en España y fue convocado posteriormente por la Roja para disputar otros torneos.
Diferente, y mucho más curioso, fue el caso de Álvaro Salvadores 'Salvi'. Así lo cuenta la web oficial de la Federación Española de Baloncesto (FEB): «Hijo de españoles, nacido y residente en Chile, cuando se enteró de que se iba a jugar el primer Mundial de la historia a relativamente pocos kilómetros de su casa, Salvadores hizo llegar a la FEB un completo dosier de presentación personal que incluía fotografías y recortes de prensa con crónicas de algunos partidos del campeonato chileno en los que había actuado. Con tal información en la mano, el entonces presidente de la Federación, el general Querejeta, decidió incluirle en la Selección y así se lo hizo saber en una carta de respuesta, citándole en Buenos Aires un par de días antes del comienzo del campeonato. Y así lo hizo: cuando el resto de jugadores del equipo español aterrizaron en la capital argentina, se encontraron con un compañero desconocido esperándoles en el aeropuerto. Salvadores medía unos en aquella época nada desdeñables 182 centímetros, por lo que fue uno de los jugadores más altos del equipo. Tenía un tiro muy preciso aunque lanzaba con las dos manos y sacándose el balón de detrás de la cabeza. Pero a su regreso a España sus compañeros dijeron de él que era excesivamente individualista. Y ahí se acabó el palmarés internacional de Álvaro Salvadores: ni volvió a jugar en la Selección ni en Madrid se supo más de él. La siguiente noticia sobre su vida llegó muchos años después, cuando fue nombrado cónsul de Chile en Cartagena de Indias (Colombia)».
El artículo de la FEB es generoso. Solo apunta, de pasada, que era «excesivamente individualista». Sin embargo, por lo que se lee en un reportaje del diario 'El Universal', «Álvaro Salvadores, el galán del básquet que jugaba solo, fue uno de los talentos más prodigiosos de la historia cestera de Chile, pero era odiado por sus compañeros debido a su egoísmo sobre el parqué».
El chileno Salvadores jugó con España y fue el máximo anotador del torneo (13,7 puntos por partido), pero la selección terminó en penúltima posición
Salvadores era tan chupón que la selección de Chile se negó a llevarlo al Mundial de Argentina. «Ofuscado por quedar por fuera del plantel, envió una carta a la Federación Española de Baloncesto con sus datos y recortes de los diarios de la época, solicitando ser citado al seleccionado de su país de origen –se lee en el periódico colombiano–. A ciegas, el entrenador hispano aceptó la incursión del alero, que tenía 21 años, y en cierto punto no se equivocó: Salvadores fue el máximo anotador del torneo planetario (13,7 puntos por partido), pese a que España terminó en el noveno lugar. Chilenos e hispanos se enfrentaron en Buenos Aires en la fase de grupos y, cómo no, Salvadores no dudó en lanzar al arco todos los balones que llegaron a sus manos. Ganó la roja sudamericana, y el plantel hispano quedó tan enrabiado con el individualismo de la novel figura que intentaron golpearlo en el camerín. Salvadores pudo escabullirse y fue a felicitar a sus excompañeros (chilenos)».
Los cinco partidos del Mundial 1950 fueron los únicos de Salvadores con España. La FEB reseña que después del torneo «renunció a la doble nacionalidad y jugó al fin con Chile el Panamericano'51 y los JJ.OO.'52. Robert Busnel le llevó al Racing de París y luego formó el Salvadores Basket Club, que llegó a alinear a nueve hermanos y dos primos. Compaginó su labor diplomática con el baloncesto hasta 1960 y participó en una película. El 10 de abril del 2002 falleció en Colombia».
Vino y gin tonics
Quedaba una sorpresa más, relatada así por 'Marca': «Un emigrante español que se ofreció al equipo como chico para todo y se pegó a él hasta tal punto que aparecía hasta en las fotos oficiales. Pero padecía un fuerte estrabismo y aunque en la selección el ambiente era universitario, no estaba completamente libre de los prejuicios de la época sobre el gafe que presuntamente acarreaban estas gentes. Rutzgis era el más temeroso y lo llamaba, según recuerda Justo Conde (periodista decano del baloncesto español), 'el hombre qui (sic) mira con un solo ojo'. Al pobre hombre lo echaron del equipo tras perderse el primer partido ante Egipto».
Estas, digamos, peculiaridades en el entorno del combinado español sorprenden menos cuando se conoce la personalidad del seleccionador, un lituano nacionalizado estadounidense llamado Michael Rutzgis. «Su fichaje debía significar un salto de calidad… pero a la postre dejó más huella por su afición a los vinos españoles que por sus conocimientos del juego, aunque, eso sí, se le considera el introductor en el baloncesto español del concepto de bloqueo. También dejó para la historia de la Selección alguna decisión entre anecdótica y excéntrica, como la de prohibir a los jugadores lucir bigote», señala la web de la FEB.
El asunto del alcohol, ligado a otros aspectos nutricionales de la selección durante el campeonato, tuvo también su miga. Esto escribía el corresponsal especial de la agencia Alfil el 22 de octubre: «Los españoles han pasado las primeras horas de la mañana haciendo compras y cambiando su dinero. A las once se unieron a las demás delegaciones para rendir homenaje a San Martín en la catedral de Buenos Aires. Después de almorzar en el hotel unas buenas chuletas de carne, regadas con vino tinto, pero ingiriendo mucha agua mineral, durmieron la siesta. A las cinco de la tarde los españoles tomaron un autobús para entrenarse durante una hora y media en los terrenos del club Palermo». Además del vino durante las comidas, varios jugadores desvelaron que Rutzgis les echaba ginebra en los vasos de zumo de naranja que tomaban habitualmente.
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«Los españoles se han instalado en el nuevo lujoso American Palace Hotel, en el elegante distrito de Santa Fe –prosigue la crónica de 'Alfil'–. Según el entrenador, Rutzgis, americano de Chicago, ha encontrado que los filetes y los alimentos, abundantes, son algo pesados. Mike ha dicho que ha puesto a los muchachos un menú escogido especialmente por él. Todos almorzaron a la una en punto y cenaron a las 9, también en punto. Y después, a la cama. Agregó que el clima está muy bien, especialmente para los muchachos de Barcelona que están acostumbrados a la humedad del ambiente. Los jugadores se han repuesto ya del largo vuelo. Cuatro de ellos se marearon en el trayecto de Río de Janeiro a Buenos Aires. Ha dicho el entrenador que piensa entrenarlos durante 90 minutos cada tarde. Ayer se entrenaron en el Club Universitario a puerta cerrada. Los jugadores encuentran que el balón es muy pesado, casi el doble del español, pero según el entrenador terminarán por acostumbrarse… Ninguno de los muchachos ha estado en América del Sur, menos Salvadores y Gámez, claro está, pero varios, como Ángel Lozano, por ejemplo, tienen parientes en Buenos Aires, entre el medio millón que forman la colonia española».
Así las cosas, la actuación española en el Luna Park fue francamente mejorable. Perdió todos los partidos menos uno… porque no lo jugó. Cayó sucesivamente ante Egipto (56-57), Chile (40-54), Perú (37-43) y Ecuador (50-54). En el último encuentro, ante Yugoslavia, el último esperpento: el Gobierno balcánico del comunista Josip Broz 'Tito' ordenó a sus muchachos no jugar en señal de protesta contra el Gobierno franquista español. Los yugoslavos saltaron al campo, se sentaron en la cancha y no se movieron. España ganó oficialmente 2-0 y la FIBA suspendió a Yugoslavia durante 9 meses. En aquel equipo estaban Nebojsa Popovic, futuro secretario general del Comité Olímpico Yugoslavo, y Borislav Stankovic, futuro secretario general de la FIBA (de 1976 a 2002). Por cierto, Popovic fue el autor de la primera canasta de un Mundial en el partido inaugural ante Perú.
Argentina se proclamó primera campeona del mundo tras derrotar en el partido decisivo a Estados Unidos (64-50)
Argentina se proclamó campeona del mundo tras derrotar en el partido decisivo a Estados Unidos (64-50). El pabellón –una olla a presión de 20.000 gargantas animando al equipo local– y Buenos Aires ardieron. Casi literalmente. Tras la victoria, miles de personas iluminaron la avenida Corrientes con improvisadas antorchas hechas con los periódicos vespertinos entre cánticos, gritos y festejos al paso de sus jugadores. A la comitiva se fueron sumando bonaerenses que, animados por el ruido y el jolgorio, salían de sus casas y se lanzaban a la calle con idénticas teas de papel, en una fiesta que se prolongó hasta el amanecer. La medalla de bronce fue para Chile, por delante de Brasil. Tras ellos, Egipto, Francia, Perú, Ecuador, España y Yugoslavia, en ese orden.
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