El último concierto de Asfalto tras 50 años: «Nunca imaginé que terminaríamos arrastrándonos por escenarios que no nos hacían justicia»

Desde ese momento la vida de Asfalto fue una lucha contra los elementos. Primero la Movida, un fenómeno pretendidamente moderno que en realidad cayó en la más clásica de las paletadas españolas: creer que todo lo que viene de fuera es mejor, al imitar sin disimulo todos los cánones de la new wave británica. Después la post-Movida, orientada a una radiofórmula donde nunca tuvieron la menor oportunidad de encontrar hueco. Y luego el cambio de paradigma en hábitos de consumo que trajo internet. Para cuando llegó el boom de la 'música urbana' (¡vaya robo!), Asfalto ya era uno de esos nombres que todo el mundo conoce por mor de la leyenda ganada a pulso, pero del que nadie tenía noticia desde hacía eones. Seguían -siguen- contando con su indómita legión de fans, pero estar toda la vida demostrando lo que vales, sin ninguna recompensa a cambio, cansa. Y cabrea.

«Yo nunca imaginé que Asfalto terminaría arrastrándose por escenarios que no le hacían justicia», dice con desazón su veterano líder, Julio Castejón. «Es algo que he estado intentando evitar todos estos años. Pero cuando anunciamos nuestra gira de cincuenta aniversario, yo no tenía ninguna intención de parar y sin embargo… ¡no la compró nadie! A nadie le importó que cumpliéramos medio sigo. Sólo un festival nos contrató. Cuando vi que nadie tenía interés en nosotros, dije que por ahí ya no pasaba. Lo hablé con nuestro manager, le dije que quería dejarlo, y me propuso hacer una gira de despedida. Pero le respondí que no, porque esas giras no se las cree nadie. Se hará un concierto y adiós muy buenas. Al menos puedo decir que estoy feliz de ponerle un fin bonito, con una velada emocionante que va a contar con el grueso de la gente que ha formado parte de esta historia».

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Julio Castejón, que ha publicado algunos discos en solitario y también varios libros, sabe que la condición de mito que posee Asfalto es una realidad incontestable. Una encuesta a pie de calle revelaría sin ninguna duda que hay mucha gente que sabe quiénes son, «pero no lo que hacemos, ni mucho menos qué ha sido de nosotros», lamenta el cantante y guitarrista.

Hace unos días, Castejón estuvo en la inauguración de una exposición sobre el rock español en la Sgae, «hecha con voluntad, aunque se merecía otra cosa distinta, más grande». Y en su turno de palabra evidenció el contraste entre los tiempos de su juventud, en los que se le pagaban todos los conciertos, y los de ahora, en los que las bandas noveles tienen que pagar por actuar. «Pregunté a los miembros de la Sgae presentes qué podían hacer para fomentar los nuevos talentos del rock, y nadie supo contestarme», asegura. Así que en realidad, a pesar de los avatares se siente «un privilegiado» por haber vivido la mejor etapa del género en nuestro país. «Y eso que decir 'la mejor' es un decir, valga la redundancia», añade para no romantizar en exceso. «El rock en España siempre ha sido una cosa de proletarios, como si eso fuera despectivo. No tenía 'clase', como Almodóvar & McNamara y esas cosas que te vendía 'Sordovás' en Radio3. No se le ha considerado cultura, y para demostrarlo voy a contar algo que nunca he contado. Una vez hubo un intento de promocionar el rock español por el mundo a través de la Agencia de Cooperación Internacional. Hablé con su presidente, y me dijo que ni una sola de las embajadas que tenemos por el mundo se interesó por el proyecto. Sólo querían flamenco».

Asfalto llevan cuarenta años siendo 'indies'. Desde 1983, cuando rompieron con la última gran discográfica con la que han trabajado. Y desde entonces Castejón ha sentido que su grupo iba «un paso por delante de la industria». Cosa que siempre se paga cara salvo rarísimas excepciones. «Ahora», dice a modo de despedida, «Asfalto termina su trayectoria en el underground, que es el sitio donde nació, y siendo la banda más longeva menos conocida de la historia del rock español».