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ABC Cultural

Lejos de ítaca

Vía muerta

Ni soy una adolescente para el tren europeo, ni una abuela para el cine de los martes: estoy en una edad tonta

Higinio, asesor político

Una de las seis Grand Suites del tren Venice Simplon-Orient-Express
María José Solano

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Confieso mi debilidad por los trenes; pero no como coleccionista de juguetes o usuaria habitual del AVE a Sevilla o Valladolid. En mi caso se trata de una especie de voyerismo ferroviario de categoría romántico-literaria. Una afición que se inició en las tardes interminables ... en casa de los abuelos, con los que me sentaba a ver una serie que les fascinaba: 'Las aventuras de Sherlock Holmes', gracias a la cual los trenes terminaron fijados en mi imaginario como sinónimos de misterio, elegancia y libros. Por eso, cuando hace unos días oí la doble promesa de nuestro presidente del Gobierno consistente en fomentar cine y trenes, mi mundo se iluminó. Por desgracia duró poco; exactamente el tiempo que empleé en tomar conciencia de mí misma con respecto a los grupos vulnerables de la sociedad. Y es que resulta que ni soy una adolescente para el tren europeo, ni una abuela para el cine de los martes; estoy en esa edad tonta de ni «fuh ni fah», que diría Camba, o sea que de momento solo le sirvo al Gobierno para pagar impuestos.

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