Cuidado con los osos en los Pirineos

Varios de los inscritos borraron sus nombres. No se atrevían a tanto. No se jugarían la vida en aquel loco viaje . Y sí, fue una locura. Lapize y Faber, los mejores entonces, disputaron allí sus mejores combates. A Bayona llegó un goteo de náufragos. Muchos fueron trasladados en brazos a los albergues mientras, con lo poco que les quedaba de aliento, insultaban a los organizadores. Henri Desgrange, el patrón, les escuchó. Ni caso. Sonreía. Aquella tortura había llenado la montaña y los pueblos de público ávido de Tour. La carrera ya no se ha alejado nunca de allí.

En esta edición también hay dos raciones de Pirineos. Hoy toca la segunda: 168 kilómetros enre Saint Girons y los balnearios de Bagneres de Bigorre. Buen asfalto. Buenas bicicletas. Pero también duro . Los ciclistas empezarán por la subida al Port d’Aspet, donde se mató Fabio Casartelli, el amigo de Armstrong, en 1995. En el Tour cada piedra ya ha sido pisada . Luego, en el col de Menté resonará el grito de Ocaña, la desesperación del líder, maillot amarillo caído sobre el barro, que veía cómo se le iba la victoria bajo la tormenta.

Y quedarán aún tres puertos de primera : el Peyresourde (13 kilómetros al 7%) que recuerda los latigazos de Contador, Val Louron (7,4 km. al 8,3%) y los ecos de Induráin, y la Hourguette de Ancizan (9,9 km. al 7,5%), una de las cuestas pegadas al Tourmalet. A la meta en bajada de Bagneres de Bigorre se llega por Campan. Cuesta abajo tras todo un día cuesta arriba . Con un perfil tan quebrado, la segunda etapa pirenaica será la más difícil de atar. Además, ya hay diferencias en la general . Ya hay perdedores que buscarán su redención. Para la afición vasca, es el día más cercano. El Tour centenario al lado.