crítica de música clásica
Juan Hidalgo, el eterno sentimiento
Carlos Mena protagoniza y dirige «De lo humano ... y divino», en el Teatro de la Zarzuela, en homenaje al compositor Juan Hidaldo con motivo del IV centenario de su nacimiento
Juan Hidalgo, el eterno sentimiento
Una compleja suerte de significados difíciles de entender se entrecruzan en el proyecto escénico «De lo humano… y divino», estrenado en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Imágenes chocantes, acciones insólitas, un desarrollo singular y a veces sorprendente organizado con la sencilla intención ... de rendir homenaje al compositor Juan Hidalgo en el cuarto centenario de su nacimiento. El sentido conceptual del espectáculo es evidente, desde el mismo arranque, cuando las figuras religiosas del gran retablo que se alza en el escenario se vuelven humanas y pasan a recrear una serie de escenas capaces de transmutar lo sagrado, con tanteo en lo irreverente, a lo humano, con destino en la fruición.
No merece la pena entrar en mayores detalles. Importa que a partir de una idea escénica elocuente, se logra poner en valor la hiperbólica naturaleza de varios tonos humanos. Música reveladora, música genial que, todavía hoy, ocupa un puesto secundario en el canon internacional (¡Así nos va…!). En el libro programa hay un estupendo artículo de María Asunción Flórez Asensio en el que se explican las claves de estas composiciones, tan proclives a traducir la «anatomía de las pasiones» como enigmáticas en su poesía, al menos para el entender contemporáneo.
El contratenor Carlos Mena es el ideólogo del espectáculo. También él escribe y muy bien haciendo valer otras razones que luego se entregan a merced del propio Mena, de Alicia Amo y de José Antonio López, protagonistas de un elenco capaz de convertir el misterio en conmoción.
Junto a ellos está la Capilla Santa María en la que se reúnen varios instrumentistas que congenian en un estilo decididamente melancólico. Es una manera de explicar esta música que creó escuela y con razón, pues es el camino más directo a la hora de hacer que «De lo humano… y divino» sea algo definitivamente emocionante. Según habría explicado Vicente Espinel, y así se señala en el libro programa, porque prima la capacidad de la música para desentrañar «los conceptos excelentes y agudos». La capacidad de la música, sin duda, pero también la de quienes la hacen. Algo que aquí importa y mucho.
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