Hallan en el Turuñuelo los primeros rostros de la misteriosa cultura de Tarteso
Los arqueólogos han descubierto cinco esculturas de diosas y de un guerrero datadas en el siglo V a. C., anteriores a la Dama de Elche. "Cuentan una historia", dice Sebastián Celestino, codirector de las excavaciones
El enigma de Tarteso y su misterioso final, en la primera exposición en España sobre esta cultura
Había expectación en el yacimiento de las Casas del Turuñuelo. Mucha. En ese montículo de Guareña (Badajoz) entre campos de cultivo de las vegas del Guadiana se descubrió hace unos años la única hecatombe documentada del Mediterráneo. Medio centenar de équidos fueron sacrificados en ese gran edificio tartésico, donde se celebró una comida ritual antes de incendiar y sepultar el lugar a finales del siglo V antes de Cristo.
Aquel formidable hallazgo colocó al Turuñuelo en el centro de todas las miradas arqueológicas y la presentación de los resultados de las últimas excavaciones había despertado mucha curiosidad. Los hallazgos han superado cualquier expectativa. Los investigadores del proyecto 'Construyendo Tarteso' del Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC-Junta de Extremadura) han descubierto las primeras representaciones humanas de Tartesos. Datadas en el siglo V a.C., son anteriores a la Dama de Elche y se encontraron en la entrada de una larga estancia con gradas a ambos lados y restos de un fuego central, que creen que pudo ser un lugar de reunión.
Varios fragmentos forman dos cabezas de mujer, las «señoras» que llaman los arqueólogos y que creen que representan a divinidades del panteón fenicio que adoptaron los tartesios, aunque tampoco descartan que se trate de personajes destacados de la sociedad tartésica. En su día estuvieron coronadas, pues se aprecia una hendidura superior.
Sebastián Celestino, codirector de las excavaciones en el Turuñuelo, pone el foco en sus pendientes porque «son típicos tartésicos. Son lo que se llaman las arracadas o amorcillados» y «son exclusivos de la Península Ibérica«. Hasta ahora solo se conocían este tipo de pendientes, de oro, por hallazgos en enclaves tartésicos o en el conjunto del tesoro de Aliseda, un ajuar funerario hallado en Cáceres. "Es la primera vez que ponemos rostro a Tarteso y la primera vez que vemos cómo llevaban sus joyas", añade Esther Rodríguez, codirectora del proyecto 'Construyendo Tarteso'.
Otra figura, que solo conserva la mitad derecha del rostro, es un guerrero, al que identifican por el arranque del casco y por la trenza, que podría representar un rito de paso de un joven a luchador. De otros dos fragmentos, creen que uno representaría a una mujer, pues se ve que lleva una diadema, como la que se encontró en el tesoro de Aliseda, y el segundo probablemente formó parte de una escultura masculina, la mayor de todas ellas.

Las piezas, que conservan restos de color rojo -«estarían pintadas», dice Celestino-, formaban parte de un relieve. «Seguramente estaban contando una historia«, señala el arqueólogo. En esa época las representaciones que aparecen en los templos griegos o los etruscos »tienen que ver con los héroes y la protección de las diosas, como en la Ilíada. Vas a la guerra y siempre Atenea es la que te protege, o Hera«, ha explicado Celestino, que indica que en este caso también se narraba una historia similar, que ahora quieren reconstruir.
Tanto Celestino como Rodríguez creen que las esculturas son obra de un mismo artesano, posiblemente oriental, que dominaba la técnica de esculpir esos bellos rostros y que "imitó la joyería que se utiliza en esta zona".
Cambio en la historia del arte
«El hallazgo de las primeras representaciones humanas de la cultura tartésica es fundamental en una cultura que se pensaba que era anicónica. Creo que el papel se valorará con el tiempo cuando se analice bien en qué consisten esas figuras y su procedencia», destacó a ABC Pedro Mateos, director del Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC).
Desde el CSIC resaltan también que este extraordinario descubrimiento supone un profundo cambio de paradigma en el conocimiento de Tarteso, pues hasta ahora se creía que representaba la divinidad a través de motivos animales o vegetales, o a través de betilos (piedras sagradas).

Las piezas que hoy se han dado a conocer «recién sacadas» del yacimiento, en el mes de marzo, serán analizadas en breve por un geólogo para identificar el tipo de piedra con que se hicieron y la cantera de donde procede, un dato fundamental para saber si son o no de importación. Después serán llevadas al Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), donde serán consolidadas, limpiadas y restauradas.
Estos hallazgos se han producido durante la quinta campaña de excavaciones del yacimiento. «Este año nos hemos centrado en el ala este», apunta Esther Rodríguez, codirectora del Turuñuelo. «El objetivo, lo que andábamos buscando era localizar la puerta principal que daba acceso al edificio«, relata, aunque su ubicación sigue siendo un misterio.
Un yacimiento prometedor
«Nos estamos acostumbrando a que el Turuñuelo nos depare hallazgos importantes», señalaba Mateos a este periódico. Desde su descubrimiento, se ha convertido en uno de los yacimientos más prometedores del panorama científico. Cerca, en Zalamea de La Serena, se había excavado el gran santuario de Cancho Roano, pero aquel ¿palacio? ¿edificio cultual? que mantenía una bien conservada escalinata de casi tres metros y donde encontraron desde una bañera-sarcófago hasta los pies de una escultura griega está siendo aún si cabe más elocuente sobre la cultura tartésica.
El jurado de la Fundación Palarq galardonó al proyecto 'Construyendo Tarteso' con el primer Premio Nacional de Arqueología y Paleontología. Pero llegaron tres años de abandono por la falta de acuerdo entre el propietario de la finca y el Gobierno extremeño. Una vez resueltos los escollos, con la declaración del yacimiento como Bien de Interés General y la expropiación de los terrenos, los arqueólogos Sebastián Celestino y Esther Rodríguez pudieron retomar justo hace ahora un año con las excavaciones.

Sus progresos prometían. En la primera visita de un medio de comunicación al yacimiento, el equipo de 'Construyendo Tarteso' dio a conocer a ABC el descubrimiento de la primera decoración arquitectónica tartésica. Los arqueólogos habían descubierto media docena de fragmentos que creían que correspondían a una estructura de grandes dimensiones, quizás similar a la 'bañera' que hallaron hace años en la habitación del altar, la llamada 'estancia 100', aunque en esta ocasión contaba con una «decoración única», según subrayaba Rodríguez.
Con tesón, habían ido desenterrando otras estancias del conjunto monumental para confirmar, conforme avanzaban, que no se parecía a nada conocido, con corredores y habitaciones cuyo uso alentaba multitud de hipótesis. ¿Qué hacía una pileta en una estrecha habitación de unos 7 metros de largo por 1,5 de ancho del piso superior que estuvo abovedada?
Hoy saben que la escalera principal se construyó en el centro del patio, que por alguna razón que desconocen se achicó en uno de sus lados posteriormente. También saben que los fragmentos decorados que fueron noticia el año pasado pertenecían a una bañera o sarcófago cuyo fondo acabaron por encontrar, o que desde otra escalera de adobe más tosca también se subía al segundo piso.
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El rompecabezas del Turuñuelo, sin embargo, está lejos de completarse. Los hallazgos de nuevas estancias en el complejo y el extraordinario descubrimiento de representaciones humanas aún no despejan las dudas de si fue un palacio, un santuario, un templo... «Seguimos pensando que es prematuro teniendo en cuenta el área de excavación que resta», dice Rodríguez. El 70% del yacimiento aún aguarda por desenterrar y quién sabe qué secretos depara de esta misteriosa cultura de Tarteso cuyo final se va revelando en el Turuñuelo.
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