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ABC Cultural

ARGANDA DEL REY

Unos maños muy bravos

Los tres novilleros -que no la ganadería que lleva ese nombre, con menos casta que los zaragozanos- se estrellaron con una imposible corrida de Pablo Mayoral en la que el quinto fue condenado a banderillas negras

En Arganda olía a torero: Emiliano Osornio y una obra cumbre

Aarón Palacio con el quinto, condenado a banderillas negras ABC
Alicia P. Velarde

Alicia P. Velarde

Arganda del Rey (Madrid)

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Descastadísima, y es casi un piropo, estaba resultando la novillada de Pablo Mayoral. Todos salían abantos, desentendidos, unos con mala baba, otros menos… Hasta que salió el quinto, que para ahorrarnos tiempo en escudriñar cómo embestía e iba embestir, decidió salir parado directamente. Eso ... sí, era ver la puya, y salía corriendo al amparo de toriles. No le había rozado el hierro, pero intuía el animalito que aquello no le iba a gustar, y se iba en dirección contraria. El caballo venga a perseguirle por la plaza, el novillo venga a huir. Si el piquero en toriles, el novillo entonces en cuadrillas… Es que no llegó a dejar que el caballo se acercara, era pasmosamente manso. Ante aquello, sólo había una solución: pañuelo rojo, como asomó del palco. La verdad es que, excepto para los responsables de su lidia, Aarón o su cuadrilla, era hasta chusco el animal, perseguido por todos, incluida la bravura, pero él siempre era más rápido. E iba con odio a los de plata que intentaban clavarle, como fuera, las banderillas negras. De aquella manera, muy de aquella manera, como si hubieran sido tiradas a la diana con dardos, quedaron tres rehiletes, cada uno en un sitio más extraño de la anatomía del animal. Pero es que era imposible de otra manera que no fuera en esa «suerte» de arco con flechas…

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