El Niño de la Capea reaparece a los 69 años: «Pensarán que estoy loco, pero quiero reivindicar la importancia de mi generación»
Pedro Gutiérrez Moya, figura esencial del último cuarto del siglo XX, vuelve a los ruedos el 19 de junio en Guijuelo para celebrar sus 50 años de alternativa. Hoy ejerce de asesor en el 120 aniversario de la Corrida de la Prensa en Las Ventas
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHoy concluye la Feria taurina de San Isidro con la corrida de la Prensa, en la que lidiarán toros de Victorino Martín los espadas Antonio Ferrera, Sergio Serrano y Román. Va a ser la edición número 120 de este festejo extraordinario, instituido en 1900, ... pocos meses después del nacimiento de la Asociación de la Prensa madrileña. La defendió durante años el crítico taurino de ABC, Vicente Zabala padre. Vuelve ahora, después del parón de la pandemia: se recupera la Oreja de Oro, para el diestro más destacado, y la asesoría de un matador ilustre, ya retirado, en este caso Pedro Gutiérrez Moya 'el Niño de la Capea', uno de los diestros más importantes del último cuarto del siglo pasado.
El Capea está de actualidad, además, porque va a volver a los ruedos por un solo día, el 19 de junio , para conmemorar los cincuenta años de su alternativa, que tuvo lugar en Bilbao, en esa misma fecha del año 1972. (Unos meses después, el 17 de septiembre, cumplirá 70 años ). Lo hará en Guijuelo (Salamanca), en una celebración pública pero familiar: con reses de su ganadería, junto a dos matadores de su familia, su hijo Pedro y su yerno, Miguel Ángel Perera. Con esta doble ocasión, charlo con el Niño de la Capea, un personaje con justa fama de listeza y simpatía.
Vestirse de torero con casi 70 años es algo muy singular, que a casi nadie se le ocurre: «Empecé a pensar en ello a fines de diciembre. Me encuentro bien, Dios me ha dado salud, me sigo divirtiendo toreando en el campo. Fue Juan Ignacio Gascón , el apoderado de mi hijo, el que me lo propuso y me lo planteé en serio».
Recuerdo yo que algunos toreros de edad avanzada (el padre de los Bienvenida, Luis Sánchez Bejarano...) festejaron sus cumpleaños toreando pero fue en privado, delante de los amigos. Este caso es diferente. No va a tratarse de un festival, sino de una corrida de toros normal, a la que podrán acudir los que adquieran su localidad: «Si se hace algo, hay que hacerlo de verdad, a lo grande».
A su familia le debió de parecer una locura: «Al principio, no se lo creyeron. Mi hijo y mi yerno se lo tomaron a broma. Al ver que iba en serio, empezaron a preocuparse. Ahora, están ilusionados de compartir cartel con un abuelo como yo. Y me están ayudando mucho en la preparación. Me lo estoy tomando muy en serio. Yo, que he sido un poco vago para eso, ahora me estoy entrenando duro: toreo todos los días, ando mucho. Lo más duro ha sido perder algunos kilos . Y he toreado varios novillos de esos que te ponen a prueba». Ha elegido Capea hacerlo en Guijuelo, un pueblo salmantino con aroma a buen jamón: «Es una plaza antigua, coqueta, con solera».
«En casa, no teníamos ni agua corriente. Mi afición empezó por hambre, ésa es la verdad. Por la Escuela aparecían a veces figuras del toreo con sus cochazos: El Viti, César Rincón... Yo los veía y se me encendió la bombilla».
La gran incógnita sigue siendo por qué dar un paso tan arriesgado, en todos los sentidos: «Creo que he acertado, al tomar esta decisión: me ha hecho mentalizarme, prepararme, en todos los sentidos. Me he vuelto a sentir torero, he recuperado mis ilusiones de adolescente. Además, creo que soy el único torero en activo que puede hacerlo: faltan muchos de mi generación, otros tienen limitaciones físicas que se lo impiden. Gracias a Dios, yo sí puedo hacerlo. ¿Por qué no voy a disfrutar, toreando? Además, quiero reivindicar la importancia de mi generación, que dio grandes matadores. Alguien pensará que estoy loco. Conozco los riesgos: el torero sabe que la muerte está ahí al lado, como una posibilidad, pero no sólo para nosotros; también, para cualquier persona. Hay que aceptarlo así y reírse de ella, porque la muerte forma parte de la vida. Eso sí, voy a hacerlo con la responsabilidad que ha sido la divisa de toda mi carrera. No voy a tirarla por la borda».
Desde la perspectiva que dan los años y tantas batallas, vuelve la vista atrás: «Han dicho algunos que soy el diestro que ha toreado más corridas de toda la historia. No es así, aunque sí lo fui, en algún momento. Luego me superaron Manzanares padre y Enrique Ponce. He toreado 1.778 tardes». La cifra impresiona... Recuerdo un cartel que vi, hace muchos años, en uno de los arcos que dan a la Plaza Mayor de Salamanca. Anunciaba a un nuevo fenómeno de la tierra: «Yo vivía en un barrio obrero, donde nació una Escuela taurina, la Escuela de la Capea, de la que tomé el nombre artístico. Mi padre había ido de emigrante a Alemania, era aficionado a los toros. En casa, no teníamos ni agua corriente. Mi afición empezó por hambre, ésa es la verdad. Por la Escuela aparecían a veces figuras del toreo con sus cochazos: El Viti, César Rincón... Yo los veía y se me encendió la bombilla. Luego, pruebas y te enamoras del toro, ya para siempre».
Para 'entrar' en Las Ventas hubo algunas tardes decisivas. Cinco veces abrió la Puerta Grande. Recuerda especialmente un toro de Sepúlveda, en 1985: «Era manso, tenía querencia a chiqueros. En vez de empeñarme en sacarlo a otro terreno, lo toreé allí. Para ser buen torero, hay que tomar decisiones rápidas, ser intuitivo. El público de Madrid siempre ha admirado la inteligencia de los toreros que saben lo que hay que hacer, en cualquier momento».
Una de las cumbres de su carrera fue el 28 de junio de 1988, cuando mató seis victorinos, en Las Ventas . «Esa tarde fue para mí, ante todo, un reto personal; la faena al quinto, un reflejo de mi carácter: primero, guerrear, batallar; luego, acabé templándolo bien. Pero lo esencial fue tener fe, estar mentalizado, no venirme abajo».
Desde el comienzo de su carrera, El Niño de la Capea mostró un carácter vivo, rápido, inteligente, despierto. «Creo que lo aprendí de mi madre : en casa, con seis hijos –cuatro varones y dos hembras–, siempre surgía algún problema. Nunca vi que ella pusiera mala cara. Creo que ésa ha sido mi fuerza principal: no venirme abajo».
Defiende mucho la importancia de los toreros de su época. Él ha conocido de cerca a muchas grandes figuras: « El Viti tiene una profundidad incomparable, da gusto escucharle: es como la Biblia del toreo. Paco Camino fue mi espejo, mi modelo: para ser gran torero, hay que ganar al toro por inteligencia y él lo hacía. Julio Robles tenía una gran personalidad, era un estilista, conectaba fácilmente con el público. Paquirri era un torero muy poderoso, con amor propio, mucho carácter. Manzanares padre fue mi competencia natural, el que más me ha motivado: tenía clase, pureza, buscaba hacerlo todo bien. Ojeda poseía una personalidad muy fuerte pero toreó menos tiempo del que nos hubiera gustado. Espartaco ha sido la gran referencia para los toreros del siglo XXI».
«Lo que había entonces era una mayor variedad de encastes. Ahora, casi el 90% es Domecq y eso me parece un error, puede traer cierta monotonía. Los toreros capaces deben abrirse a torear también otros encastes«
Al retirarse, Capea creó una ganadería : «Era mi gran sueño, desde que yo iba con mi hatillo, por las tapias de las plazas de tientas. Lo de elegir Murube tuvo algo de casual: era de las pocas que mantenían un encaste puro, sin mezcla».
Cuando Pedro toreaba, quizá los toros planteaban más dificultades. «Lo que había entonces era una mayor variedad de encastes. Ahora, casi el 90% es Domecq y eso me parece un error, puede traer cierta monotonía. Los toreros capaces deben abrirse a torear también otros encastes . Cuando lo hacen, la afición lo agradece: lo hemos visto en los triunfos de Perera, con toros de Adolfo; de El Juli, con los de La Quinta. Quizás ahora mandan más las empresas; menos, los aficionados. Es un error no tenerlos muy en cuenta, como sucede en Francia».
Conociendo tanto el mundo del toro, no debe de ser fácil tener t oreros en la familia : «Ahora mismo ya no lo siento como un problema sino como un privilegio. Por eso me ilusiona tanto la tarde de Guijuelo: muy pocos toreros han podido permitirse algo semejante. Que haya competencia dentro de casa me mantiene vivo. Seguro que va a haber momentos muy especiales, esa tarde».
La pandemia ha afectado también al mundo del toro: «Ha sido un desastre para la cabaña brava : las consecuencias seguirán viéndose durante años. También ha desorientado a los públicos, aunque ahora estén volviendo a las plazas. Veo muchas cosas raras: las almohadillas que tiraron en Las Ventas, la otra tarde, por ejemplo. Tampoco entiendo que se vuelva a torear mirando al tendido. Es bueno que acuda mucho público joven pero hay que educarlo. Yo sigo fiel al toreo clásico, al de siempre: la mano baja y llevarlo largo. Eso no pasa de moda. Y me gustaría que los antitaurinos se acercaran al toro: opinar de cualquier cosa sin conocimiento es una gran osadía».
Pasará la tarde de Guijuelo y el Niño de la Capea seguirá cerca del toro bravo: «Espero sentirme todavía más orgulloso de ser torero . Si volviera a nacer, volvería a serlo, por muy rico que naciera. No existe nada más bonito en el mundo. Los que hemos tenido esa suerte, nos moriremos siendo toreros».
Noticias relacionadas
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete