Simpatía (cinéfila) por los Stones
Los acercamientos de los Rolling al Séptimo Arte han sido más bien pintorescos. Pero en sus documentales ya son otra cosa
javier cortijo
Para las nuevas generaciones de espectadores, cruzar en un algoritmo cine y The Rolling Stones solo da un resultado reconocible (como mucho dos, si añadimos el «Shine a Light» de Scorsese ): el viscoso papá Sparrow que Keith Richards incorporó a los ... últimos episodios de la saga «Piratas del Caribe» por enchufe de Johnny Depp.
Tajada de thriller
De esa manera, el poli malo de la banda alcanzaría un reconocimiento palomitero que su «yang» Mick Jagger se tiró buscando treinta y tantos años, desde los tiempos de «Performance» (1970) (extraña tajada de thriller alucinógeno de un experto en el reciclaje de rock-stars, Nicolas Roeg) hasta cintas (algunas de lomo) más recientes como «Freejack» (1992), «Bent» (1997) o «Servicio de compañía» (2001), donde encarna (bastante bien, además) a un ajado y repeinado gigoló. Así de injusto es el mundo del espectáculo.
De todas formas, Sus Satánicas Majestades siempre han dado mejor el do de pecho unidos que por separado, en todos los sentidos. Y, a ser posible, en formato de no ficción, como lo demuestra su participación estelar en «rockumentales» de la talla del potente «Gimme Shelter» (con ese directo ácido en Altamont que pasaría a la historia por servir de coto de caza para los Ángeles del Infierno , sus inapropiadísimos «seguratas»), el seminal «Charlie is my darling» , el entrañable «Rock & Roll circus», el maldito «Cocksucker blues» o el recientemente despachado «Stones in exile» , sobre las bambalinas del legendario «Exile on Main St.» .
Chuck Berry les dio lo suyo
Sin embargo, los Stones también han pinchado en hueso al menos en un par de ocasiones: de refilón en «Hail! Hail! Rock ‘n’ roll» , cuando Chuck Berry demostró que los viejos roqueros aún dan sopas con honda a los «jovencitos» (en este caso Richards), y de lleno en «Sympathy for the devil» , ladrillo experimental, con zarpazo de las Panteras Negras incluido, pergeñado por un Jean-Luc Godard en su salsa vinagreta.
Para completar el tríptico, no hay que olvidar los proyectos fallidos y abortados de la banda, desde una adaptación de la clásica novela «A cool million» de Nathanael West hasta una revisión de la leyenda del rey Arturo llamada «Merlín» (con Jagger agitando la varita, naturalmente).
Pero el gordo se lo lleva una nonata versión de «La naranja mecánica» paralela a la que inmortalizó Kubrick. La verdad es que hubiese tenido morbo ver a los Rolling Stones dándole al morapio en el bar Korova y repartiendo cera callejera al compás de música clásica. Bueno, bien pensado tampoco tanto...
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