Ramón Palomar: «Es absurdo renunciar a nuestro propio folclore»
El columnista de ABC y 'Las Provincias' explora la épica de la Legión en la novela 'El novio de la muerte' (Grijalbo)
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Iniciar sesiónVentura Borrás es una bestia que protagoniza una novela maravillosamente escrita. Legionario a caballo entre Ceuta y Tánger, personaje forjado a base de puñetazos, también gerifalte y matón. Este es el protagonista de 'El novio de la muerte' (Grijalbo), una novela en la ... que el escritor y periodista Ramón Palomar retoma un personaje que ya aparecía en 'Sesenta kilos' y 'La gallera' para acometer una historia dura, directa y precisa.
Legionarios, corrupción, drogas, adrenalina y hasta humor del muy negro, por supuesto. En estas páginas, Palomar va desde el franquismo de los años cincuenta hasta la ruta del 'bakalao' y el tráfico de mescalina. En tiempos de corrección política, Palomar se pasea, pirómano, con esta novela bajo el brazo y sobre eso habla en esta entrevista.
—¿Ventura Borrás retrata un tiempo, una España, un arquetipo ?
—Viene de un mundo bronco. Es hijo del William Holden de 'Grupo salvaje', del Harvey Keitel de 'Teniente corrupto', de 'La Busca' de Baroja, con unos ribetes valleinclanescos o del Céline en 'Viaje al fin de la noche'.
—Una historia violenta, ¿con humor?
—No quiero ponerme pedante, pero me gustan los personajes que Ford usa para desconcertar. Hay situaciones dramáticas que van hacia lo grotesco y lo cómico.
—¿Es esto una precuela?
—Ventura ya aparecía en 'Setenta kilos' y 'La gallera'. Dominaba el cotarro y lo manipulaba todo. Tenía que explicar porqué llega la Legión y su obsesión por crear un imperio del mal.
—¿Qué significa la Legión para Ventura Borrás?
—Mucho. Es un tipo que crece solo en la vida. Descubrir que puede funcionar y defenderse por sí mismo y que ha logrado superar todo ese tránsito hacia el doctorado en la maldad, la hombría y la sabiduría, es algo que le da unas alas de inmortalidad
—¿Es literaria la Legión?
—Más que el franquismo, me interesa la Legión y su papel en la historia reciente española. Ha gozado de muy mala fama, pero fue un gran invento de Millán Astray. Mezcla el bushido japonés de los samuráis y la legión francesa. Aporta otra identidad. Tú puedes haber cometido una gran fechoría, pero tenías la oportunidad de emprender otra vida.
—¿Es una estética complicada?
—El grito de 'Viva la muerte' es tan cafre, tan energúmeno, que es sublime de puro bestia. Es una obra de arte. A mucha gente le parece horroroso, pero forma parte de nuestra historia. ¿Por qué no lo podemos reivindicar? No tenemos que renunciar a nuestro propio folclore. Me parece un error.
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—¿Es desinterés u olvido?
—Es una historia que nadie conoce. Esos Camisas viejas, como Dionisio Ridruejo y toda esa gente. Es una parte de nuestra historia muy interesante que, por desgracia se desconoce, como no se conocen la Ceuta y Tánger de aquel tiempo. Es un escenario que conozco bien y al que tengo un gran cariño. Viví allí desde los 4 hasta los 11 años.
—La ciudad era un hervidero
—Era el lugar de la millonaria Bárbara Hutton o del escritor Paul Bowes. Aquella Librería des Colonnes, donde iba con mi padre todos los sábados por la mañana y en la que se reunían todos los escritores. La ciudad que retrato en esta novela es una mezcla de entorno violento con su toque cosmopolita.
—Y punto de encuentro de espías.
—Todo el caldo de cultivo de colaboración. Muchos franceses habían acabado en Tánger, también musolinianos. Es toda esa época muy convulsa. En Tánger mandaron los franceses, los ingleses, los alemanes. Había toda una sensación de genuflexión, de que había un poder siempre mayor, Tánger fue internacional hasta el 57. Fue un protectorado italiano, francés y español.
—¿El Miranda y el Chicote de su novela son los mismos que trabajan en este periódico?
— Es un homenaje a Juan Fernández Miranda y Javier Chicote. Eran perfectos para algunos personajes que tenía en la cabeza.
—Para ser filólogo, es usted un tanto canalla.
—En la Facultad servía copas. Ahí acudían skins, rockeros, progres, pijos, todos los músicos que venían a tocar en la ciudad y también gente que se dedicaba a cosas ilegales. Así desarrollas un tímpano, una antena mmpara captar cómo hablan de verdad. Cómo esta gente habla de verdad. Porque el que no ha conocido ciertos ambientes y solo lo copia en internet está perdido porque es una artificial .Hay verdaderos príncipes del lenguaje en la calle. No está exento de una elegancia natural. Estuvo bien compaginar los estudios universitarios con la calle. Ya sea poniendo copas o ya sea haciendo algo. Porque así absorbes de los dos ambientes. Es bueno también tener una raíz fiel a la academia, pero también en la calle y en la cloaca.
—¿La novela ha dejado de provocar?
—Yo creo que sí. Se ha entumecido. Los autores quieren caer bien y vender miles y miles de ejemplares. Entonces hay como una especie de domesticación en la cual no se quiere incurrir en lo políticamente incorrecto, no se quiere molestar. Y la literatura hay que molestar, hay que provocar. Hay que agarrar al lector por la solapa y si hace falta hay que darle un puñetazo en la barriga. Con la lectura, evidentemente. Y sobre todo hay que proponerle historias originales y asuntos originales.
—¿Cómo es percibida hoy la Legión en España?
—La gente de la calle adora a la Legión. En el desfile del día de las Fuerzas Armadas son los más aplaudidos, con diferencia. Son los más rápidos, ese uniforme ajustado. Fueron los primeros en llevar tatuajes. Muy macarras, barba y pecho lobo. Son pintorescos. Tienen como mascota un carnero. A veces un jabalí, una pantera, un jaguar o algo. Si tienes un poquito de sensibilidad, te das cuenta de que es otro rollo. Es otra gente. La historia perfecta para una novela.
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