El Juli y Tomás Rufo dejan una tarde para el recuerdo en Talavera
Morante de la Puebla, tras su retirada en el primero, restauró su prestigio en su segundo
Rufo enseña maestría en una 'Caprichosa' con gran ambiente
JOAQUÍN ROMERA
Talavera de la Reina
La Talavera de la Reina taurina está de moda. Otra vez se llenó hasta la bandera el coso de 'La Caprichosa' tras el éxito del año pasado. La ciudad de la cerámica y sus comarcas tienen ganas de toros. Para ello, Antonio Rubio ha encontrado ... la fórmula: tres toreros de primerísima categoría y un encierro que a priori es garantía de triunfo.
Apreturas de última hora para acceder a sus localidades en una tarde agradable de temperatura, con una afición entregada desde que los toreros cruzaron la arena y fueron recibidos con una atronadora ovación.
Abrió festejo Morante de la Puebla, que estuvo precavido con el capote y luego abrevió con la muleta cuando se le coló una vez el toro junto a las tablas. Se fue por la espada de matar entre la bronca del personal, que recriminó el escaso tiempo delante del burel. Bronca al pasaportar a su res.
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Volvió Morante a recibir al cuarto, pero esta vez se quiso desquitar toreando de verdad con la capa, dejando verónicas que fueron auténticos carteles. Con gusto llevó al astado al equino y de la misma manera lo sacó. Brindó al público para desquitarse del borrón inicial. Y entonces comenzó una sinfonía de arte y pellizco. Lo que eran broncas, ahora eran aclamaciones. Los que lo negaron, ahora le amaban. Puede ser capaz de esto, de que la gente lo aclame tras una importante faena. Se encajó con el colorado de Alcurrucén, que tenía suavidad a la vez que se quedaba corto. Pero Morante ,pese a todo, culminó un buen pasaje que se le premió con una oreja.
El Juli paró al que hizo quinto con gusto, levantando los olés e de los tendidos. Faena maciza y redonda de figura del toreo, entendiendo la embestida del animal y llevándole cosido a la muleta. Otra vez acertó con los aceros y esta vez le valió para pasear otra oreja.
Para cerrar el festejo, Tomas Rufo paró de capa al sexto de Alcurrucén. Buenos trazos con el capote y encajadas verónicas rematadas con una gran media. Quite garboso de chicuelinas con el compás abierto, preludio de su faena. Conocedor de los terrenos y del encaste, Rufo fue haciendo al animal poco a poco, lo fue metiendo en la muleta y llevándole todo lo largo que le permitían sus brazos. En cercanías, tiro de valor y arrojo, buscando siempre el pitón contrario y encajándose en cada muletazo, al tiempo que resonaban los olés en los tendidos. Se tiró a matar con muchas ganas y le cortó una oreja al que cerró plaza.
Final de corrida apoteósica, viendo como Morante, en sus dos vertientes, era ovacionado cruzando el ruedo, mientras el Juli y Tomas Rufo, ante un clamor, eran paseados en volandas y sacados en hombros de 'La Caprichosa' a los Jardines del Prado.
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