Roca Rey encandila y El Juli sienta cátedra
Aunque ambos salieron a hombros, la debilidad de los toros lastró la tarde
Amor y odio en tiempos de figuras: insufrible el ambiente en el cartel del mandón Roca Rey
El Juli y Roca Rey saliendo a hombros en Aranjuez
Poco faltó para colgar el 'No hay billetes' y muchos se perdieron los primeros lances de Morante de la Puebla, pues todavía buscaban sus estrechas localidades. Tampoco se perdieron mucho, pues la poca fuerza del primer cuvillo sólo permitió al sevillano un par ... de detalles con el capote. Tras el puyazo se agudizó su debilidad y se esfumó su fondo, por mucho que Morante quisiera darle fiesta. Porque el de La Puebla quiso de verdad. También con el cuarto, que salió con la fuerza justa para dibujarlo un puñado de verónicas tan largas y despaciosas que lo rompieron por abajo más que el puyazo. Sólo duró una tanda en la muleta del sevillano, pero ¡qué tanda! Suaves y delicados derechazos a la altura que el blando admitía, tan templados que invitaron a la banda a tocar 'Juncal'. Y cuando quiso torear al natural, el toro se apagó. No tiene fortuna Morante en los sorteos.
Mejor fue la suerte del segundo al caer en manos de El Juli, pues el madrileño descubrió a la verónica que esas eléctricas primeras embestidas escondían buen fondo tras su contado poder. Julián, con pulso de cirujano, afianzó al toro con templados derechazos, como caricias, que el toro, aún trastabillado, agradeció. Más le costaba al cuvillo al natural. Pero la pausa y la medida de Julián obró el milagro. Un alegre molinete sirvió como prólogo a tres derechazos soberbios, por su cuidadosa construcción, tan exigentes para el toro que no aguantaba más. Así, lo aliviaba entonces el madrileño con ayudados por alto y, llegado el momento, otros dos derechazos lentos y poderosos. La espada firmó una faena al alcance de pocos. Nos quedamos con ganas de más, porque el quinto tuvo tan poca fuerza y fondo que ni El Juli pudo hacer nada por él.
Pero el gentío quería ver a Roca Rey. Era evidente. Las dos orejas al tercero lo cantaron. No porque el peruano hubiera estado mal, sino porque la noble bondad del toro pedía un trato más delicado que la tensión con la que Roca le trató en sus largos y templados muletazos. Subrayados por las notas de 'Granada'.
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Mejor estuvo con el sexto, tan manso en los primeros tercios y tan bueno en la muleta. Esta vez, Andrés se fajó con él por abajo, por donde todo lo pidió el toro y la faena fue más sólida, aunque la espada dejó el premio en la mitad.