Milan Kundera, un escritor desterrado durante cuatro décadas
Fue despojado de su ciudadanía checoslovaca por el régimen comunista y no la recuperó hasta 2019
Muere a los 94 años el escritor checo Milan Kundera
Corresponsal en Centroeuropa
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Iniciar sesiónMilan Kundera, uno de los más famosos escritores checos de todos los tiempos, no ha sido checo, sino francés, durante buena parte de su vida. Fue despojado de su ciudadanía checoslovaca por el régimen comunista a finales de los 70 y, tras un periodo apátrida, ... obtuvo la ciudadanía francesa en 1981 en el país en el que vivía en el exilio. Después de la caída del Muro de Berlín, en 1989, visitó su país varias veces, ya libre del miedo a la persecución, pero ni siquiera recogió personalmente la Medalla al Mérito que le otorgó el presidente Václav Havel en 1995.
Solo cuarenta años después de haber huido de su patria, en 2019, el embajador checo en París Petr Drulák acudió a su piso parisino a entregarle la cédula de nacionalidad con la que recuperaba, por fin, su ciudadanía checa. No hubo ceremonia, ni banderas ni himnos, un último resquicio de lo conflictiva que fue de por vida la relación del escritor con el gobierno de su país. La reconciliación sólo quedó sellada cuando Milan Kundera ganó el prestigioso premio Franz Kafka, en 2020, en reconocimiento a su trayectoria, otorgado por la Sociedad Franz Kafka de su país natal y la ciudad de Praga. «Su obra representa no solo una contribución extraordinaria a la cultura checa (…) sino que ha tenido eco en la cultura europea y mundial», reconoció el jurado de la Sociedad Franz Kafka. Ese mismo año decidió donar su biblioteca y archivo a su ciudad natal, Brno.
Sus problemas con el gobierno checo comenzaron en 1950, cuando fue expulsado del Partido Comunista por sus posiciones individualistas, según los dirigentes. Después de la Primavera de Praga se desmarcó definitivamente de su ideología juvenil, por no estar de acuerdo con el totalitarismo ni con el colectivismo y tras haber firmado la novela 'La Broma' (1967), una sátira del comunismo estalinista que le valió la prohibición como escritor en Checoslovaquia.
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Sus libros fueron prohibidos y se vio obligado a sobrevivir como músico de jazz antes de, finalmente, exiliarse. En un relato tan cómico como demoledor, narraba la historia del estudiante Ludvik Jahn, trasunto del propio Kundera, al que se le ocurre la idea de escribir una postal de broma a su novia Marketa en la que ironizaba sobre el optimismo comunista y citaba al innombrable disidente Trotski, asesinado por el mismo Stalin cuyos soldados continúan ocupando el país. Jahn es expulsado de la universidad, sus compañeros le retiran el saludo, todas sus posibilidades de promoción personal son eliminadas y acaba siendo condenado a trabajar en las minas.
Kundera siguió manteniendo una difícil relación con su país de origen, incluso después de la llegada de la democracia. Se llegó a sentir tan desterrado que a partir de 1994 adoptó el francés como lengua literaria, hasta el punto de negarse a revisar las traducciones checas de su obra, aparentemente asqueado por polémicas cuya falsedad defendió una y otra vez, como el oscuro caso sobre la denuncia contra Miroslav Dvořáček. El soldado checo desertó y escapó a Alemania Occidental en 1949. Allí fue reclutado para realizar espionaje en la Checoslovaquia comunista y regresó al país con una identidad falsa. En Praga se encontró con una vieja conocida, Iva Militka, en cuya habitación de la residencia de estudiantes dejó su maleta. En 2008 se publicó que Kundera había descubierto que Dvořáček era un desertor y lo había denunciado a la policía, según el historiador Vojtěch Ripka. En el momento de la denuncia, Kundera tenía 20 años y era miembro del Partido Comunista. Solo más tarde comenzó a distanciarse, en la década de 1960 formó parte del sector reformista del partido y tras el fracaso de la Primavera de Praga se convirtió en disidente. Según su versión, esta historia fue un intento de desprestigiarle y un significativo clavo en el ataúd de la relación con su propio país.
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