Nueva sorpresa en el Turuñuelo: hallan una columna de altar del siglo V a.C. originaria de Asia Menor

Los arqueólogos han encontrado hasta 27 fragmentos de la basa y el fuste de esta exótica pieza, la más antigua de mármol griego del Proconeso de la Península Ibérica

La última campaña de excavaciones saca a la luz nuevas estancias y claves sobre la construcción del complejo tartésico

Los rostros del Turuñuelo regresan a casa

Desenterrando uno de los fragmentos de la columna CONSTRUYENDO TARTESO

El primer fragmento ya llamó la atención de los arqueólogos del proyecto 'Construyendo Tarteso' cuando lo hallaron en el yacimiento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) hace apenas quince días. Era un pequeño trozo de mármol blanco que parecía tener una canaladura. Enseguida ... pensaron en que podía proceder de una columna y las excavaciones posteriores pronto les dieron la razón. Desde entonces han recuperado hasta 27 partes de una pequeña columna de altar de unos 60 centímetros de diámetro que, por el contexto, han datado en el siglo V a.C. «A falta de que una analítica posterior lo confirme, el primer análisis de la pieza indica que es de mármol de Proconeso», resalta aún sorprendida Esther Rodríguez, codirectora de las investigaciones junto a Sebastián Celestino. Y añade: «¡Es más exótica aún que 'Piecitos'!»

En el patio de esta monumental construcción tartésica donde documentaron el sacrificio ritual de casi medio centenar de caballos, se toparon hace unos años con los pies de una diosa esculpidos en mármol griego del Pentélico, un monte al noroeste de Atenas. Si se confirma, la fragmentada columna ahora descubierta tendría un origen aún más lejano, pues la antigua isla de Proconeso se encuentra en el mar de Mármara, en Asia Menor. Hoy se la conoce como isla de Mármara y pertenece a Turquía, aunque en la Antigüedad era griega. «Hasta la fecha, creemos que es la más antigua que se conoce de este tipo de mármol en la Península Ibérica», subraya la arqueóloga.

De alta calidad, el mármol del Proconeso se empleó en el templo de Artemisa en Éfeso o el mausoleo de Halicarnaso, aunque sus canteras fueron más explotadas en época romana, según explica Rodríguez, que añade: «Adriano lo utilizó mucho, pero aquí, hasta la fecha, no se conocía nada».

Los arqueólogos han recuperado casi por completo la basa de la columna y buena parte del fuste. «Nos quedaría por sacar el capitel que, por los paralelos contemporáneos que se conocen en Ampurias y su entorno, sería jónico», aventura. Los fragmentos aún conservan pigmentos de azul egipcio, como 'Piecitos', y de rojo.

Piezas con 2.500 años de historia Miembros del equipo de 'Construyendo Tarteso' desentierran una jarra de bronce, una vasija cerámica y uno de los fragmentos de la columna Construyendo Tarteso

Los encontraron en una estancia del complejo que creen que comunica con el patio a través de una puerta que aún no han abierto, al norte de la escalera monumental. Están excavando esta habitación desde la parte superior, desde un vano a la izquierda de la estancia que albergaba los restos de la única persona hallada hasta el momento en el Turuñuelo. Desde ese hueco «hay una caída como de dos metros», según la investigadora, hasta este nuevo espacio que están vaciando. «Nos queda como un metro por excavar, así que seguramente esté a la misma cota que el patio», explica.

En esta habitación han hallado cuentas de collares de pasta vítrea, broches de cinturón de tipologías tartésicas y cerámica ática en abundancia procedente de Grecia («más que en todo el resto del yacimiento», apunta Rodríguez), así como multitud de botones de bronce que relacionan con atalajes de caballos. En ese relleno que aún no han podido terminar de excavar no descartan descubrir más fragmentos de la columna de altar en la próxima campaña.

Una estancia excavada en la última campaña Construyendo Tarteso

Los trabajos de 2025, que comenzaron el 28 de marzo tras varios días de retraso por las intensas, llegan esta semana a su fin en medio de sofocantes calores de hasta 39 grados a las 12 de la mañana. «El tiempo no ha estado a favor de Casas del Turuñuelo este año porque cuando no llueve agua, llueve fuego», comenta Rodríguez. A pesar de estos obstáculos climáticos, han excavado en la parte este del complejo dos espacios más del área artesanal donde el año pasado descubrieron la pizarra con el alfabeto y grabados de luchas de guerreros. En ambos, vinculados a labores agropecuarias, han recuperado ánforas, molinos y un tercer torno de bronce.

Ingeniería del siglo VI a.C.

Al norte, han investigado una estancia del exterior del edificio, donde han encontrado un horno y un tonelete, y otras dos habitaciones interiores, además de la que conservaba los restos de la columna. En una de ellas ha aparecido un jarro de bronce completo y en la otra han descubierto una clave insospechada de esta sorprendente construcción.

La atarjea descubierta bajo una de las habitaciones Construyendo Tarteso

En el centro han localizado un pozo por el que cruza una atarjea o canal para conducir agua construida con piedras de gran tamaño y de casi un metro de profundidad que conecta por debajo de los muros con la canalización de una fase posterior destapada hace años en el patio del sacrificio. «Lo interesante es que es una importante obra de ingeniería que se tuvo que diseñar y construir antes del resto del edificio», destaca la arqueóloga, admirada por este conocimiento técnico de finales del siglo VI a.C.

Como en tantas ocasiones en el Turuñuelo, es la primera vez que se encuentra una estructura hidráulica semejante de la fase constructiva de un edificio tartésico. También en este singular yacimiento hallaron los primeros rostros esculpidos de Tarteso, la primera hecatombe documentada, así como un alfabeto o la escultura de mármol griego más antigua de la Península. Hasta la fecha, porque los análisis a la columna llegada de Asia Menor aún pueden deparar más sorpresas.

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Sobre el autor Mónica Arrizabalaga

Redactora especializada en arqueología y patrimonio. Autora de 'España, la historia imaginada' (Espasa) y coautora, junto con Federico Ayala, de 'La Gaceta olvidada' (Libros.com).

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