España también brilla sin estrellas

Poco a poco, el pívot fue contagiando su temple a los más jóvenes. El que mejor entendió el camino hacia el triunfo fue Oriol Paulí, perfecto en la parcela defensiva y muy descarado a la hora de atacar el aro del rival. De su mano comenzó a despegarse España en el marcador, sumando ventajas cada vez más generosas (21-33, min. 17). Los decibelios se rebajaban al mismo ritmo que crecía la distancia en el electrónico y todos los que se sumaban a la cancha sumaban para la causa nacional. La defensa era ya por entonces el principal asidero de la selección. Funcionaba el plan de Scariolo, que durante la semana había hecho especial hincapié en este apartado. España era al descanso un equipo solidario y pegajoso que apenas había encajado 29 puntos. Una pesadilla para el juego ofensivo de Montenegro, que sudaba tinta para sumar puntos.

Sonreía Scariolo, feliz por la intensidad defensiva y lo hacían también sus jugadores una vez despojados de la presión con la que aterrizaron en Montenegro. La mayoría pasaron del marrón que suponía sustituir a los habituales a la alegría por soñar con el Mundial. Sobre todo los jóvenes como Jaime Fernández, Oriol Paulí o Sebas Saiz . Activos del futuro próximo que demostraron ayer que están en la buena senda para estar en esa cita dentro de dos años.

España se plantó en el último cuarto con el choque controlado (41-58), pero le quedaba superar una última prueba de madurez. El empuje de Montenegro a base de triples obligó a la selección a tirar de carácter para no dejar escapar la victoria. Un parcial de 8-0 acercó a los balcánicos (49-58). Otro posterior, idéntico en el tanteo, encendió las alarmas en el banquillo nacional (60-67, min. 38). Quedaban dos minutos y medio en los que Vázquez sacó a relucir su rol de líder de este equipo. Cinco puntos consecutivos del gallego certificaron el triunfo que permite encarar el duelo del domingo ante Eslovenia con optimismo.