Niño de Elche: «Soy un fiel defensor de la apropiación cultural»
en el borde del agua (III)
El cantante y compositor es el tercero de estas entrevistas veraniegas. Como su música, Francisco Contreras no le baila el agua a nadie
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Iniciar sesiónHa grabado trece discos y colaborado con creadores tan distintos como Rosalía, Tangana, Angélica Lidell o Israel Galván. Quiere reinventar el flamenco, aunque los puristas quieran crucificarlo por ello. A este paso el músico Francisco Contreras pasará de 'Niño de Elche' ... a 'Caballero de Elche', al menos a juzgar por una carrera que arranca por igual polémicas y aplausos. En pleno verano, en una Sevilla en la que hasta los relojes se derriten, Contreras posa en una fuente cual cristo trianero: con los brazos abiertos y las palmas al cielo. Esta entrevista, la tercera de la serie 'En el borde del agua', va de mojarse, pero también de hacer camino al andar.
Flamenco resucitado
Recién se ha estrenado 'El Camino Ecléctico', el segundo episodio de 'Keep Walking El Camino', la serie documental de Johnnie Walker y Dani Martín que explora cómo diferentes artistas han desarrollado sus propias versiones de éxito y echado mano de la creatividad para reinventar y ampliar su aportación a la cultura. Niño de Elche es el invitado de esta segunda entrega.
Durante casi media hora habla de su trayectoria y la fusión de géneros musicales con el teatro, el cine y la prosa poética. También rinde homenaje a Antonio Machado con su propia versión del poema 'Caminante no hay camino'. Creación, inmersión, apropiación. No hay tema que se le resista, ni pregunta que no conteste. Directo, pero no por ello simple, contesta sin bailarle el agua a nadie.
OTROS BORDES DEL AGUA
Ha hecho de todo. Le ha cantado a una obra de Lucian Freud, también a un lienzo de Francis Bacon. En ocasión del año Sorolla participó en colaboraciones con artistas plásticos. Niño de Elche no entiende de límites porque para él no los hay. Cada proyecto, ha dicho, es la oportunidad de superar un prejuicio. Y aunque colecciona algunos, intenta echarlos por tierra. En su más reciente disco mató al flamenco para resucitarlo. En aquel 'Mausoleo de celebración, amor y muerte' se metió en las entrañas del género, para exprimir nuevos humores.
—A nadar se aprende, nadando. ¿A cantar flamenco se aprende… ?
—Lo pedagógico es un terreno de conflicto. Siempre nos preguntamos cómo se pueden reglar las artes populares, para que las aprenda más gente. Que una disciplina esté regulada por el Estado a través de determinados programas, puede permitir el aprendizaje, pero e flamenco sigue teniendo esta psicosis.
—¿Psicosis ?
—A ver, cómo se aprende lo popular: pues por el mimetismo, por la repetición y la copia, cuando en realidad el flamenco reúne una serie de experiencias más allá de lo técnicamente musical. Dialoga con muchas otras disciplinas.
—Empezó a cantar de niño
—Aprendí primero a tocar la guitarra. El aprendizaje no es natural, es mimetismo. Evidentemente el aprendizaje desarrolla una serie de intereses relacionados y justo por eso dentro de las artes populares vamos desarrollando tendencias muchas veces contradictorias. O paradójicas, incluso dentro del propio mimetismo.
—¿Qué imagen suya refleja 'Keep Walking El Camino'?
—Es una especie de fotografía. Las prácticas artísticas en general las entiendo como fotografías, porque hablan de un momento, no de toda una trayectoria sino del pensamiento actual. Son momentos. Las acepto y procuro juzgar lo menos posible y jugar lo más que pueda.
— En lugar de Niño de Elche tendremos que llamarlo Caballero de Elche
—(Risas)
—Trece discos ya. ¿Qué ha aprendido?
—Los discos, las fonografías son fotografías de la voz, del sonido. Tienen que ver con la práctica. Para mí son diarios que voy escribiendo sin darme cuenta. Estoy trabajando más y estoy haciendo mucho, y justo porque lo entiendo como parte del momento, no como un proceso.
—Los escritores no se releen, pero un músico está obligado a escucharse. ¿Cómo lo lleva?
—Me cuesta escuchar los discos. Cuando hago uno, lo escucho o regreso a él porque mi dinámica es continuar haciéndolo. No es una referencia en sí. El pasado personal lo uso, pero el mío como músico intento que esté más asumido.
—¿Al flamenco le pasa lo que a la novela, que la matamos cada cierto tiempo?
—Todo depende de nuestras referencias. Si creemos que la muerte no es el fin, pues comienzas a encontrarle más sentido.
—¿Cómo es el flamenco resucitado? ¿A qué suena?
—La escucha es subjetiva. Intento que no suene a una tendencia. La música es una de las disciplinas artísticas, mejor dicho, la música y el sonido son las disciplinas que más nos ayudan a romper la concepción del tiempo, sobre todo la música contemporánea.
—Usted tiene una concepción teatral de la música.
—Siempre he entendido la música como un territorio performativo. Es una de mis batallas culturales. En España no hay referentes en ese sentido, en Europa menos. Un amigo me preguntaba referentes y en España hay pocos que trabajen esa concepción. Eso me ha ayudado a entender el mundo de la representación como un conjunto. En el caso de trabajar con Lidell, Galván, Molina o personas del mundo del teatro o del cine lo demuestra. Controlan muchísimo lo que es el tiempo, pero controlan también su poética, que es muy importante.
—Para la gente que no sabe nada de flamenco, ¿cómo ayuda un personaje como Rosalía o usted?
—En los años sesenta surge esa idea de que el aficionado tiene que ser un entendido para disfrutarlo. Es un complejo que ha cogido el flamenco de otras disciplinas. Si tienes conocimientos, pues bien, pero no lo necesitas para disfrutarlo. No es necesario. Para entender puede que sí, pero no para disfrutar.
—¿Cree que se ha democratizado el género?
—Si el flamenco se ha vuelto más accesible es gracias a las personas que hacen un tipo de flamenco con fusiones y diferentes formas de traducirlo. Para eso ha servido el mundo de Internet, a través plataformas todo es mucho más accesible. Antes tenías que ir a un festival.
—¿Discutir con sus detractores puede ser inspirador?
—Quizá para un tuit, pero el asunto no da para mucho más.
—Le voy a pedir que se moje. ¿Qué música no soporta?
—Intento superar mis prejuicios. Hay dos músicas que me cuestan, el jazz y la bossanova, pero el fado me cuesta bastante más, aunque me gustaría y quiero profundizar. Hoy tenemos Internet y hay más herramientas para descubrir autores. Me obligo a superar estos prejuicios y a todas luces es un prejuicio que sé de dónde viene.
—¿De dónde?
—Yo provengo del flamenco y a los flamencos les encanta el flamenco jazz. Yo sigo rechazando el fado. que es melodramático, me gusta más el bolero o la canción de autor. Mi prejuicio con esos ritmos viene de ahí: como todos esos les gustan a los flamencos, yo los rechazo.
—¿Ha hecho más la música por el idioma español que el Instituto Cervantes?
—La música es más accesible y funciona muy bien para eso, pero depende de qué hablamos. Por ejemplo, el reggaetón y pop lo hace más accesible. Antes ocurría con el mundo del cantautor, en España hubo muchos. El reggaetón ha sabido permearse más de cierta terminología que siempre está pasada por el colador de Estados Unidos. Es la crítica que le hago esta gente, que habla de latino con una perspectiva mucho más yanki.
—¿Cuál es para usted la música del verano?
—La música electrónica, el tecno... Si veraneas en Cádiz será el flamenquito y si lo haces en Ibiza será el house. La música y la playa tiene que ver con la electrónica y la música mucho más poperizada.
—¿Dónde veranea Niño de Elche?
—Este año no veraneo. Me voy a un monasterio.
—De ahí puede salir mucho
—O no sacar nada.
-
Las difusas fronteras de la danza
Julio Bravo
—¿Es usted un último des u tiempo o un primitivo del que viene?
—No creo en las generaciones. Muchas cosas no tiene que ver con el calendario sino con los vínculos. Me puedo sentir más cercano a Bach o Mairena…
—El Bach de nuestro de cada día...
—Angelica Lidell dice que es el teatro clásico. Yo no sé qué puedo ser, soy un músico contemporáneo. Trabajo más con el ámbito de los años 50 y menos con la música actual.
Primer corte de uñas
No hay creación sin arrebato, ni música sin paradoja ni desgarro. Niño de Elche dice trabajar el bosque dentro de sí mismo para llegar a la raíces de sus propios árboles. Antonio de Mairena le habla con tanta fuerza como Manuel Caracol o Bach. No canta ni graba discos para provocar ni desafiar a nadie, excepto a sí mismo. Así lo explica, muy serio, el artista.
Desde sus primeros llantos, que publicó en 2007 en un album homónimo, han transcurrido catorce años. En ese tiempo, Internet ha cambiado nuestra forma de hacer y escuchar música, incluso de apreciarla o difundirla. Y eso lo sabe de sobra Francisco Contreras, acostumbrado a zambullirse en lo nuevo de un salto mortal. Para alguien que dice no creer en las generaciones ni voluntarismos, defiende, eso sí, la apropiación cultural.
—Hablemos de la Inteligencia Artificial, ¿el vaso está medio lleno o medio vacío?
—En lo funcional lo veo lleno, pero en el territorio de la creación lo veo casi vacío. El otro día leí el libro de Carlos Blanco sobre el límite de la inteligencia y me ayudó a ser más escéptico. La inteligencia artificial en la música se usa para cuestiones que no puedes hacer de forma real: por ejemplo, un coro de 80 personas.
—¿Qué le falta por explorar?¿La música barroca, por ejemplo?
—He cantado zarzuelas, chaconas, música barroca mexicana… He tenido experiencias muy variadas. Desde mi almacén conceptual salen giros de flamenco. No tengo complejo en sumergirme o acercarme. Soy un fiel defensor de la llamada apropiación cultural. No he tenido problema de sumergirme en todo tipo de música.
—¿Cómo se llega a la música? ¿Zambulléndose? ¿Por inmersión?
—Una mezcla de las dos. Lo primero es la piscina, el trampolín y una vez dentro lo más respetuoso y humilde es bucear, pero siempre necesitas un salto mortal porque si no, no lo haces. Antes de tirarme, siempre puedo preguntarle a alguien.
—¿Cuál es su salvavidas?
—La fe.
—¿Cuál es su primer recuerdo musical?
—Mi padre cantando. Quizá yo tendría tres o cuatro años. Vengo de la tradición del primer corte de uñas para que el niño salga artista.
—¿El primer corte de uñas?
—Existe una tradición de dejar las uñas muy largas al niño recién nacido. El primer corte debía hacerlo alguien con una sensibilidad artística. Mi padre lo hizo conmigo y con mi hermano.
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