TENIS
Steffi Graf: «Arantxa corría más que yo... ¡nunca se rendía!»

Stefanie Maria Graf está para jugar, aunque ella se apresure a desmentirlo. Delgada, atlética como en sus mejores tiempos, la tenista de las manos grandes ve el deporte que la consagró desde una cierta distancia, ocupado su tiempo en la familia y en una labor humanitaria a través de la fundación Children for Tomorrow, que apoya a los niños víctimas de la guerra.
—¿Sigue pendiente del tenis?
—Lo sigo sobre todo por televisión. Mi presencia como espectadora en los torneos es menor que hace unos años. En ocasiones juego partidos de exhibición para divertirme; el mes próximo, por ejemplo, lo haré en Alemania. Pero físicamente me cuesta cada vez más.
—¿Cree que el circuito femenino está valorado en comparación con el masculino?
—Sí, por supuesto. No hay mejor escaparate que el tenis para las mujeres que desean dedicarse al deporte; es una actividad que contribuye a la igualdad de género. Billy Jean King fue pionera, y después Martina Navratilova y Chris Evert recogieron su legado. Venimos recorriendo un largo camino y tenemos el reconocimiento de todo el mundo.
—En los últimos cinco años, diez chicas han llegado al número uno de la clasificación de la WTA. ¿Cuál es la razón de que no haya una clara dominadora como ocurría en su época?
—El tenis se ha desarrollado en muchas partes del mundo; cada vez hay más jugadoras de alto nivel y, por lo tanto, más competencia. La exigencia física es realmente dura, con el peligro de lesiones, y si no te cuidas es difícil permanecer arriba. Ahí tenemos los casos de Maria Sharapova, Kim Clijsters o Justine Henin, que finalmente se ha visto obligada a retirarse.
—¿Se siente identificada con alguna en especial?
—Tuve la oportunidad de jugar con Kim Clijsters en 1999, poco antes de mi retirada, y desde entonces he seguido su carrera con interés. En una chica muy dulce y, al mismo tiempo, competitiva. Juega un gran tenis y ha tenido el valor de regresar a las pistas después de dos años de retiro y de ser madre.
—Sin duda recordará sus enfrentamientos con Arantxa Sánchez Vicario (jugaron 7 finales de Grand Slam, con 5-2 a favor de la alemana).
—(Sonríe) ¡Cómo iba a olvidarlos! Arantxa era increíble, ¡nunca se rendía! Corría y corría sin parar, siempre más que yo. Recuerdo sobre todo la final de Wimbledon de 1995, en la que me llevó al límite. El décimo juego del tercer set ha sido uno de los más largos y, probablemente, el más dramático que he disputado en mi vida. Me atacó constantemente y tuvo varias oportunidades de adelantarse 6-5 en el marcador. Pete Sampras, que comentaba el partido para una cadena de televisión, me dijo después que había disfrutado mucho viendo nuestra batalla. A veces coincido con Arantxa en algún torneo, sobre todo en París. Le tengo un gran cariño y respeto.
—Veintidós Grand Slams, 107 títulos individuales... Sus marcas parecen hoy imposibles de batir.
—Seguro que a Navratilova y a Evert (18 GS cada una) les dijeron lo mismo. Pero siempre hay alguien que te supera. En hombres pasa lo mismo. Después de Sampras vino Federer y mejoró sus registros. Y a Rafa Nadal le queda mucha carrera por delante para superar a Roger.
—¿Qué opina del actual número uno?
—Tiene una determinación asombrosa. Le miras y exclamas: ¡Vaya luchador! Es uno de los tenistas más espectaculares del circuito, me encanta ver sus partidos.
—¿Cuál es su victoria más querida?
—Es difícil elegir una, pero si tuviera que hacerlo sería Roland Garros 1999 ante Martina Hingis, por inesperada. Venía de atravesar una mala racha física y emocional, y Martina era una rival formidable.
—Abrió una cuenta en Facebook en febrero pasado. ¿Le gustan las redes sociales?
—Es divertido estar conectada con gente de todo el mundo. Intento entrar cada semana para contestar preguntas de mis seguidores y contar los proyectos que realiza mi fundación.
—¿Qué hace en su tiempo libre?
—Jugar al tenis, poco. Es tiempo dedicado a la familia, a mis hijos.
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