'La Sonnambula', una ópera contra el fanatismo y la superstición

El Teatro Real pone en escena una nueva producción de la obra de Vincenzo Bellini, tan popular como infrecuente

Maurizio Benini y Bárbara Lluch son los directores musical y escénico respectivamente, y los dos repartos los encabezan las sopranos Nadine Sierra y Jessica Pratt y los tenores Xabier Anduaga y Francesco Demuro

Xabier Anduaga y Nadine Sierra (en primer término), en una escena de 'La Sonnambula' Javier del Real

El Diccionario de la Real Academia Española define 'Bel canto' como «Arte del canto según el estilo de la ópera italiana romántica». Esta definición podría ilustrarse, perfectamente, con una imagen de 'La Sonnambula', de Vincenzo Bellini, sin duda paradigma de este estilo operístico ... que se desarrolló durante el siglo XIX. A pesar de ser un título relativamente popular, su presencia en los escenarios internacionales es más bien escasa -en este año que termina apenas se han puesto en pie cinco o seis producciones en todo el mundo-. Desde su reapertura, hace veinticinco años, el Teatro Real solo la ha presentado en una ocasión, en abril de 2000, con dirección musical de Richard Bonynge.

El coliseo madrileño presenta del jueves 15 de diciembre al 6 de enero de 2023 esta ópera, estrenada en el Teatro Carcano de Milán el 6 de marzo de 1831, en una nueva producción -que coproducen el New National Theatre de Tokio, el Gran Teatro del Liceo de Barcelona y el Teatro Massimo de Palermo- dirigida musicalmente por un veterano lobo de mar belcantista, Maurizio Benini, y escénicamente por una debutante en el Teatro Real: Bárbara Lluch. Las sopranos Nadine Sierra y Jessica Pratt, en el papel de Amina, y los tenores Xabier Anduaga y Francesco Demuro, como Elvino. encabezan el doble reparto, que completan Rocío Pérez y Serena Sáenz (Lisa); Roberto Tagliavini y Fernando Radó, (El conde Rodolfo); Monica Bacelli y Gemma Coma-Alabert (Teresa); Isaac Galán (Alessio) y Gerardo López (Notario). La escenografía es de Christof Hetzer, los figurines de Clara Peluffo, la iluminación de Urs Schönebaum y la coreografía de Iratxe Ansa e Igor Bacovich.

La dificultad que entraña la partitura -«es una montaña rusa», la define Xabier Anduaga- es precisamente una de las razones de su infrecuencia en los escenarios. «Sin cantantes de primera línea no se puede poner en pie», reconoce Benini. «La tremenda exigencia vocal de la partitura ha comportado que la ópera haya estado, cuando ha habido colosos capaces de defenderla, asociada a los grandes cantantes de todas las épocas». De hecho, 'La Sonnambula' apenas se había representado hasta que Maria Callas la cantó, en 1955, en La Scala de Milán, en una célebre producción dirigida musicalmente por Leonard Bernstein y escénicamente por Lucchino Visconti. Fue la legendaria griega la que devolvió, de alguna manera, la obra de Bellini al repertorio.

Tampoco la mala fama del libreto, tachado de flojo e insustancial a lo larto de los años, ha ayudado a cambiar la situación. «Yo estoy dispuesto a pelearme con quien diga que el libreto es flojo», defiende Bárbara Lluch, que recibió la propuesta de Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, con cierto escepticismo, según confiesa. «Joan me dijo que me leyera el texto con calma y después decidiera». Y la directora encontró la manera de conectar la historia de sonambulismo de Amina, la protagonista, con nuestros días: «Los niños huérfanos suelen sufrir de síndrome de abandono e intentan compensar su sensación de 'no pertenecer' con una necesidad de agradar constantemente y de ser queridos. Así, lo que sueña Amina mientras se pasea por las calles es de vital importancia y entender su ansiedad al sentirse diferente nos dibuja un perfil específico». «Hoy en día -añade Bárbara Lluch- la podría ayudar un psiquiatra»,

Tres imágenes de 'La sonnambula' Javier del Real

Maurizio Benini habla del coro como el «tercer gran protagonista» de 'La Sonnambula'. Para Bárbara Lluch funciona casi como un coro griego, y representa «a una sociedad donde conviviesen la superstición y la ausencia de conocimiento empírico; al desconocer la existencia del sonambulismo, se crea un terrible fantasma que tiene atemorizado al pueblo. Y Amina pasa de ser el orgullo del pueblo a que sus vecinos la quieran quemar».

'La Sonnambula' está ambientada en un pueblo de los Alpes suizos, y cuenta, a grandes rasgos, la historia de Amina, una joven a punto de casarse con Elvino y que una noche, sonámbula, entra en la habitación del conde Rodolfo; lo descubre Lisa, que se lo cuenta a Elvino y a todo el pueblo. Amina trata de defender su inocencia, pero nadie la cree, hasta que, nuevamente sonámbula, se le ve cruzando un frágil puente suspendido, jugándose la vida.

«Amina es la imagen misma de una joven pura, inocente y frágil, henchida de ideales y de poesía -dice Joan Matabosch-, que huye de la realidad para refugiarse en su mundo imaginario. El sonambulismo no hace más que probar su inocencia porque se trata de un estado en el que la razón no puede intervenir, y no es posible manipular la realidad, engañar o presentarla desde un prisma favorable a unos determinados intereses». 'La Sonnambula', insiste el director artístico del Teatro Real, «es una ópera contra la incultura y el fanatismo, contra la superstición, y está maravillosamente estructurada y escrita; no es únicamente canto».

Pero sí es el canto la razón principal de su éxito, y en estas funciones hay dos jovenes voces excepcionales: la de la estadounidense Nadine Sierra -que debuta en el Teatro Real- y el tenor donostiarra Xabier Anduaga, dos de los grandes fenómenos de la ópera de nuestros días. A la primera, que reconoce haber tenido episodios de sonambulismo en su infancia, le «irrita» la historia, que no quiere ver como una fantasía ni como un cuento de hadas. «Amina -dice- es inocente, dulce, casi una niña vulnerable a la que los demás debemos proteger. Y Elvino, su prometido, es un estúpido, una persona celosa». Anduaga protesta. «Sé que estoy defendiendo lo indefendible, pero Elvino es una persona triste, vacía; también es huérfano, y busca paz y amor; y también un futuro mejor. Es celoso por inseguro; es un niño». Anduaga resume su idea de 'La Sonnambula' con una frase: «Los mandaría a todos al psicoanalista».

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