Rufus Wainwright: «La ópera es un símbolo de paz y belleza, algo que necesitamos más que nunca»
El músico canadiense presentará 'Hadrian', su segundo montaje operístico, en el Festival de Peralada y el Teatro Real
Rufus Wainwright posa en Barcelona junto a dos fotos de Robert Mapplethorpe
Nunca ha escondido Rufus Wainwright, hijo pródigo del pop melodramático y ariete de la canción mayestática, que una de sus razones de ser, acaso su gran ambición, es llegar a convertirse en una suerte de puente entre estilos, generaciones y maneras de entender ... la creación artística. De ahí que, a su paso por Barcelona para actuar en el Palau de la Música y presentar el digamos que convencional 'Unfollow The Rules', haya aprovechado también para salirse ligeramente del guión pop y presentar 'Hadrian', montaje operístico que desembarcará el 27 de julio en el Teatro Real y el 29 de julio en el Festival de Peralada. «Me da la sensación de que hay mucha gente que piensa que la distancia entre música pop y ópera es cada vez más grande, por lo que me ilusiona crear un puente. La ópera es un símbolo de paz y belleza, algo que necesitamos más que nunca», ha destacado Wainwright.
A su lado, su marido, el también director de escena Jörn Weisbrodt, ha querido recordar que cuando la ópera, la segunda del canadiense tras 'Prima Donna', se estrenó en Toronto en 2018, no solo fue un rotundo éxito de taquilla, sino que además más de la mitad del público que acudió a verla no había visto una ópera en su vida. «Ahora que he estado viajando por Europa he visto que todos apreciamos cada vez más la cultura y el poder disfrutar de la música y de la paz. Así que poder traer mi ópera aquí es un símbolo de que la sociedad puede ser buena. Es un orgullo, especialmente en un año que ha sido tan duro para Europa y que continúa siéndolo con la situación de Ucrania», ha añadido Wainwright.
'Hadrian', con libreto de Daniel McIvor, recrea la historia del último día de vida del emperador romano Adriano para acabar componiendo una historia de amor homosexual que, apunta Weisbrodt, voltea y reinventa los roles clásicos de la tradición operística. «George Bernard Shaw ya dijo que toda ópera va de un tenor intentando acostarse con la soprano mientras el barítono intenta interponerse. Rufus cambia los roles para que el tenor intente beneficiarse al barítono mientras la soprano trata de evitarlo», ha detallado el director de escena.
Sobre el escenario, Thomas Hampson, Ainoha Arteta, Xabier Anduaga, Ruben Amoretti y Vanessa Goikoetxea interpretarán los roles principales acompañados por el coro y la orquesta titular del Teatro Real. Además, la ópera despliega en escena una selección de más de 300 fotografías de Robert Mapplethorpe que busca reforzar las «tensiones y tormentos» de los personajes. «No es un pase de diapositivas, sino que está diseñado para resaltar la grandeza de la obra. Mapplethorpe aporta su visión sobre la homosexualidad. Sus fotos están llenas de dramatismo; de amor, odio e ira. Y la ópera también busca la esencia de estas emociones», ha añadido Weisbrodt.
Para Wainwright, escribir 'Hadrian' fue todo un desafío ya que, después de 'Prima Donna', quería seguir «ahondando en la música y el drama». «Me gusta 'Prima Donna', pero esta es más compleja y madura; la manifestación de todo lo que una ópera puede ser», ha reconocido el canadiense, para quien uno de los lazos que le une a Mapplethorpe es la búsqueda de la belleza y la voluntad de recuperar formas clásicas. «Vivimos una era de destrucción, por lo que es momento de primar la conservación y de querer salvar la belleza, que es lo que hace siempre siempre el clasicismo», ha dicho. Quizá por eso 'Hadrian' no deja de ser una «ópera tradicional sobre una gran historia de amor». «Podría ser controvertida por ser una historia de amor gay, pero el viaje de verdad que hace tanto el público como Adriano es que nada de lo que hizo, ni el muro, ni el Panteón, fue tan importante como su capacidad de amar», resume Weisbrodt.
Wainwright, que acaba de escribir un musical del que, lamenta, no puede avanzar nada, ya fantasea con una tercer ópera. «Me encantaría que fuese una comedia», destaca. Quizá para cuando la tenga lista ya se haya empezado a reducir esa brecha que, asegura, a día de hoy mantiene al público joven alejado de los teatros. Un problema de educación y de falta de efectivo en los bolsillos, sí, pero también, añade el cantante, de condescendencia y necesidad de actualizarse. «A veces los teatros han intentado ser condescendientes con montajes simplificados o fáciles de asimilar. Otras veces el problema es que tanto los temas como, por ejemplo, la manera de tratar a las mujeres, son muy anticuados. ¿No sería maravillosa una época en la que todas las óperas tuviesen músicas hermosas, temas contemporáneos y se trate bien a las mujeres?», reflexiona.