Luis Enrique-Simeone, cruce de dos mundos muy propios

Los diez días de diferencia entre los nacimientos de Luis Enrique y Diego Pablo Simeone bien pudieron ser una premonición de lo que estaba por llegar. 22 primaveras más tarde, se produjo el primero de sus muchos enfrentamientos. El asturiano, asentado en el Real Madrid, y el argentino, recién llegado al Sevilla. Partidos habitualmente calientes que les venían como anillo al dedo. Dos años después, Simeone recaló en el Atlético y la intensidad en sus duelos fue todavía mayor. El fichaje colchonero se estrenó como goleador en su primer derbi, aunque solo sirvió para maquillar el resultado de la victoria blanca. No se vieron las caras hasta la campaña 1995-96, en la que el español sumó dos triunfos en su dos enfrentamientos, pero el bonaerense levantó un histórico doblete.

Para la temporada siguiente, Luis Enrique cambió el blanco por el azulgrana y la mitad de los duelos particulares con Simeone se trasladaron a Barcelona. Hasta en seis ocasiones se midieron en las tres competiciones nacionales. Cerca estuvo el Atlético de remontar el 5-2 que sufrió en la ida, pero la Supercopa de España fue a la vitrinas del Camp Nou. Los partidos ligueros depararon un empate en el Calderón, con gol del asturiano, y una victoria local en la Ciudad Condal, con expulsión del argentino. Y en los cuartos de la Copa del Rey, los catalanes volvieron a imponerse tras un empate a dos en la ida y un espectacular 5-4 en la vuelta, que Simeone no pudo disputar.

Tras esa campaña, el futbolista rojiblanco se marchó al Inter de Milán, aunque precisamente volvió al Atlético en 2003, en la que fue la última temporada de Luis Enrique como jugador. Sin embargo, no se volvieron a ver las caras sobre el terreno de juego y tuvieron que esperar una década para volver a encontrarse, ya desde los banquillos.

El gijonés se estrenó como técnico en el filial azulgrana, mientras que el argentino lo hizo en su país. En el verano de 2011, la vinculación de Luis Enrique con el Barcelona llegó a su fin y optó por no renovarla. Tras la marcha de Quique Sánchez Flores, el Atlético buscaba entrenador y el asturiano era uno de los nombres preferidos. La entidad rojiblanca le ofreció el puesto, pero como se encargó de confirmar ayer, ya había alcanzado un compromiso con la Roma.

«El interés del Atlético fue cierto, pero ya tenía había dado mi palabra a otro club y no era cuestión de romper mi palabra. La verdad es que el Atlético tuvo mucha suerte de encontrar a Simeone porque si llego a ir yo seguro que no estoy ni la mitad de los años, no tengo esa energía. El Atlético encontró en el Cholo al mejor entrenador que podía tener y así lo ha demostrado con su trayectoria y con todos los títulos que ha conquistado durante estos años. Qué suerte tuvo la afición del Atlético», sostuvo.

El elegido para ocupar el banquillo del Calderón fue Gregorio Manzano, pero su deficiente trayectoria en Liga y la derrota ante un Segunda B como el Albacete en Copa del Rey precipitó su salida en diciembre. Su sustituto fue Simeone, un ídolo de la parroquia colchonera cuya única experiencia como entrenador en Europa había tenido lugar en el Catania. El resultado de esta decisión es de sobra conocido.

Luis Enrique se marchó de Roma y, tras un año desempleado, firmó por el Celta. Lo que le brindó la oportunidad de regresar al fútbol español y reencontrarse con Simeone. El argentino se llevó los dos duelos ligueros y levantó la Liga, mientras que la gran campaña del gijonés en Vigo le valió para volver a Barcelona, esta vez al frente del primer equipo y del tridente histórico que formaron Messi, Suárez y Neymar.

Los duelos vividos en las tres temporadas que el español ocupó el banquillo del Camp Nou dejaron enfrentamientos memorables y un balance claramente favorable a Luis Enrique. Aunque la única victoria que cosechó el entrenador del Atlético sirvió para tumbar a los azulgranas en los cuartos de final de la Champions, en su camino hacia la final de Milán.

Siete temporadas después, los caminos de Luis Enrique y Simeone vuelven a cruzarse. A su espalda, 14 duelos que se resolvieron con nueve triunfos para el asturiano, tres para el argentino y dos empates. Unos números que reflejan un dominio absoluto del ahora técnico del PSG, mientras que el atlético no registra peores números contra ningún entrenador ante el que se haya enfrentado más de cinco encuentros.

Dos mundos muy propios, tan parecidos, en agresividad y una fuerte personalidad, como distintos, en estilo de juego y confrontación pública. Asimismo, producto de admiración mutua. «Es un entrenador top. Admiro cuando veo que un entrenador está en un club grande tantos años. Sé la dificultad que tiene convencer a tus jugadores y cuando está tantos años sólo puede ser un entrenador top», elogió el español sobre el técnico del Atlético, mientras que al argentino le «encanta cómo juega el PSG. Tiene una dinámica de juego muy buena, tiene el sello de su entrenador. Llega muchísimas veces y propone un fútbol que siempre ha hecho Luis». Esta noche, nuevo episodio del Luis Enrique-Simeone, un cruce con carácter a raudales.