A vueltas con el espanglish en el CILE de Cádiz: «Es la literatura del futuro»
Varias mesas redondas reflexionaron sobre el mestizaje entre el español y el inglés, que ha llegado a la literatura
«Si intentáramos preservar la pureza del lenguaje estaríamos hablando latín», advierte María Dueñas
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Igual que se mezclan las comidas se mezclan los idiomas, dice Giannina Braschi, sonrisa mediante y pensando en Bad Bunny. «El espanglish ya está aceptado, porque las cosas que se infiltran por el oído rompen todas las murallas. La música popular ha llevado ... al espanglish a otro nivel. En Estados Unidos ya es una realidad. Y llegará a España como llegó la pizza», continúa. Esta autora puertorriqueña de setenta años ha escrito en español, en inglés y ahora lo hace en espanglish, al igual que Ana Castillo o Sandra Cisneros. Su libro 'Yo-Yo Boing!' es una de las primeras muestras de la literatura en esta lengua híbrida, mestiza, casi anarquista. «El espanglish es un nuevo género literario, es la literatura del futuro. Se van a escribir grandes obras literarias en espanglish», sentencia, entre la profecía y el deseo.
Braschi fue una de las ponentes del Congreso Internacional de la Lengua Española, donde el espanglish sonaba por aquí y por allá. Se abordó desde el punto de vista académico y creativo, gamberro y serio, con ilusión y preocupación.
—¿Cómo definimos el espanglish, Giannina?
—Es la lengua de la gente en la calle, la lengua de las multitudes. No es la lengua de los pronombres personales, es la lengua de la pluralidad. Del nosotros, del ustedes, no del yo, el tú y el él. Es la lengua de la gente que toma trenes, que trabaja en un lugar y vive en otro y que en esa transición siente vacíos. Y en esos vacíos no saben si hablan español o inglés. En ese vacío que hay que llenar surge el espanglish. [Hace una pausa] En América lo mezclamos todo, el arroz y la habichuela, los colores, las razas. Y las mezclas de razas son mezclas de lenguaje. Así se crean las lenguas, con el amor.
Aterricemos un poco. El espanglish viene a ser un idioma fronterizo, que no es español pero tampoco inglés, que no tiene academia, pero sí hablantes, y que nació en la boca de exiliados, migrantes y gente viajera. ¿Y cómo suena? Veamos. En 2003, Ilan Stavans, un profesor de la Universidad de Columbia, publicó una traducción de 'El Quijote' al spanglish que es más elocuente que cualquier descripción: «In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase». Ni Rosalía.
María Dueñas, que participó en una mesa dedicada al embrollo, escribió 'Las hijas del capitán' con el oído puesto en ese fraseo tan característico de Estados Unidos. «Allí es un fenómeno muy natural. Es la lengua de la gente que tiene una realidad en casa y otra en la calle. Me interesa porque tiene algo espontáneo, es un idioma de la supervivencia, de aprender a comunicarse. Aunque yo soy una observadora, no una usuaria», afirma. ¿Y llegará a España? «Bueno, aquí tenemos el llanito de Gibraltar, que es muy similar, ¿no?». Y luego recuerda aquel mítico grafiti que uno se encuentra al llegar a Rota: «Welcome to Rota, give me pan and tell me tonto».
«El mestizaje es riqueza –continúa Dueñas–. Si intentáramos preservar la pureza del lenguaje estaríamos hablando latín. El lenguaje es producto del paso de la vida, y fenómenos como este son naturales, se dan de manera orgánica. Y no se puede ni se debe ponerle freno. Antes de decidir, la Academia debería estudiarlas a fondo, escuchar a las voces autorizadas».
En la misma jornada que se debatió sobre el espanglish el filólogo Salvador Gutiérrez Ordóñez presentó la nueva edición del Diccionario panhispánico de dudas, que está pensado para resolver las preguntas de los hablantes. En esa obra, que él dirige, los anglicismos crudos brillan por su ausencia: o se recomienda el uso de la equivalencia española o la palabra se adapta a nuestra fonética. «El Panhispánico tiende a buscar una lógica lingüística de adaptación y de proposición. Cuando hay una palabra extranjera lo primero que se pregunta es si esta tiene un equivalente. Y si no lo tiene, procuramos adaptarlo. Fútbol, por ejemplo. Llega 'football', que era una palabra que no se digería. Y la Academia propone primero balompié. Pero al final tiene que crear fútbol». Siguiendo esa «lógica lingüística», se proponen las siguientes adaptaciones: jáquer (para hacker), wiski (para whisky, tras el fracaso de güisqui), jol (para hall), brauni (para brownie), baipás (para bypass). También ballé para ballet, aunque esta aún no se ha incluido en la nueva edición del Panhispánico por desavenencias dentro la RAE. Aun así, ninguna de estas palabras es falta de ortografía.
En Cádiz hay una exposición en el Mercado Central que recoge el vocabulario nacido del contacto entre culturas, del puerto. Es un festival de significados y significantes, un banquete de libertades lingüísticas. Ahí está 'guachisnai', que viene del inglés 'what's your name' y en gaditano significa persona normal y corriente. O 'aliquindoi', que viene de 'at looking doing' y se utiliza como sinónimo de estar vigilante, es decir, de estar al loro. Una maravilla.
Palabra de Giannina Braschi: «Al final van a tener que hacer una Academia del Espanglish. Y la van a hacer en España».
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