Monóculo, la editorial en busca del ideal de Chesterton: «La belleza ha degenerado en un objeto de consumo para ricos»
Para los fundadores Julio Llorente y Daniel De Fernando, los libros que no son bellos no están bien escritos y no merecen ser publicados
Las editoriales más pequeñas montan una miniferia del libro en tres librerías de Madrid
Clara Mollá Pagán
Madrid
Leer está sobrevalorado, Al menos así lo creen los jóvenes editores Julio Llorente y Daniel De Fernando. Los fundadores de Ediciones Monóculo deberían exhortar a comprar millones de libros, pero no. «Hay tontos de mil lecturas. De hecho, es mejor no leer que leer mal, ... porque así, por lo menos mantienes ese conmoverte por la belleza que puede ser degenerado», asegura De Fernando. Para ellos lo importante no es leer mucho, sino leer bien, pero eso también es un arte. «Leer bien no es solo elegir bien los libros sino leerlos con la actitud adecuada», afirma Julio. Para él, más vale leerse 'La Ilíada y la Odisea' que mil 'best-sellers', pero no para cumplir expediente ni jactarse con tus amigos, sino para vivir una experiencia estética que siempre es transformadora. «Hay fontaneros y albañiles con muchísimo más sentido común que catedráticos», asegura.
La historia familiar que precede a Julio Llorente nada tiene que ver que ver con los libros. Su padre, Julio Llorente, jugador del Real Madrid en los años 90. Su tío, Paco Gento, también histórico del Real Madrid. Su primo, Marcos Llorente, actual jugador del Atlético de Madrid. Él, editor, y no precisamente por sus malas aptitudes para el deporte, sino por un deseo de imitar a sus abuelos. «Yo me adentré en los libros por pura mímesis», reconoce Julio. Su abuelo materno leía mucho: «Cuando iba a desayunar con él siempre estaba con un libro o periódico y yo quería ser como él». Los libros siempre han formado parte de su vida, pero se convirtieron en profesión gracias a su amigo Dani de Fernando. Ambos coincidieron en el seno de una editorial. Julio era el director y Dani el becario. Fruto de la amistad y la insistencia de Dani tras ver la destreza de Julio que, con solo 24 años, dirigía una editorial y conocía todo el proceso desde que recibía un manuscrito hasta el momento de hacer el ISBN, decidieron fundar Ediciones Monóculo.
Llorente y De Fernando, con 26 y 25 años respectivamente, celebran un año de vida de Monóculo con diez libros publicados. En su rutina de cada día, están la mayor parte del tiempo leyendo. «Y si tienes suerte y criterio, leyendo cosas buenas», asegura Dani riendo. Para Julio, su profesión le permite realizar su vocación de lector, aunque esta tarea no entraba en sus planes como salida laboral. «No creía que fuera un oficio, lo veía como algo atávico y condenado a desaparecer». Sin embargo, ocho meses desde el sí de Julio, ya eran fundadores de una editorial.
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Jaime G. MoraEl programa 'Libros sin Feria' tendrá lugar en las librerías Polifemo, Sin Tarima El Rastro y Sin Tarima Antón Martín entre el 20 de mayo y el 30 de junio y acogerá a diez editoriales
Lo más importante de esta hazaña es que hay cierta vocación y habían establecido amistad con algunos autores a los que merecía la pena publicar algo y tienen lectores. «Con eso, el conocimiento de la técnica y una ambición crematística escasa, porque uno no suele hacerse millonario, concluimos de que lo más razonable era hacer esto. Tampoco tenemos una familia a la que arrastrar con nosotros al abismo si las cosas van mal», reconoce Julio riendo. Ambos sueñan con publicar a Juan Manuel de Prada o Maggie O'Farrell, aunque hace solo un mes salió a la venta 'Gracia de Cristo', un libro de otro autor soñado: Enrique García-Máiquez.
Los orígenes de esta editorial, según sus artífices, están relacionados con su natural predisposición a actuar en el sentido contrario a las agujas de este tiempo. «La concentración de la propiedad y poder económico en unos pocos es uno de los signos de los tiempos. El sector editorial está cada vez más concentrado y los sellos editoriales pertenecen a tres o cuatro grandes grupos», asegura Llorente. Por eso, como chestertonianos y distributistas, reivindican las pequeñas editoriales. «El mundo sería mucho mejor con una miríada de pequeños sellos y librerías», añade. Lo saben por experiencia. Para ellos, sobrevivir hasta dentro de cinco años es un milagro. Otro de los asuntos contra los que se sublevan es la ambición crematística, puesto que desde el principio asumieron que no se harían millonarios.
Con estética y tipografía sencilla, los libros de Monóculo cuentan con portadas similares para dotar de identidad el sello. Son fácilmente reconocibles y firman sus páginas escritores como Hughes, Carlos Marín-Blázquez, Beatriz Manjón Bermúdez o Gonzalo Altozano. El criterio que utilizan para publicar un libro es nada más y nada menos que la belleza por el hecho de que la literatura, como la pintura, es arte y, por consiguiente, tiene que haber en ella belleza. «Los libros que no son bellos no están bien escritos y no merecen ser publicados», afirma Julio. Dani prefiere leer algo que está bien escrito aunque la temática sea anodina a un tema interesante mal ejecutado. «Hay editoriales que ves en una librería y sabes que van a estar bien escritos, aunque quizá no sea tu tema favorito. Eso queremos con Monóculo, que la gente compre un libro sin importarle tanto el autor o el tema tratado y que su motivo sea que está publicado por esa editorial», asegura.
No cuentan con prejuicios, aunque tienen claro que no publicarían un libro que hiciera apología, por ejemplo, a la pedofilia o la eutanasia. Dani define a Julio como un editor intervencionista. «Digamos que tengo la mano muy larga», responde a Dani bromeando. Es un intervencionista que aspira a ser liberal. Pero solo en esto. Aun así, se consideran suertudos porque tienen «tan buenos autores que no hace falta editar».
Y eso que falta un niño… https://t.co/agz4tuMwA0 pic.twitter.com/SwCX1wVZIG
— Iñigo ن Hernáez (@inihache) May 16, 2023
«Creemos que la belleza es la gran olvidada del mundo actual», asegura Llorente. La belleza ha degenerado en un objeto de consumo para ricos. «Parece que es un lujo, algo que solo los ricos se pueden permitir. Da la sensación de que los pobres están abocados a vivir en barrios que no son bellos, afinados en cajas de cerillas y esta editorial nace como una sublevación contra esto», asegura. Por eso, su gran apuesta es la belleza: «Siempre juzgaremos a la luz de lo que nosotros reconocemos como bello». El abandono de este ideal, aseguran, es uno de los males de esta época y carcome todos los estadios de la realidad. «El mundo de la editorial ha perdido en cierto modo el afán por hacer literatura. Si la literatura está relacionada con la belleza, a menudo se publican libros cuya relación con ella es inexistente. No hay ni un contacto mínimo ni una caricia a la belleza. La mayor parte de libros expuestos en grandes librerías son ensayos absurdos», reconoce Llorente.
La influencia de Chesterton
¿Y qué es la belleza? «La belleza es algo cuya negación provoca indignación en el que está conmovido porque tiene dimensión objetiva y universal. Si para reconocer un libro bello necesitas una explicación de algo que vivió el autor en su infancia y antes te has preguntado si es bello o no, muy probablemente no lo sea», sentencia Dani. Julio afirma que la obra de arte, como puede ser un libro, se justifica a sí misma: «La belleza tiene una parte instintiva. Uno sabe cuándo está ante ella y cuándo no».
¿Qué tienen de diferente con respecto a otras editoriales? «Nada», afirma contundentemente Julio. Hasta en eso son contraculturales y reconocen orgullosos que no tienen valor diferencial. Hay editoriales que hacen muy bien su trabajo, asegura, y Libros del Asteroide, Pre-textos o Acantilado son algunos ejemplos. Para estos editores lo más importante de un libro no es que sea digno de ser leído, sino releído, y este conjunto de editoriales lo consiguen. «Es verdad que al comenzar la editorial decidimos acercarnos a gente que tiene menos altavoz, pero escriben fenomenal», matiza Dani, aunque coincide en que la belleza, su gran búsqueda, es una causa a la que otras muchas editoriales están también entregadas.
«Creemos que la belleza es la gran olvidada del mundo actual», asegura Llorente
Todas estas reflexiones sobre la literatura y la belleza no son fruto de la improvisación. G. K. Chesterton es el culpable. «Antes de conocer a Chesterton estaba en el mundo de una manera y después de leerle veo el mundo de otra», asegura Llorente. Este autor inglés le contagió la alegría de vivir y el rechazo total a cualquier ideología ya que, siendo antes liberal, descubrió el error que este posee al igual que otras doctrinas. «Lo fundamental de él es el asombro, la gratitud y la celebración ante una realidad que nos ha sido dada», añade.
La misma conversión que tuvo Chesterton a través de su matrimonio la tuvo Dani con sus libros. La razón no fue su forma de hablar de Dios, sino por su modo de ver el mundo. Si antes eran pesimistas, lúgubres y se regodeaban en lo mal que están las cosas, a través del autor descubrieron destellos de verdad, bien y belleza incluso en esta época sombría. «Por eso, la literatura puede sublimar una realidad que aun siendo buena está herida a través de la palabra. Así se puede convertir este mundo descalabrado en un hogar», dictaminan.
A veces compiten por quién le caería mejor. Aunque no hay un firme ganador y parece una discusión estéril, Julio da pistas: «Ahí tienes a Dani con una Coca-cola y a mí con una cerveza». Ya lo decía Chesterton: «Deberíamos dar gracias a Dios por la cerveza y el burdeos, no bebiendo demasiado».
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