EL VAR DEL TENDIDO

Leña para ahorrar en el recibo de la luz

La suerte fue que Gonzalo Caballero saliera, «¡por fin!», andando de esa Monumental que hoy espera a Alejandro Talavante en la Corrida de la Cultura

Las lágrimas de El Juli, que ya es don Julián en Madrid

Pase de pecho de Caballero al del Torero, con dos velas Efe

Volvía Gonzalo Caballero a la plaza donde estuvo a punto de perder la vida. Literalmente y sin literatura. Muerto se vio el propio torero: «Doctor, dígale a mi madre que la quiero». Chiqui del Hoyo veló a su hijo a los ... pies de una camilla la madrugada más larga de un 12 de octubre; ayer, dos años y medio después, abrazó de nuevo al torero. Una lujosa ovación le tributaron tras el paseíllo: «Esta afición es muy cariñosa cuando quiere», comentó mi vecino de atrás.

El regalo que le prepararon fue una señora corrida de toros . «Es imponente, aunque del Torero solo tiene el nombre», resumió desde su palco Guillermo Mesas, director del NH Ventas, al periodista Federico Arná s. Asustaban sus pitones, con leña para pasar el invierno y ahorrar en el recibo de la luz. «Isabel, ¿tú planchas los calzoncillos a tu marido? Porque yo con este robo ya no. El mes pasado pagamos más de cien euros. Ni el secador uso, me sale más barato ir los jueves a la peluquería», decía una mujer, con los rizos bien marcados, a su compañera de localidad. La gente de alrededor se quedó con las ganas de saber si Isabel pasaba la plancha a la ropa interior. Los aplausos lo impidieron cuando Caballero brindaba el toro del reencuentro.

Guillermo Mesas y Federico Arnás, en un palco ABC

Boca arriba cayó la montera: «No será supersticioso», se oyó. Así la dejó y se dirigió hacia Vigilante. «Hay que someterlo», le advirtió un entendido. «Si lo coge El Juli con su oficio...», añadió otro. Y entre VAR y VAR, el toro cantó la gallina. La gente cruzaba los dedos cuando Caballero se perfilaba para matar. Mariola , en la fila más alta, guardaba su abanico y besaba una estampita de la Virgen de los Remedios. La memoria recordaba la tragedia de 2019. Tras un pinchazo, lo cazó a la segunda: «Menos mal», dijeron en el callejón. Victoria Federica , en su tendido de sombra, sonreía mientras hacía el gesto de la suerte suprema. La suerte fue que Gonzalo saliera, «¡por fin!», andando de esa Monumental que hoy espera a Alejandro Talavante en la Corrida de la Cultura.

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