Las mil vidas de Eric, el brazo punk del indie español: «La música no me salvó, yo escuchaba música suicida»
El batería de Los Planetas y Lagartija Nick es objeto de un documental que recorre su obra y milagros en una existencia marcada por una infancia sin afecto
«El final de Los Planetas está cada día más cerca»
Madrid
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Iniciar sesiónDos libros publicados, un bar de peregrinación indie y, sobre todo, su ser y estar como batería de Los Planetas,Lagartija Nick y Los Evangelistas, además de profesor y ahora protagonista de un documental seleccionado para los Goya… a Eric jaleo no ... le falta, vaya. De hecho, se fue de casa a los 13 años, con dickensiano hatillo a las 9 de la noche por las calles de Granada. Su hermano le gritó: '¡Y no vuelvas!' ¿A dónde fue? 'La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric' se ha estrenado en cines este pasado 10 de noviembre.
«Me fui a casa de un amigo ya fallecido, un pintor de Badajoz llamado Luis Costillo. Eran un grupo que hacían cuadros surrealistas, pintaban con los pies, bebían absenta... Estuve comiendo pan con mantequilla meses. Pero a mí el pan con mantequilla me flipa, no lo pasé mal», cuenta Ernesto Linares Jiménez, alias 'Eric' por Erizo, como le apodaron por su peinado punk.
El cineasta Albert Serra dice que la juventud en las biografías es un rollo. Pero hete aquí la excepción, pues 'el niño de los tranquillos' se casó con 16 años. «Me puse a trabajar en una discoteca de 10 de la noche a 7 de la mañana. Los Lagartija Nick querían ensayar a las 11 de la mañana y me decían que era un vago, pero yo trabajaba toda la noche mientras ellos estaban en su casa. Iba sacando pasta para pagar una habitación, donde vivía con mi primera mujer, y comiendo pan con aceite. Y el fin de semana comprábamos cerveza o calimocho».
Punk y Semana Santa
El batería de Siouxsie and The Banshees, Kenny Morris, y las procesiones de Semana Santa fueron las epifanías percusivas de un Eric que aún sufre al subirse a los escenarios: «Me cago vivo, me tiemblan las piernas. Mi sueño recurrente es que estoy tocando delante de 30.000 personas y alguien me agarra los brazos por atrás».
'He estado con Eric hasta las seis y nos hemos metido cuatro millones de rayas', cantaba J en 'Un buen día', himno sobre el desamor, las noches, la bohemia y la golfemia, sobre la que el carismático batería diserta con miedo a convertirse «en el gilipollas que odiarías que se acercara a ti». «Cuando me paso bebiendo, hay una delgada línea entre el humor negro o parecer un hijo de puta. Y, luego, lo paso fatal, porque nunca cuando gasto mis bromas pretendo hacerle daño a nadie».
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Una parte clave del documental orbita alrededor de la grabación del 'Omega', conjunción astral de Enrique Morente y Lagartija Nick, un álbum totémico que abandonó a mitad, dejando también a la banda de Antonio Arias para unirse a Los Planetas, que acabaron incorporando el género: «A mí el flamenco me gustaba, pero con lo de Los Planetas lo llevé mal. Yo ya había hecho el 'Omega'. Es como si me voy a la India con Ravi Shankar y hago un disco de sitar con batería. Y vuelvo a Lagartija y me hacen un disco de la India y me está llamando todo el mundo para hacer música hindú».
En este punto, hay que comentar su influyente y reconocible golpetazo de baquetas. ¿Ha tenido alguna discusión en sus grupos por ello? «De 30 años, habré estado discutiendo unos 25, porque hasta hace muy poco yo era como un niño cabezudo, era mi manera de tocar. Ahora sí respeto».
Eric dice ser como El Fary, «al fin y al cabo un blandengue. Lo que pasa es que tengo mucha vida corrida, he estado con delincuentes, con traficantes, me he juntado con gente de mucho dinero legal e ilegal, he estado viviendo en los barrios bajos y en los pijos, y, claro, mi abanico es muy amplio. Me he visto en situaciones complicadas y en algunas a punto de haber perdido la vida».
Bob Dylan, non-grato
Y el asunto con Bob Dylan en Granada: «Nos invitan a tocar, nos dicen que vayamos en acústico y digo: 'Los Evangelistas no son un grupo acústico' y ceden. Pero que alquilemos nuestra mesa de mezclas. Nos gastamos lo que cobrábamos en ello pero da igual. Estamos haciendo la prueba de sonido y nos dicen que no podemos llevar monitores. ¿Cómo cojones toca un grupo sin monitores? Para eso no tengas invitados, es una trampa. También Placebo lo hizo en Cartagena, todos estos putos guiris de mierda que viven en la época de los 80 que se puteaba el telonero. No digo que fuera idea de Dylan, pero tienes que saber a quién tienes contratado. Y al día siguiente arremetí contra él porque me importa tres cojones su premio Nobel y su rollo. Dije que bailaría sobre su tumba y toda la prensa saltó porque me había metido con el intocable».
Con habilidad, como ven, para expedir perlas oratorias, en el filme dice: «Yo soy punk pero me metí en el pop por dinero». Y hablando sobre las canciones de amor, amplía: «Todos los punks tienen su corazoncito. Yo realmente punk no he sido. Estoy muy influenciado por el punk. Para ser punk, sobre todo, tienes que tener una gran crisis de identidad. Eso no quita que siempre me ha gustado esa rebeldía. Pero a mí me ha gustado el punk deluxe, no el punk tirado. No me ha gustado a nivel social sino a nivel musical, me gustaba esa ruptura con las canciones de grandes desarrollos de 60 minutos de los hippies».
¿El amor no es demasiado monotema en el pop? «Para ser superventas tienes que conquistar a las nuevas generaciones, que están empezando a descubrir ese estado de apollardamiento por el que pasa todo ser humano y que si se toca a algo tan manido y tan ñoño como eso los vas a tener. Y abusa todo el mundo, hasta el que no tiene edad para hablar de esto, que lo ves con 90 años diciendo: 'Te espero en la puerta del colegio'. Quieren triunfar y van a engañar a la gente con la personalidad más adictiva, la que tiene entre 14 y 18 años».
A Eric la música no le salvó: «James Rhodes dice que la música le salvó la vida, ¿no? Él escuchaba a Beethoven, y yo a los Ramones, Los Cramps y Joy Division. Escuchaba música suicida, que si lo escuchas en un momento de bajón, lloviendo un domingo, te quitas la vida. A mí lo que me salva de suicidarme, porque yo tenía mucha carencia a nivel afectivo, es el cariño del público».
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