'Walkman', con la música a todas partes
AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS
El reproductor de audio portátil revolucionó la forma de escuchar las canciones de moda. Ahora, los pequeños auriculares parecen antenas para conectar con el espacio extraterrestre
Capítulo 3: La emoción del teléfono fijo
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Iniciar sesiónIgual que John Wayne, la estrella de los wésterns del lejano Oeste, portaba su revólver Colt 45 en la cartuchera de cuero, en los años ochenta un nuevo artilugio revolucionó la forma de caminar y mover el esqueleto de los jóvenes y no ... tan jóvenes. Los 'walkman', reproductores de audio estéreo portátil, invadieron las calles.
La gente paseaba, corría o descansaba en el sofá de su casa con su petaca musical enganchada al cinturón, en el bolsillo o como bandolera al ritmo de U2, Rick Astley, El último de la fila o AC/DC. La tecnología punta del momento constaba de unos pocos botones para activar la cinta de casete y escuchar la música que llegaba a través del cable a unos novedosos auriculares estéreos con almohadillas de colores.
Akio Morita, Masaru Ibuka y Kozo Ohsone fueron los creadores del primer 'walkman', que comercializó Sony, en 1979. Y se desató la locura. Los zombies musicales, como los del videoclip 'Thriller', de Michael Jackson, invadieron el asfalto. Patinadores, skaters, pijos, macarras… Quien no tenía un 'walkman' no era nadie.
OTROS MARAVILLOSOS AÑOS
Las tensiones sociales se incrementaron a la misma velocidad que la venta de pilas, imprescindibles para que funcionaran los 'walkman'. «Te he llamado para que vinieras a comer más de mil veces», «cómo tengo que decirte que bajes la basura» o «yo no sé para qué te cuento mis problemas si estás aislado del mundo» eran frases recurrentes que se escuchaban en cualquier familia ante la desconexión auditiva de los chavales que observaban, ojipláticos y al son de su grupo favorito, cómo gesticulaban desesperados sus padres.
Pánico musical
Las crisis de histeria se desataban cuando la casete se enganchaba en el reproductor. Un drama de fácil solución si se tenía cerca un bolígrafo Bic
Escuchar una cinta con todos los éxitos musicales del momento tenía su intríngulis. Lo fundamental era localizar una emisora de radiofórmula con un locutor parco en palabras y, con absoluta concentración, comenzar el proceso: grabar, rebobinar, pausar, volver a grabar… Una tensión no apta para todos los públicos. Comprar las cintas en las tiendas era la opción más práctica, aunque lo más de lo más era adquirir las recopilaciones de chistes de Eugenio o Arévalo y la música de El Fary en los míticos expositores metálicos giratorios en la estación de servicio de la gasolinera para conseguir un viaje plagado de risas y folclore.
Las crisis de histeria se desataban cuando la casete se enganchaba en el reproductor. Un drama de fácil solución si se tenía cerca un bolígrafo Bic, la única y sencilla herramienta que permitía tensar la cinta magnética después de girar el boli en el interior de una de las ruedas de la casete como si fuera una carraca navideña. Bricolaje a domicilio.
Y nació el IPod
Han pasado más de cuarenta años desde que el 'walkman' dominó la Tierra, como los dinosaurios en el Pleistoceno. En 2001, Steve Jobs presentó el iPod, un novedoso reproductor MP3 con capacidad para más de mil canciones y diez horas de autonomía que arrasó en el mercado. Tiempos nuevos para la música. Ahora los jóvenes, en vez de cascos con almohadillas como Michael J. Fox en 'Regreso al futuro', llevan minúsculas antenas inalámbricas en los conductos auditivos externos con conexión a las listas de música de Spotify. ¡Orejas con antena! Incluso puede que se comuniquen vía 'bluetooth' con los extraterrestres del planeta de 'E.T.', la mítica película de Steven Spielberg, u otras especies alienígenas.
Los 'smartphones' han abocado al olvido a la cartuchera de cuero del lejano Oeste y al reproductor portátil de los ochenta, ¡con lo romántico que era pasear con un bolígrafo Bic -'Bic naranja escribe fino, Bic cristal escribe normal'-, y un arsenal de pilas en el bolsillo del pantalón! Todo cambia, pero que el ritmo no pare.
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